Betania - Los amigos de Jesús

Jesús y sus amigos

Tres hermanos que tienen una gran amistad con Jesús. Su casa será en aquellos meses un lugar de hospitalidad y reposo.

Betania

Cerca de Jerusalén -a tres kilómetros- está Betania. Allí viven Lázaro, Marta y María. Tres hermanos que tienen una gran amistad con Jesús. Su casa será en aquellos meses un lugar de hospitalidad y reposo para los días que le esperan.

En el trayecto a Jerusalén Jesús pasa por Betania. La actividad de los días anteriores había sido intensa. El camino que lleva de Jericó a Betania es empinado, requiere una ascensión continua y transcurre por terreno desértico. Jesús y los suyos debieron llegar cansados. Allí fue recibido por Lázaro, Marta y María.

 

La amistad

Hay amistad con Jesús en aquella casa. Quizá tenga que ver con la conversión de María unos meses antes. Lo cierto es que todos actúan con naturalidad.

 

betania

 

 

No se percibe ni el envaramiento previsible en las visitas de algún personaje importante, ni la curiosidad o el recelo ante el desconocido, menos aún la frialdad ante la presencia de alguien que se considera inoportuno. Marta y María actúan y se mueven con sencillez; no se dice nada de Lázaro en esta ocasión, pero es normal pensar que estaba allí.

 

Los tres hermanos son diferentes

No es infrecuente que los hermanos se parezcan y al mismo tiempo sean muy distintos. Marta es activa, diligente, hacendosa, está en todo; es una buena ama de casa, con ella se puede encontrar una casa que es ese hogar donde todo está en su sitio.

María es más apasionada: todo corazón, sensible, en su vida no caben medias tintas, sino entrega sin condiciones. Sabe querer. Los temperamentos de las dos hermanas son ocasión para que Jesús deje una joya preciosa de sus enseñanzas, casi como de pasada. Sus palabras parecen dichas al vuelo.

 

El desarrollo de los acontecimientos

Los hechos transcurrieron así:

"una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María que, sentada también a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta estaba afanada en los múltiples quehaceres de la casa y poniéndose delante dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es necesaria. Así, pues, María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada".

lázaro

La Resurrección de Lázaro (Giotto)

La importancia de la oración

Jesús aprovechó la sencillez y la confianza de Marta para dejar sentado el orden de lo necesario y lo superfluo. Primero la oración y, unida a ella, el trabajo, lo demás puede esperar. Jesús revela como la oración es el núcleo y la raíz de toda actividad para que de ésta resulte algo vivo y sano.

 

La queja de Marta

Es fácil comprender la actitud de Marta. Es una mujer responsable. Está en los detalles, se ocupa en algo necesario que alguien tiene que hacer: dar de comer y beber a mucha gente, procurar que descansen. No cuesta verla subir y bajar, mandar y ordenar. Es en medio de esa actividad cuando una inquietud empieza a dibujarse en su interior. Primero sería una mirada furtiva a su hermana. Poco a poco iría juzgándola con severidad creciente.

Decididamente no comprende a María; tenía razones, pero le faltaba darse cuenta de que la inactividad de María es sólo aparente. Por otra parte se le está ocultando que su actividad es un servicio que permite a los demás gozar de las palabras del Maestro, también su hermana. Hasta que llega un momento en que no puede más, se planta delante del Señor, le interrumpe ante un público verdaderamente absorto en sus palabras, y se queja.

La sencillez de la queja de Marta es encantadora, confiada, aunque revele falta de caridad; y con toda espontaneidad le dice al Maestro: “¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude”. Su queja va contra María, pero también afecta al mismo Jesús, que no se da cuenta de que ella era una mártir y su hermana una comodona.

Es la explosión de algo que ha ido incubándose poco a poco, y estalla de repente. Está realmente enfadada; ha perdido la calma y en ella se ha introducido el espíritu crítico falta a la caridad y la humildad. Sus buenos deseos de servir se han visto enturbiados por el enfado creciente, agresor de la paz de su alma.

 

La respuesta de Jesús

El tono de la respuesta de Jesús se puede deducir del modo con que empieza a hablarle: Marta, Marta, ¡cuánto cariño hay en la repetición de este nombre!. Es como decirle: "Mujer, calma", "claro que te comprendo, pero te has puesto nerviosa". Es una contestación que revela amor y buen humor; le recuerda su carácter, y hace que reflexione un poco. No la riñe, sino que le hace reflexionar. Primero sobre sí misma: tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas.

Luego, Jesús le aclara la conducta de María y el camino que debe seguir para no perder los estribos con sus quejas. Y le dice: "En verdad una sola cosa es necesaria". Cosas importantes hay muchas en la vida, y Marta estaba haciendo una de ellas: procurar servir alimento y descanso. Pero conviene tener bien dispuesto el orden de los valores.

Lo necesario siempre será lo más importante, y sólo amar a Dios sobre todas las cosas lo es; al lado de lo necesario todo lo que llamamos importante pasa a un segundo lugar. ¿Quiere decir esto que está mal la actividad de Marta? No. Quiere decir que debe trabajar de una manera distinta, con una paz, respaldada por la oración. Y en caso de dudar sobre qué es más urgente, elegir primero la oración.

 

Lo mejor no es lo contrario de lo malo

María ha escogido la mejor parte. Cuando Jesús dice que la oración es lo mejor, conviene recordar que lo mejor no es lo contrario de lo malo, sino de algo menos bueno. La bondad de las diversas actividades dependerá del amor a Dios que sean capaces de acoger. "No le será quitada la mejor parte". La oración es así hacer actos de amor. No se pierde ninguno. Todo acto de amor a Dios permanece en el seno del Amante, que es Dios.

Por:  Enrique Cases

 

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Santa Marta - 29 de Julio

 

 

 

María Magdalena, discípula del Señor

La fiesta litúrgica de María Magdalena fue establecida el 3 de junio de 2016 por el Papa Francisco, durante el Jubileo de la Misericordia.

 

"A diferencia de los doce apóstoles, las mujeres no abandonaron a Jesús en la hora de la pasión. Entre ellas sobresale María Magdalena”.

Del Evangelio según san Juan

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro de Jesús y vio que la piedra estaba fuera de su sitio. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto».

Narra el Evangelio: «María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó:

“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”. Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”.  Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Voy a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’”. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras» (Jn 20, 11-18).

María Magdalena. Óleo de Ivanov

María Magdalena. Óleo de Ivanov

 

María Magdalena en San Juan Pablo II

Fue San Juan Pablo II quien dedicó gran atención no sólo a la importancia de las mujeres en la misión de Cristo y de la Iglesia, sino también, y con especial énfasis, al papel particular de María de Magdala como primera testigo que vio al Señor Resucitado y primera mensajera que anunció la Resurrección del Señor a los Apóstoles (cf. Mulieris dignitatem, n. 16).

Esta especial consideración continúa en la Iglesia de hoy -como lo demuestra el compromiso actual de la nueva evangelización-, que desea acoger, sin distinción, a hombres y mujeres de toda raza, pueblo, lengua y nación (cf. Ap 5,9), para anunciarles la buena noticia del Evangelio de Jesucristo, acompañarles en su peregrinación terrenal y ofrecerles las maravillas de la salvación de Dios.

Santa María Magdalena es un ejemplo de verdadera y auténtica evangelizadora, es decir, de evangelizadora que proclama el alegre mensaje central de la Pascua (cf. colecta del 22 de julio y nuevo prefacio).

 

María Magdalena en el Papa Francisco

El Santo Padre Francisco tomó la decisión de establecer la fiesta litúrgica de María Magdalena en el contexto del Jubileo de la Misericordia, para subrayar la relevancia de esta mujer que mostró un gran amor a Cristo.

Es cierto que la tradición eclesial en Occidente, especialmente después de San Gregorio Magno, identificó en la misma persona a María de Magdala, a la mujer que derramó perfume en la casa de Simón, el fariseo, y a la hermana de Lázaro y Marta. Esta interpretación continuó y tuvo influencia en los autores eclesiásticos occidentales, en el arte cristiano y en los textos litúrgicos relativos a la Santa.

 

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María Magdalena, primera testigo de la Resurrección

María Magdalena formó parte del grupo de los discípulos de Jesús, lo siguió hasta el pie de la cruz y, en el jardín donde se encontraba el sepulcro, fue la primera "testis divinae misericordiae", como recuerda San Gregorio. El Evangelio de Juan que hemos visto narra que María Magdalena lloró porque no había encontrado el cuerpo del Señor y Jesús se apiadó de ella transformando sus lágrimas en alegría pascual.

Así, ella tiene el honor de ser la primera testigo de la Resurrección del Señor, la primera en ver el sepulcro vacío y comprobar la verdad de su Resurrección. Cristo tiene una especial consideración y misericordia hacia esta mujer que le manifiesta su amor buscándole en el huerto con angustia y sufrimiento, con "lacrimas humilitatis", como dice San Anselmo.

Además, es precisamente en el jardín de la Resurrección donde el Señor le dice a María Magdalena: "Noli me tangere" (“No me retengas”). Es una invitación -dirigida no sólo a ella, sino a toda la Iglesia- a entrar en una experiencia de fe que va más allá de toda apropiación materialista y de toda comprensión humana del misterio divino. Tiene un significado eclesial. Es una buena lección para todo discípulo de Jesús: no busques seguridades humanas, sino la fe en Cristo vivo y resucitado.

 

María Magdalena, apóstola de los apóstoles

Precisamente porque fue testigo presencial de Cristo resucitado, María Magdalena fue también la primera en dar testimonio de Él ante los apóstoles. Cumplió el mandato del Señor resucitado: "Ve a mis hermanos y diles...”  María fue y contó a los discípulos: "He visto al Señor", y lo que le había dicho (Jn 20,17-18).

De este modo se convierte en mensajera que anuncia la buena nueva de la resurrección de Cristo; o, como decían Rabano Mauro y Santo Tomás de Aquino, "apostolorum apostola", porque anuncia a los apóstoles lo que ellos, a su vez, anunciarán a todo el mundo. El Doctor Angélico utiliza acertadamente este término aplicándolo a María Magdalena: ella es testigo de Cristo resucitado y anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, como los demás apóstoles.

 

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MARIA MAGDALENA 

 

 

El mayor incendio visto hasta entonces

Durante la noche del 18 de julio del año 64 d.C. Roma fue sorprendida por el mayor incendio visto hasta entonces.

El fuego comenzó en la zona comercial de la ciudad, cerca del actual Circo Máximo y se expandió con rapidez por los barrios vecinos.

 

No está claro qué provocó el incendio, porque los testimonios de su tiempo son contradictorios. La versión popular lo atribuye a un ataque de locura del emperador Nerón, que lo vio mientras tocaba el arpa. Pero en aquel entonces el emperador estaba en otro lugar.
Otros dicen que el emperador culpó a los cristianos para justificar las persecuciones. La tercera versión es que se debió a un accidente.
En cualquier caso, Roma fue pasto de las llamas durante seis días. Se calcula que el fuego provocó miles de víctimas, y que 200.000 personas tuvieron que irse a vivir a otro lugar. Destruyó al menos 4.000 edificios y 132 villas. Una tragedia imperial.
incendio roma

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EL INCENDIO DE ROMA

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María Magdalena - La conversión de la pecadora

La pecadora es ahora una mujer nueva que empleará toda la fuerza del amor que le llevó al pecado a una causa mucho mejor.

Después de la segunda Pascua en Jerusalén, Jesús vuelve a Galilea. Allí, en una población que no nos es fácil identificar, es invitado a comer por un fariseo rico llamado Simón. Jesús acude abierto a toda muestra de buena voluntad, aunque sea con reticencias, como es este caso. En las comidas judías era costumbre tener muestras de hospitalidad como ofrecer abluciones, pero allí hay frialdad.
El motivo quizá sea que Simón se sabe observado por otros fariseos que miran con malos ojos esa invitación. No quiere manifestarse demasiado amistoso con Jesús. Quiere observarle, pero, desde luego, no le mueve ninguna clase de amor al nuevo profeta, que se confiesa el Mesías y anuncia el nuevo Reino de Dios.
magdalena
ambiente es educado, pero frío. Cuando de repente entra una mujer, se arrodilla ante Jesús, llora y, al tiempo, rompe un frasco de perfume, y baña los pies del Señor con sus lágrimas. El gesto es más elocuente que las palabras: está arrepentida de su vida de pecado.

¿Quién era aquella mujer? Era una pecadora.  Una mujer de buen ambiente religioso, pero que pierde la cabeza en una vida de pecado sin recato. Si grande fue la locura que le llevó a malos caminos, mayor aún ha sido la conversión dolorosa de esta mujer.

Jesús calla ante esta explosión de sentimiento. Él sabe bien que, a veces, las palabras tienen que esperar. Pero algo turba aquellos momentos de gozo y reconciliación con Dios. Es el juicio secreto de Simón. Jesús lo advierte y no puede callar.

"Viendo esto el fariseo que lo había invitado decía para sí: Si este fuera profeta sabría con certeza quién y qué clase de mujer es la que le toca: que es una pecadora. Jesús tomó la palabra y dijo: Simón, tengo que decirte una cosa. Y él contestó: Maestro, di. Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta.

No teniendo con que pagar, se lo perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le amará más? Simón contestó: estimo que aquel a quien se le perdonó más. Entonces Jesús le dijo: Has juzgado con rectitud. Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? entré en tu casa y no me diste agua para limpiarme los pies; ella en cambio ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.

No me diste el beso, pero ella desde que entré no ha dejado de besar mis pies. No has ungido mi cabeza con óleo; ella en cambio ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo: le son perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho"(Lc).

Jesús entra, y se coloca sin demasiadas ceremonias en el sofá, se reclinan sobre el brazo derecho, para comer con la mano izquierda, los pies descalzos están colocados hacia el exterior del asiento.
La mujer, desde sus lágrimas, escucha las palabras de Jesús, y se conmueve más aún. Está perdonada. Su gesto, valiente, ha tenido respuesta. Simón calla ante la lección. Jesús muestra el amor misericordioso que perdona al pecador.
"Aquél a quien menos se perdona menos ama. Entonces le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados". La sala entera se conmovió ante esas palabras, y, una vez más vuelven los comentarios: ¡Ha perdonado los pecados!. "Y los convidados comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?"
Es el señor de la vida que resucitó a un muerto, es el señor del sábado que trabaja en íntima unión con el Padre celestial. Es el Hijo que puede perdonar, porque es igual al Padre y ha venido a traer el perdón a los hombres.

La mujer ha quedado silenciosa en medio del revuelo suscitado por su conducta. Entonces Jesús se dirige a ella, y le dice: "Tu fe te ha salvado; vete en paz". Jesús dice que su pecado es real, pero encuentra la disculpa: "Ha amado mucho".

Las últimas palabras del Señor se le quedan fuertemente gravadas en su memoria: "vete en paz". Se le dilata el alma, y asiente con todo su ser cuando oye que "ama más aquél a quien más se le perdona". La pecadora es ahora una mujer nueva que empleará toda la fuerza del amor que le llevó al pecado a una causa mucho mejor: la de amar a Dios con todas las fuerzas por el camino recién descubierto.

¿Qué relación hubo entre Jesús y María Magdalena?

De los evangelios se desprende que María Magdalena sentía un gran amor por Jesús. Había sido librada por él de siete demonios, le seguía como discípula, le asistía con sus bienes (Lc 8,2-3) y estuvo con María, la Madre de Jesús, y las otras mujeres cuando Jesús fue crucificado (Mc 15,40-41 y par.).

 

 

Fue, según los evangelios, la primera a la que se le apareció Jesús después de la resurrección, tras buscarlo con lágrimas (Jn 20,11-18). De ahí la veneración que ha tenido en la Iglesia como testigo del resucitado. (Ver la pregunta ¿Quién era María Magdalena?). De estos pasajes no se puede deducir ni que fue una pecadora, ni mucho menos que fue la mujer de Jesús.

Los que sostienen esto último acuden al testimonio de algunos evangelios apócrifos. Todos ellos, quizá con la excepción de un núcleo del Evangelio de Tomás, son posteriores a los evangelios canónicos y no tienen carácter histórico, sino que son un instrumento para trasmitir enseñanzas gnósticas. Según estas obras, que aunque lleven el nombre de evangelios no son propiamente tales sino escritos con revelaciones secretas de Jesús a sus discípulos después de la resurrección, Mariam (o Mariamne o Mariham; no aparece el nombre de Magdalena salvo en unos pocos libros) es la que entiende mejor esas revelaciones. Por eso es la preferida de Jesús y la que recibe una revelación especial.

La oposición que en algunos de estos textos (Evangelio de Tomás, Diálogos del Salvador, Pistis Sophía, Evangelio de María) muestran los apóstoles hacia ella por ser mujer refleja la consideración negativa que algunos gnósticos tenían de lo femenino y la condición de María como discípula importante. Sin embargo, algunos quieren ver en esta oposición un reflejo de la postura de la Iglesia oficial de entonces, que estaría en contra del liderazgo espiritual de la mujer que proponían estos grupos. Nada de esto es demostrable. Esa oposición más bien puede entenderse como un conflicto de doctrinas: las de Pedro y otros apóstoles frente a las que estos grupos gnósticos exponían en nombre de Mariam. En cualquier caso, el hecho de que se recurra a María es una forma de justificar sus planteamientos gnósticos.

En otros evangelios apócrifos, especialmente en el Evangelio de Felipe, Mariam (esta vez citada también con elnombre de origen, Magdalena) es modelo de gnóstico, precisamente por su feminidad. Ella es símbolo espiritual de seguimiento de Cristo y de unión perfecta con él. En este contexto se habla de un beso de Jesús con María (si es que el texto hay que entenderlo realmente así), simbolizando esa unión, ya que mediante ese beso, una especie de sacramento superior al bautismo y la eucaristía, el gnóstico se engendraba a sí mismo como gnóstico.

El tono de estos escritos está absolutamente alejado de implicaciones sexuales. Por eso, ningún estudioso serio entiende estos textos como un testimonio histórico de una relación sexual entre Jesús y María Magdalena. Es muy triste que esta acusación, que no tiene ningún fundamento histórico, ya que ni siquiera los cristianos de la época se vieron obligados a polemizar para defenderse de ella, resurja cada cierto tiempo como una gran novedad.

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Enrique Cases,

Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

 

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La conversión de María Magdalena

La pecadora es ahora una mujer nueva que empleará toda la fuerza del amor que le llevó al pecado a una causa mucho mejor

Después de la segunda Pascua en Jerusalén, Jesús vuelve a Galilea. Allí, en una población que no nos es fácil identificar, es invitado a comer por un fariseo rico llamado Simón.

Jesús acude abierto a toda muestra de buena voluntad, aunque sea con reticencias, como es este caso. En las comidas judías era costumbre tener muestras de hospitalidad como ofrecer abluciones, pero allí hay frialdad. El motivo quizá sea que Simón se sabe observado por otros fariseos que miran con malos ojos esa invitación.

No quiere manifestarse demasiado amistoso con Jesús. Quiere observarle, pero, desde luego, no le mueve ninguna clase de amor al nuevo profeta, que se confiesa el Mesías y anuncia el nuevo Reino de Dios.

El ambiente es educado, pero frío. Cuando de repente entra una mujer, se arrodilla ante Jesús, llora y, al tiempo, rompe un frasco de perfume, y baña los pies del Señor con sus lágrimas. El gesto es más elocuente que las palabras: está arrepentida de su vida de pecado. 

María Magdalena

¿Quién era aquella mujer? Era una pecadora. Los indicios nos llevan a identificarla con María Magdalena  –María de Magdala- que es hermana de Lázaro. Una mujer de buen ambiente religioso, pero que pierde la cabeza en una vida de pecado sin recato. Si grande fue la locura que le llevó a malos caminos, mayor aún ha sido la conversión dolorosa de esta mujer.

Jesús calla ante esta explosión de sentimiento. Él sabe bien que, a veces, las palabras tienen que esperar. Pero algo turba aquellos momentos de gozo y reconciliación con Dios. Es el juicio secreto de Simón. Jesús lo advierte y no puede callar.

"Viendo esto el fariseo que lo había invitado decía para sí: Si este fuera profeta sabría con certeza quién y qué clase de mujer es la que le toca: que es una pecadora. Jesús tomó la palabra y dijo: Simón, tengo que decirte una cosa. Y él contestó: Maestro, di.

Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. No teniendo con que pagar, se lo perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le amará más? Simón contestó: estimo que aquel a quien se le perdonó más. Entonces Jesús le dijo: Has juzgado con rectitud. Yvuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? entré en tu casa y no me diste agua para limpiarme los pies; ella en cambio ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.

No me diste el beso, pero ella desde que entré no ha dejado de besar mis pies. No has ungido mi cabeza con óleo; ella en cambio ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo: le son perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho"(Lc).

María Magdalena. Óleo de Ivanov

María Magdalena. Óleo de Ivanov

 

Jesús entra, y se coloca sin demasiadas ceremonias en el sofá, se reclinan sobre el brazo derecho, para comer con la mano izquierda, los pies descalzos están colocados hacia el exterior del asiento.

La mujer, desde sus lágrimas, escucha las palabras de Jesús, y se conmueve más aún. Está perdonada. Su gesto, valiente, ha tenido respuesta. Simón calla ante la lección. Jesús muestra el amor misericordioso que perdona al pecador.

"Aquél a quien menos se perdona menos ama. Entonces le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados". La sala entera se conmovió ante esas palabras, y, una vez más vuelven los comentarios: ¡Ha perdonado los pecados!.

"Y los convidados comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?" Es el señor de la vida que resucitó a un muerto, es el señor del sábado que trabaja en íntima unión con el Padre celestial. Es el Hijo que puede perdonar, porque es igual al Padre y ha venido a traer el perdón a los hombres. 

La mujer ha quedado silenciosa en medio del revuelo suscitado por su conducta. Entonces Jesús se dirige a ella, y le dice: "Tu fe te ha salvado; vete en paz". Jesús dice que su pecado es real, pero encuentra la disculpa: "Ha amado mucho". Las últimas palabras del Señor se le quedan fuertemente gravadas en su memoria: "vete en paz".

Se le dilata el alma, y asiente con todo su ser cuando oye que "ama más aquél a quien más se le perdona". La pecadora es ahora una mujer nueva que empleará toda la fuerza del amor que le llevó al pecado a una causa mucho mejor: la de amar a Dios con todas las fuerzas por el camino recién descubierto.

 

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MARÍA MAGDALENA

 

 

Enrique Cases,

Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

 

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San Apolinar fue el primer obispo de Ravena

Los antiguos martirológios transmiten la noticia de que San Apolinar fue el primer obispo de Ravena, en el norte de Italia, y que murió mártir, según parece, a fines del siglo II. Pero estas mismas noticias y otras que sobre él se nos transmiten están envueltas en el misterio y rodeadas de multitud de leyendas.

Lo más seguro respecto de este Santo, tan celebrado por otra parte en la antigüedad, es lo siguiente:

San Pedro Crisólogo, obispo de Ravena en la segunda mitad del siglo V (432-452), nos dice en el sermón 128 que Apolinar fue el primer obispo de Ravena y el único mártir de la ciudad. Ahora bien, especificando algo más el concepto de martirio de este Santo, nos comunica a través de ponderaciones oratorias que, de hecho, no murió por efecto de los tormentos y con la efusión de su sangre, por lo cual no podía ser considerado con rigor como mártir.

Sin embargo, añade que los trabajos que tuvo que sufrir en el gobierno de su iglesia y la paciencia que mostró en todos ellos, que a veces llegó a la efusión de sangre, permiten considerarle en nada inferior a los mártires. En efecto, según dice él estuvo siempre dispuesto al supremo sacrificio y a punto de ser sacrificado cuando se dejó convencer por las oraciones de su grey, y quedó todavía algún tiempo en este mundo, difiriendo el cumplimiento de sus deseos.

Surgió en el siglo VII la leyenda en torno suyo, la Pasión de San Apolinar. Es interesante, para conocer el espíritu del tiempo, considerar la facilidad con que se introdujeron en el ambiente popular los rasgos del patrono de Ravena, claramente legendarios.

En efecto, según esta Pasión, Apolinar era uno de los discípulos de San Pedro y con él vino de Antioquía a Roma en tiempo del emperador Claudio (41-54). Enviado, pues, por el Príncipe de los Apóstoles para predicar el Evangelio en Ravena, se dirigió a esta ciudad, donde obró estupendos milagros, con los cuales se convencieron sus habitantes de la misión divina que les traía.

De este modo recibieron el bautismo muchos de ellos, en particular un tribuno muy influyente y un patricio llamado Bonifacio. Tan notables y numerosas conversiones exasperaron a los sacerdotes de los ídolos y a muchos fanáticos paganos, los cuales atormentaron inhumanamente al apóstol, por lo cual se vio forzado a ocultarse, después de doce años de fecunda labor en la ciudad.

Pasado algún tiempo emprendió una nueva campaña de apostolado, obrando grandes milagros, por lo cual un delegado del nuevo emperador, Nerón (56-68), empleó contra él toda clase de medios para inducirle a que abandonara el culto de Cristo y ofreciera incienso a Júpiter; de aquí pasó a las amenazas; mas, viendo que ni los halagos ni las amenazas lograban doblegar su férrea constancia, le hizo azotar bárbaramente y aplicar otros tormentos, y, como no consiguiera rendirlo, le cargó de cadenas, y arrojó a un horrible calabozo, de donde partió poco después desterrado a Grecia.

Embarcado juntamente con otros tres clérigos, tuvo que sufrir una horrorosa tempestad; mas, llegado a Corinto, evangelizó la región de Misia, donde curó de la lepra a uno de sus reyezuelos, pero no pudo realizar muchas conversiones; siguió luego por las riberas del Danubio y entró en Tracia, donde obtuvo fruto más abundante; pero, enfurecidos contra él los adoradores de Serapis, le azotaron cruelmente y arrojaron en un bajel fuera de su territorio.

Vuelto entonces a Ravena, después de tres años de ausencia, fue recibido con gran entusiasmo por los cristianos, e inició con gran fervor una nueva etapa de predicación y conversiones, acompañadas de multitud de milagros. Pero, inesperadamente, fue arrebatado por un pelotón de paganos, los cuales le hicieron objeto de las mayores violencias, y, conduciéndole al templo de Apolo, le obligaron a adorarlo.

Entonces el Santo, lejos de obedecerles, se puso en oración, y rápidamente el ídolo cayó al suelo hecho pedazos, con lo cual, enfurecidos los paganos, le condujeron al juez Taurus, exigiéndole que le condenara a muerte. Este quiso entonces poner en ridículo ante todo el mundo a aquel hombre, de quien tantas maravillas se contaban y tanto influjo ejercía en las masas.

Así, pues, puso delante de él y de gran multitud del pueblo y de la nobleza reunidos a un hijo suyo, ciego de nacimiento, y le intimó con toda solemnidad que, si le curaba, todos creerían en él; de lo contrario, recibiría el castigo de sus imposturas.

Puesto, pues, Apolinar ante esta alternativa, hizo primeramente oración, y luego, invocando el nombre de Dios, devolvió la vista al niño. Ante tan estupendo milagro abrazó la fe cristiana gran multitud de espectadores y el mismo juez condujo al Santo a lugar seguro, donde pudo entregarse durante cuatro años a su obra de apostolado.

Pero descubierto por fin por los fanáticos paganos y denunciado a Vespasiano (69-79), fue conducido a la cárcel y entregado a la custodia de un centurión; mas, como éste era cristiano, pudo evadirse; pero, apresado entonces por los Paganos, fue azotado y maltratado cruelmente, y, recogido por los cristianos, murió siete días después, el 23 de, julio del año 81.

Por otra parte, aun fuera de Ravena y las llanuras del Po es admirable la expansión que alcanzó durante la Edad Media el culto de San Apolinar. Así aparece en un estudio reciente, no sólo en lo que se refiere a Italia, sino también a otros territorios. Así, para no citarmás que unos pocos ejemplos: la importante sede metropolitana de Reims; el Apolinarisberg, en Alemania, entre Coblenza y Bonn, cerca de Remagen; la abadía de Burtscheind, dedicada al Santo, cerca de Aquisgrán: la iglesia monástica de Michel-bach-le-Haut, en el alto Rhin.

Indudablemente, su culto alcanzó un gran esplendor entre los siglos VI y IX, y es una de las manifestaciones la rivalidad entre Ravena y Roma. Pero, después de alcanzar su punto culminante, experimentó también su crepúsculo, si bien conservó siempre una relativa significación.

 

BERNARDINO LLORCA, S. I.

 

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‘Gladiator 2’ es tan épico que confirma las sospechas: se avecina una obra maestra

 

El aclamado director Ridley Scott está preparando su regreso a la arena. Lo hará con la secuela de Gladiator, que saldrá este mismo año, y esto es lo que sabemos de ella hasta la fecha.

Gladiator 2 será, evidentemente, una continuación directa, contando asimismo con algunos de los personajes que conocimos en la famosa cinta del año 2000, no así con un Russell Crowe que maneja información privilegiada y quien además ha declarado sentirse "incómodo" con cómo se ha tratado a cierto personaje, aunque no ha querido aclarar de a quién se refiere.

 

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Caras nuevas y viejos conocidos

Gladiator 2 volverá a contar con Connie Nielsen entre su reparto, una actriz que retomará su papel como Lucilla, la madre de Lucio y hermana del emperador Comodo. Además, Derek Jacobi, Gracchus en en film, nos deleitará una vez más con su interpretación del impopular senador.

Ver 'Gladiator' en Prime Video

Ver 'Gladiator' en Netflix

En cuanto a nuevos rostros, la película también contará con la participación de un elenco estelar que incluye a Denzel Washington, que será Aníbal de Cartago, quien se interpretará a un noble y comerciante de esclavos, además de Paul Mescal como Lucio ya mayor, Joseph Quinn, Fred Hechinger, Barry Keoghan, May Calamawy, Lior Raz, Peter Mensah, Matt Lucas y Pedro Pascal, del que ya se especula será el otro gran protagonista junto a Denzel Washington.

 

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Cuándo se estrena 'Gladiator 2' y posible sinopsis

En cuanto a la fecha de estreno de Gladiator 2, esta se ha modificado a lo largo del tiempo, aunque parece que finalmente veremos lo nuevo de Ridley Scott el próximo 15 de noviembre de este mismo año, una fecha elegida para no coincidir con otros pesos pesados de la industria porque la cinta de gladiadores ya parece haber concluido su rodaje y montaje y de hecho ya mostró su primer adelanto durante la CinemaCon de este año.

Posible sinopsis

Si bien todavía no hay una sinopsis oficial, la siguiente sinopsis se ha elaborado a través de lo que han comentado los asistentes a la CinemaCom que pudieron disfrutar del primer tráiler de Gladiator 2.

En esta segunda parte, Lucius, que ha renunciado a sus privilegios nobles y ha vivido en la naturaleza durante 15 años, es reclutado por un antiguo esclavo (Washington) para vengarse de los emperadores Caracalla (Quinn) y Geta (Barry Keoghan). Inspirado por el legado de Máximo, Lucius acepta luchar en el Coliseo. Mientras tanto, Pascal, un comandante romano, es coronado por Caracalla y lidera al ejército en numerosas batallas, aunque su destino se verá truncado rápidamente.

 

 

 

 

Promete ser todo una muy buena película de romanos, luchas brutales, inundación del Coliseo y escenarios de fantasía incluidos.

El protagonista de la historia será Lucio (Paul Mescal), hijo de Lucila, sobrino de Cómodo y nieto de Marco Aurelio. Ha crecido alejado de su madre en Numidia (norte de África). Allí será esclavizado por el general Marcus Acacius (Pedro Pascal), que sirvió bajo las órdenes de Máximo Décimo Meridio.

Lucio es llevado a Roma como esclavo y vendido como gladiador. Acaba luchando en el Coliseo bajo la atenta mirada de los coemperadores de Roma: Caracalla y Geta. Hermanos e hijos de Septimio Severo, muestran un Imperio decadente. 

 

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ASÍ VIVÍAN LOS GLADIADORES

LOS ESPECTACULOS ROMANOS

San Joaquín y Santa Ana – 26 de Julio, día de los abuelos

Joaquín y Ana, las figuras ausentes del Evangelio

De los abuelos de Jesús, sólo sabemos de dos, los maternos y aún así por tradición y un evangelio apócrifo. Los padres de José el carpintero, o habían muerto ya o el evangelista no los considera relevantes para su relato. En cambio, Joaquín y Ana lo son y mucho.

 

Una antigua tradición del siglo II atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de María. El culto aparece para santa Ana ya en el siglo VI y para san Joaquín después. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural del cariño y veneración a la Madre de Dios.

Según esta tradición, la madre de María nació en Belén. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada dice de ella. Todo lo que sabemos está en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los 24 años, talludita para la época --las mujeres se desposaban entonces muy pronto, casi adolescentes--, Ana se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de Nazaret. Ana, descendía de la familia real de David. Veamos el papel de las mujeres en toda esta historia.

Los abuelos de Jesús vivían en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales de esta manera: una parte para los gastos de la familia, otra para el templo y la tercera para los más necesitados.

 

JOAQUIN Y ANA ABUELOS

 

 

Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo no llegaba, ausencia sin duda de la bendición divina, según sus contemporáneos. Ana tiene ya 44 años y le queda poco tiempo para un posible embarazo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre la esterilidad de la familia como algo que les hacía indignos de entrar en la casa de Dios. Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para pedir a Dios un hijo. Ana intensifica sus ruegos. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, un gran profeta. Un paralelismo evidente en los nombres, y en el resultado de los ruegos.

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los abuelos de Jesús fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.

Cuando se visita Tierra Santa, se puede ver la probable casa en la que vivió María su infancia. Fue una niña especial y como tal fue educada. Conocedora de las Escrituras, que enseñó a su hijo Jesús. ¿Y dónde estaban Joaquín y Ana, los abuelos, el día del Nacimiento?

Estaban en Nazaret, pues de allí era María. Se puede entrar hoy también en la casa –una casa de piedra de buena factura, de genteacomodada, como casi todas las de Nazaret, un pueblo próspero- en la que la joven desposada con José recibió el anuncio del enviado Gabriel, y aceptó una misión divina para la que había sido elegida, no sin cierto azaramiento --¿cómo puede ser esto?- en la confianza de la sabiduría del Padre y de la generatividad del Espíritu Santo.

¿Dónde estaban los abuelos de Jesús? ¿Les dijo algo María de todo este tinglado en que la había metido Dios? Si no se lo dijo, pronto vieron los efectos de la palabra divina, siempre eficaz. Y pronto tejieron un círculo de amor en torno a aquella joven encinta e inexperta.

Podemos imaginar a Ana tejiendo ropitas para ese niño tan especial, el Emmanuel. El hijo de María. Seguramente José y María –que eran previsores- partieron para Belén con las alforjas de la mula bien llenas de pañales y ropitas forradas para que el Niño, si es que le daba por llegar en medio del viaje, no pasara frío. En aquella época, los viajes eran una aventura para la que sólo se llevaba billete de ida: salteadores en los caminos, una mula que podía fallar, buscar posada en días de censo y sin precios fijos, los trámites de la burocracia romana podrían tardar más de lo previsto. Lo dicho, una aventura. La vuelta quedaba en manos de la Providencia.

Lo del frío que pasó Jesús cuando nació no deja de ser una bonita consideración piadosa de la devoción de san Alfonso María de Ligorio, en su famoso villancico Tu scendi dalle stelle. Ligorio y otros autores hablan del frío y el hielo de aquella noche –en una traslación del clima europeo a la templada Tierra Santa, donde por mucho que nos empeñemos en poner nieve en los belenes no nieva--, pero se refieren más bien al frío espiritual de la indiferencia y del abandono de la ley del pueblo santo. A templar, o mejor incendiar, ese frío venía Jesús.

 

Joaquin y ana

 

 

¿Dónde estaban los abuelos de Jesús en la noche más santa del año? Estaban en las puntadas de las ropitas y provisiones confeccionadas por Ana. En la oración asidua por los nuevos esposos, para que el viaje fuera bien y la flamante familia regresara pronto a Nazaret. En el pensamiento de María y José al ver la cara de ese niño tan esperado. Esperado por siglos y naciones.

Esa alegría tuvo que viajar sin palabras, a la velocidad de la luz, y más, hasta el corazón de Joaquín y Ana, que esperaban la buena noticia en Nazaret. Nadie quita que alguna caravana, contactada por José, les llevara el feliz anuncio del Nacimiento. Y si hubo un enviado de Dios a los pastores, un sueño que puso en marcha a los sabios de Oriente, un sueño que avisó a José varias veces, ¿no habría un mensaje divino para los felices abuelos? Seguro que sí.

Abuelos en la distancia de estos primeros días. Como tantos abuelos que ven a sus hijos emigrar a otra tierras más benéficas, otras tierras donde labrar un futuro para sus familias. Tantos abuelos que esperan el regreso de unos nietos . Quién sabe...

Los abuelos siempre esperan. Su casa sigue abierta. Podemos imaginar a Joaquín y Ana esperando y luego conociendo, por fin, a su nieto a la vuelta del largo exilio no programado –con emigración a Egipto incluida para esquivara Herodes y vuelta directa a Nazaret para eludir a Arquelao--. Les podemos imaginar llenándole de besos, cantándole canciones para dormir, haciéndole regalos y, seguro, enseñándole las oraciones y las palabras de Dios a su pueblo elegido.

Podemos imaginar a María, yendo a la compra y dejando al peque en casa de los abuelos por unas horas. Por vivir en el siglo I los abuelos de Jesús seguro que no se libraron ¡de hacer de canguros!

 

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SAN JOAQUIN Y SANTA ANA

 

Por Nieves San Martín

 

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La Virgen del Carmen - 16 de julio

La devoción del Santo Escapulario del Carmen, "la primera entre las devociones marianas" la llamaba Su Santidad Pío XII el 11 de febrero de 1950; además de ser muy grata a María es sumamente ventajosa al que la practica. Pocas devociones, de hecho, tienen prometidas tantas y tan señaladas gracias.

 

Una de las más populares advocaciones marianas, difundida por los carmelitas. La orden de nuestra Señora del Monte Carmelo surgió en aquel lugar de Tierra Santa y se organizó como orden mendicante en el siglo XIII, bajo la dirección de san Simón Stock.

La Virgen María se apareció a este santo, prometiendo su auxilio especial a la hora de la muerte a los miembros de la orden Carmelita, y a todos los que participan de su patrocinio llevando su santo escapulario.

La Virgen del Carmen es patrona de las actividades relacionadas con la mar

 

El Carmelo es el Monte de María

El monte Carmelo, a cuya extraordinaria belleza compara a su Esposa el Cantar de los Cantares, es de sabor netamente bíblico. Hay que subir hasta el Libro de los Reyes o más arriba para dar con su origen. Dos son los montes que en Palestina llevan este nombre.

 

monte carmelo

 

El de Judea ,que no nos interesa, es árido y seco, parece que pesa sobre él la maldición de Cristo contra el pueblo deicida. El de Galilea, por el contrario, es fértil y fecundo en toda clase de frutos. Está junto al mar Mediterráneo y fue el teatro donde se deslizó la vida del profeta de Dios Elías Tesbita,

La fiesta litúrgica de este día, extendida a toda la Iglesia en 1726 por Su Santidad Benedicto XIII, recoge la narración bíblica que se entreteje entre Elías, el Carmelo y María.

El pueblo de Israel había vuelto a pecar. Dios envió a Elías para castigarle. Este profeta, en cuyo corazón y labios ardía el fuego del culto al verdadero Dios, cerró el cielo con el poder de su oración. Tres años y medio sin caer una gota de agua sobre la tierra.

Arrepentidos, vuelve Elías a interceder por ellos y el Señor escucha su oración, Elías sube a la cumbre del Carmelo. Se postra en tierra y ora con fervor. Manda a su criado que mire hacia el mar. Sube y mira. No hay nada. Vuelve a subir hasta siete veces. A la séptima dice:

"Divisase una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar... Y en brevísimo tiempo el cielo cubrióse de nubes con viento, y cayó una gran lluvia".

Algunos autores, sobre todo a partir del siglo XIV, vieron en esta nubecilla, en figura o tipos bíblicos, a la Virgen Inmaculada, mediadora universal. La Iglesia así lo ha aceptado en su liturgia.

El monte Carmelo es un abultado volumen de historia. Ha visto pasar a su vera los pueblos más diversos. Desde muy antiguo habitaron los carmelitas en él y en él comenzaron a dar culto a la Virgen Inmaculada.

 

Virgen del Carmen - Haifa carmelo

 

 

A Ella, a Santa María, tal cual la celebraban en la alta Edad Media, sobre todo a partir del concilio de Calcedonia, los ermitaños del monte Carmelo levantaron una célebre capilla, meta de peregrinaciones a fines del siglo XI, o principios del XII. Con ello no hacían más que ponerse bajo su patronato, o, como entonces se decía, bajo su título. Más adelante se unirá, formando una sola, la doble idea: María-Carmelo.

Recientemente se han hecho excavaciones para buscar restos arqueológicos de esta venerada capilla. En marzo de 1958 el conocido arqueólogo franciscano padre Belarmino Bagatti comenzó las excavaciones junto a la llamada "Fuente de Elías" y unos meses después descubría los cimientos y parte de los muros de una capilla de 22,30 por 6,25 metros, y junto a ella una pared de dos metros y medio de ancha que parece ser restos del primitivo monasterio de San Brocardo.

Todavía no se pueden afirmar definitivamente estas conjeturas. Por ello se sigue trabajando en las excavaciones, pero es muy probable que se trate de esta célebre capilla.

La simbólica interpretación de la nubecilla, que no es más que una hermosa figura para significar a la humilde y pura Virgen María como Mediadora universal de todas las gracias por su divina Maternidad corredentora, influyó a aumentar el profundo marianismo que impregnó, desde sus orígenes, la historia, liturgia y espiritualidad del Carmelo.

El monte Carmelo ha ido pasando de unas manos a otras. Hoy es el Gobierno israelita su dueño. A su antojo hacen y deshacen sin consultar a sus pacíficos y legítimos moradores, los hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

Poco después de la milagrosa aprobación de la regla carmelitana por Honorio III en 1226 vinieron los carmelitas a Occidente. El pueblo los recibió como llovidos del cielo. Decían que se llamaban: Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Más adelante, el 26 de abril de 1379, el papa Urbano VI concedía tres años y tres cuarentenas de indulgencias a cuantos así los llamaran.

Celebración de la Fiesta del Carmen

En algunas partes, sobre todo en Inglaterra, quizá poco después de la entrega del Santo Escapulario, se introdujo una nueva festividad mariana: "La solemne conmemoración de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo".

Fue extendiéndose de día en día hasta que, al reunirse la Orden en Capítulo general el 1609, se propuso a todos los gremiales que festividad debía tenerse como titular o patronal de la Orden, y todos unánimemente contestaron: "La solemne conmemoración de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo".

Comenzó como fiesta de familia, pero como por el don del Santo Escapulario, que se extendía tanto como la misma Iglesia, todos se sentían auténticos carmelitas, pronto llegaron a la Santa Sede peticiones e instancias solicitando poder celebrar dicha festividad.

España fue la primera en obtener del papa Clemente X, el 1674, el permiso para celebrar esta festividad en todos los dominios del Rey Católico. A esta petición siguieron otras muchas, hasta que el 24 de septiembre de 1726 Su Santidad Benedicto XIII la extendía a toda la cristiandad con rito doble mayor y con la misma oración y lecciones para el segundo nocturno que desde el siglo anterior rezaban ya los religiosos carmelitas.

Hoy la fiesta del Carmen, en muchas partes del mundo católico, es considerada como fiesta casi de precepto. En las naciones latinas sobre todo se le profesa una tierna y profunda devoción, y es el Santo Escapulario del Carmen la enseña que con devoción y amor cubre el pecho de todos los auténticos católicos.

 

escapulario carmen

 

El significado o fisonomía de la fiesta del Carmen es diferente del de otras festividades marianas, aunque, como es natural, no son sino diferencias accidentales, ya que para que sea devoción mariana y genuinamente ortodoxa debe esencialmente reducirse a la devoción mariana en general.

Así el martirologio sintetiza y anuncia la fiesta: "Conmemoración solemne de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, a la cual la familia carmelitana consagra este día por los innumerables beneficios recibidos de la misma Santísima Virgen en señal de servidumbre".

La fiesta del Carmen es como el tributo de amor que el Carmelo "todos los hijos de María que llevan su vestido" le ofrecen anualmente en señal de acatamiento y gratitud. El 16 de julio canta los inmensos favores que María ha derramado a través de los siglos sobre su Orden predilecta y sobre sus más fieles hijos, y a la vez la consagración y total entrega del Carmelo a María.

Con este espíritu celebran los carmelitas su fiesta y con estos sentimientos la celebraron los santos y debemos celebrarla nosotros. El contenido doctrinal de esta fiesta es muy rico y a la vez profundamente dogmático y espiritual, igual que el de las grandes fiestas marianas del ciclo litúrgico, con las cuales se compenetra íntimamente.

La idea dominante de esta festividad no es otra que la acción maravillosa de María sobre el Carmelo, es decir, su Realeza universal como Mediadora de todas las gracias, igual que la Iglesia la celebra el día de la Asunción.
La advocación del Carmelo es sumamente grata a María y al pueblo.

Gruesos volúmenes se hallan publicados ya desde sus remotos orígenes que recogen los prodigios obrados en mar, tierra y aire al ser invocada bajo la simpática advocación de Nuestra Señora del Carmen.

No hay que olvidar tampoco las dos últimas apariciones de María. La decimoctava y última visita que hace María a Santa Bernardita en la gruta de Massabielle la reservaba para el día 16 de julio de 1858, a pesar de que desde la decimoséptima habían pasados días muy señalados. Y el 13 de octubre de 1917, a los tres pastorcitos de Fátima, se les aparece por sexta y última vez vestida con el hábito marrón y capa blanca carmelitanas.

Devoción popular. Escapulario del Carmen

Que sea devoción sumamente grata al pueblo también es una verdad demasiado clara. Hay devociones que necesitan quien las fomente y propague, languideciendo rápidamente cuando les faltan estos apóstoles. No es así la del Carmen o del Santo Escapulario. Ella, por sí sola, con sus prodigios y sus privilegios, se extiende y propaga.

Con todo, no hay que confundirlo. La devoción del Escapulario no debe propagarse sólo por razón de los así llamados "Privilegios", ya que ésta sería una devoción falsa o imperfecta. La razón de los privilegios no es sino para fomentar el amor de caridad a Jesús y a María.

El valor principal de la devoción del Carmen no está en los prodigios a que hemos aludido ni en los privilegios que veremos, sino en su profundo valor espiritual o ascético en orden a nuestra santificación. Es decir, el Escapulario debe ayudarnos a vivir nuestra total consagración a Jesús por María en su servicio y en su presencia, en su unión e imitación.

La devoción al Escapulario de unos años para acá ha decaído un tanto porque algunos, fijándose casi exclusivamente en sus privilegios, desconocen su importancia, significación y valor en la vida cristiana, de la que es su más elocuente manifestación. De hecho la Iglesia la ha hecho suya para consagrar oficialmente a todo hombre a María desde el principio de su vida.

Aun así continúa siendo la devoción característica y propia de las familias cristianas. ¿Y por qué? Porque su poderoso valimiento llega a los momentos más difíciles de la vida, a la hora cumbre de la muerte, y, traspasando los umbrales de acá, no se da descanso hasta el mismo purgatorio, de donde saca a las almas que le fueron devotas y vistieron en vida el Santo Escapulario. Estas son sus credenciales: "En la vida protejo, en la muerte ayudo y después de la muerte salvo".

Se halla tan extendida esta devoción entre el pueblo cristiano, que un ilustre historiador B. Zimmerman podía escribir a principios del siglo: "La Cofradía del Escapulario es la más numerosa asociación del mundo después de la Iglesia católica".

Verdad histórica que coincide con lo que escribía en su obra póstuma María Santísima nuestro cardenal Gomá: "Nadie ignora lo extendida que está por todo el pueblo cristiano, en todas partes, y con qué profundo arraigo, la devoción a la Santísima Virgen del Carmen, de tal forma que a esta devoción podemos llamarla por antonomasia "devoción cristiana", o mejor, "católica".

La devoción del Santo Escapulario del Carmen, "la primera entre las devociones marianas" la llamaba Su Santidad Pío XII el 11 de febrero de 1950; además de ser muy grata a María es sumamente ventajosa al que la practica. Pocas devociones, de hecho, tienen prometidas tantas y tan señaladas gracias. He aquí las principales:
Morir en gracia de Dios. Es la gran promesa que ya hemos visto hizo la Santísima Virgen al entregar el Santo Escapulario a Simón Stock en 1251.

Salir del purgatorio a lo más tardar el sábado después de la muerte. Así lo dijo la Santísima Virgen al papa Juan XXII, en 1322. Es el llamado privilegio sabatino.

El 8 de julio de 1916 Su Santidad Benedicto XV, con deseos de que se siguiese usando el Escapulario de tela, concedió quinientos días de indulgencias cuantas veces se besara. Quien viste el Escapulario del Carmen se hace acreedor de todas las indulgencias, gracias y privilegios que los Sumos Pontífices a través de los siglos han otorgado a la Orden del Carmen.

La imposición del Santo Escapulario constituye el acto más elocuente y real de nuestra consagración a la Santísima Virgen. Por el Escapulario se vive íntima y continuamente consagrado a María tal cual nos exige nuestra condición de hijos y hermanos suyos. Por él pertenecemos a María, ya que vestimos su mismo ropaje. Por ello debemos vivir su misma vida.

Devolvamos el valor a esta sólida devoción que el mundo ha olvidado por alejarse tanto.
Que los lazos del Escapulario del Carmen simbolicen nuestra vuelta a la Casa del Padre, nuestra sumisión a sus mandatos, nuestra unión familiar, nacional e internacional.

Que la Madre y hermosura del Carmelo nos lo conceda.

 

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ESCAPULARIO DEL CARMEN

 

 

RAFAEL MARÍA LÓPEZ MELÚS, O. CARM.

 

¿Dónde estaban los abuelos de Jesús?

Joaquín y Ana, las figuras ausentes del Nacimiento

 

De los abuelos de Jesús, sólo sabemos de dos, los maternos y aún así por tradición y un evangelio apócrifo. Los padres de José el carpintero, o habían muerto ya o el evangelista no los considera relevantes para su relato. En cambio, Joaquín y Ana lo son y mucho.

 

Una antigua tradición del siglo II atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de María. El culto aparece para santa Ana ya en el siglo VI y para san Joaquín después. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural del cariño y veneración a la Madre de Dios.

Según esta tradición, la madre de María nació en Belén. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada dice de ella. Todo lo que sabemos está en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los 24 años, talludita para la época --las mujeres se desposaban entonces muy pronto, casi adolescentes--, Ana se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de Nazaret. Ana, descendía de la familia real de David. Veamos el papel de las mujeres en toda esta historia.

Los abuelos de Jesús vivían en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales de esta manera: una parte para los gastos de la familia, otra para el templo y la tercera para los más necesitados.

 

JOAQUIN Y ANA ABUELOS

 

 

Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo no llegaba, ausencia sin duda de la bendición divina, según sus contemporáneos. Ana tiene ya 44 años y le queda poco tiempo para un posible embarazo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre la esterilidad de la familia como algo que les hacía indignos de entrar en la casa de Dios. Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para pedir a Dios un hijo. Ana intensifica sus ruegos. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, un gran profeta. Un paralelismo evidente en los nombres, y en el resultado de los ruegos.

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los abuelos de Jesús fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.

Cuando se visita Tierra Santa, se puede ver la probable casa en la que vivió María su infancia. Fue una niña especial y como tal fue educada. Conocedora de las Escrituras, que enseñó a su hijo Jesús. ¿Y dónde estaban Joaquín y Ana, los abuelos, el día del Nacimiento?

Estaban en Nazaret, pues de allí era María. Se puede entrar hoy también en la casa –una casa de piedra de buena factura, de genteacomodada, como casi todas las de Nazaret, un pueblo próspero- en la que la joven desposada con José recibió el anuncio del enviado Gabriel, y aceptó una misión divina para la que había sido elegida, no sin cierto azaramiento --¿cómo puede ser esto?- en la confianza de la sabiduría del Padre y de la generatividad del Espíritu Santo.

¿Dónde estaban los abuelos de Jesús? ¿Les dijo algo María de todo este tinglado en que la había metido Dios? Si no se lo dijo, pronto vieron los efectos de la palabra divina, siempre eficaz. Y pronto tejieron un círculo de amor en torno a aquella joven encinta e inexperta.

Podemos imaginar a Ana tejiendo ropitas para ese niño tan especial, el Emmanuel. El hijo de María. Seguramente José y María –que eran previsores- partieron para Belén con las alforjas de la mula bien llenas de pañales y ropitas forradas para que el Niño, si es que le daba por llegar en medio del viaje, no pasara frío. En aquella época, los viajes eran una aventura para la que sólo se llevaba billete de ida: salteadores en los caminos, una mula que podía fallar, buscar posada en días de censo y sin precios fijos, los trámites de la burocracia romana podrían tardar más de lo previsto. Lo dicho, una aventura. La vuelta quedaba en manos de la Providencia.

Lo del frío que pasó Jesús cuando nació no deja de ser una bonita consideración piadosa de la devoción de san Alfonso María de Ligorio, en su famoso villancico Tu scendi dalle stelle. Ligorio y otros autores hablan del frío y el hielo de aquella noche –en una traslación del clima europeo a la templada Tierra Santa, donde por mucho que nos empeñemos en poner nieve en los belenes no nieva--, pero se refieren más bien al frío espiritual de la indiferencia y del abandono de la ley del pueblo santo. A templar, o mejor incendiar, ese frío venía Jesús.

 

Joaquin y ana

 

 

¿Dónde estaban los abuelos de Jesús en la noche más santa del año? Estaban en las puntadas de las ropitas y provisiones confeccionadas por Ana. En la oración asidua por los nuevos esposos, para que el viaje fuera bien y la flamante familia regresara pronto a Nazaret. En el pensamiento de María y José al ver la cara de ese niño tan esperado. Esperado por siglos y naciones.

Esa alegría tuvo que viajar sin palabras, a la velocidad de la luz, y más, hasta el corazón de Joaquín y Ana, que esperaban la buena noticia en Nazaret. Nadie quita que alguna caravana, contactada por José, les llevara el feliz anuncio del Nacimiento. Y si hubo un enviado de Dios a los pastores, un sueño que puso en marcha a los sabios de Oriente, un sueño que avisó a José varias veces, ¿no habría un mensaje divino para los felices abuelos? Seguro que sí.

Abuelos en la distancia de estos primeros días. Como tantos abuelos que ven a sus hijos emigrar a otra tierras más benéficas, otras tierras donde labrar un futuro para sus familias. Tantos abuelos que esperan el regreso de unos nietos . Quién sabe...

Los abuelos siempre esperan. Su casa sigue abierta. Podemos imaginar a Joaquín y Ana esperando y luego conociendo, por fin, a su nieto a la vuelta del largo exilio no programado –con emigración a Egipto incluida para esquivara Herodes y vuelta directa a Nazaret para eludir a Arquelao--. Les podemos imaginar llenándole de besos, cantándole canciones para dormir, haciéndole regalos y, seguro, enseñándole las oraciones y las palabras de Dios a su pueblo elegido.

Podemos imaginar a María, yendo a la compra y dejando al peque en casa de los abuelos por unas horas. Por vivir en el siglo I los abuelos de Jesús seguro que no se libraron ¡de hacer de canguros!

 

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SAN JOAQUIN Y SANTA ANA

 

Por Nieves San Martín

 

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