¿Sabes quiénes eran los Santos Timoteo y Tito?

Discípulos y colaboradores de San Pablo, fueron nombrados por él obispos de Éfeso y Creta, respectivamente. Entre los libros del nuevo testamento se incluyen dos epístolas dirigidas por San Pablo a Timoteo y otra a Tito, que se suelen denominar "cartas pastorales". 

Timoteo nació en Listra, de madre judía y padre gentil, y se convirtió en el primer viaje de San Pablo a esa ciudad. La tradición nos ha transmitido que murió mártir.

Tito fue uno de los discípulos más apreciados por San Pablo. Hijo de padres paganos fue convertido seguramente por el mismo Apóstol.

"Hoy como ayer la Iglesia necesita evangelizadores generosos"

Benedicto XVI explicó el miércoles 13 diciembre 2006, que hoy, como hace casi dos mil años, lo que la Iglesia necesita son evangelizadores disponibles y generosos.

 

CIUDAD DEL VATICANO,  (ZENIT.org)

Al recordar en la audiencia general las lecciones que dejan a los primeros cristianos Timoteo y Tito, dos de los colaboradores más cercanos de san Pablo apóstol, el Papa constató que «nos enseñan a servir al Evangelio con generosidad, sabiendo que esto implica también un servicio a la misma Iglesia».

En su alocución a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre continuó con la serie de meditaciones que viene ofreciendo sobre los primeros cristianos. En las semanas pasadas había afrontado la figura de Saulo de Tarso, el «décimo tercer apóstol».

San Timoteo

 Al hablar de Timoteo, san Pablo «encargó misiones importantes y vio en él una especie de “alter ego”, como se puede ver en el gran elogio que hace de él en la Carta a los Filipenses. «A nadie tengo de tan iguales sentimientos que se preocupe sinceramente de vuestros intereses» (2,20).

Siguió a san Pablo en sus aventuras apostólicas por Asia Menor, Tróada, Macedonia, Atenas, Corinto, Éfeso, Roma y otras localidades. Escribe con él algunas de sus cartas. Según la posterior «Historia eclesiástica» de Eusebio, Timoteo fue el primer obispo de Éfeso.

San Pablo llama a Tito «compañero y colaborador». En su nombre, por ejemplo, fue a Corinto a pedir con éxito obediencia a esa comunidad cristiana rebelde. Le envió, además, para organizar la conclusión de las colectas a favor de los cristianos de Jerusalén.

Al considerar juntas la figuras de estos dos cristianos, el Papa destacó que desempeñaron una labor decisiva en la misión de san Pablo.

San Tito
 «Él es, ciertamente, el apóstol por antonomasia, fundador y pastor de muchas Iglesias –aclaró--. De todos modos, queda claro que no lo hacía todo solo, sino que se apoyaba en personas de confianza, que compartían el esfuerzo y las responsabilidades».

En particular, el Papa subrayó «la disponibilidad de estos colaboradores», que les llevó a recorrer innumerables ciudades y a afrontar peligros por anunciar el Evangelio.

El Papa concluyó su meditación recordando la recomendación que el apóstol Pablo hace a Tito en la carta que le dirige (3, 8): «que los que creen en Dios traten de sobresalir en la práctica de las buenas obras».

 

San Pablo y el genio femenino: la madre de San Pablo

"Hijos, obedezcan a sus padres, porque ustedes son de Cristo y eso es lo que les corresponde hacer. El primer mandamiento que va acompañado de una promesa es el siguiente: "Respeta y obedece a tu padre y a tu madre, para que todo te salga bien y tengas una larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos y denles enseñanzas cristianas" (Efesios 6: 1-4)

 

De la madre de San Pablo nada sabemos, puesto que la única figura materna que el apóstol menciona en sus epístolas es a la madre de Rufo que "ha sido también como una madre para mí".

A pesar de ello, todo parece indicar que además de colaborar con su marido y su hijo en la fabricación de tiendas, se empeñó en crear un hogar que dejó "la marca de la casa" en el alma de sus hijos. Un ambiente de familia propio de los judíos obligados a emigrar lejos de su tierra, que mientras permanecían fieles a sus tradiciones judías – "Yo fui circuncidado a los ocho días, soy de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, soy hebreo de los legítimos hebreos. Respecto a la Ley, era fariseo." (Cfr Flp 3, 5-6)-, mantenían una mentalidad abierta y tolerante a nuevas culturas.

De todas formas, parafraseando a León Tolstoi me atrevo a aventurar que el apóstol reconocía a su madre por la sonrisa. Una "sonrisa de Dios", reflejo del amor de madre que gastó su vida sembrando en su hijo un lenguaje de amor, dulzura, seguridad, libertad, coraje, ejemplo y alegría. Ya que ella, seguramente como todas las madres, era consciente que a pesarde que su maternidad es el mejor regalo para una mujer, su vocación entraña una gran responsabilidad: "trabajar por la familia y el matrimonio" es "trabajar por el hombre", puesto que es lo mejor que tenemos.

Dicen los expertos en educación que conociendo a los hijos se sabe cómo son sus padres, o mejor aun, que los hijos son fotocopia de los padres, ya que absorben los valores de sus padres por osmosis, de forma natural, inconsciente y gradual. No se refieren únicamente al aspecto físico, sino más bien al carácter, a la forma de ser, de sentir, de pensar, en definitiva, a la manera de ver la vida.

Puesto que es a través de la familia donde los vínculos, el ambiente y el tipo de convivencia, facilitan que de un modo natural se asimilen virtudes y valores, el afán de saber, el trabajo bien hecho, la vida de piedad, así como la equilibrada formación de la personalidad y la forma más humana de entender la existencia.

Pues bien, como afirma monseñor Romano Penna, uno de los máximos expertos de la vida y de las obras de Pablo, es posible deducir su temperamento y su aspecto físico a partir de sus cartas. De su aspecto físico, "sabemos que, en su vida, afrontó innumerables dificultades: vigilias, ayunos, frío, tres naufragios, miles de kilómetros recorridos a pie, lapidado, cinco veces flagelado por los judíos, tres veces azotado por los romanos, encarcelado por largos periodos: y de todo esto se deduce que tenía un físico excepcional, una voluntad de hierro y una capacidad de adaptación extraordinaria".

De su carácter, "el hecho de que, antes del acontecimiento de Damasco, ejerciera una encarnizada presión persecutoria hacia la comunidad cristiana, habla bien de su temperamento fogoso… un carácter fuerte, que podía expresarse con tonos muy rudos, duros, pero al mismo tiempo, a menudo, muy afectuosos, dulces, amables, casi femeninos. Él mismo se compara a un padre y también a una madre. Su psicología es compleja, con muchas facetas, muy rica".

Esta reflexión nos hace suponer que tanto la madre como el padre de San Pablo eran conscientes que "trabajar" por la familia, con entrega abnegada e incondicional, suponía "trabajar" por el hombre. Es más, estoy convencida de que aprovecharían cualquier ocasión no solo para agradecer al Señor, Padre todopoderoso, el don de los hijos recibidos, sino para guiar con sabiduría, paciencia, fortaleza y serenidad todas sus preocupaciones, temores y fatigas que de ese amor incondicional se deriva.

Después de todo, la familia es el ámbito natural en la que cada uno de nosotros "habríamos elegido para nacer y madurar", "donde se viven los amores humanos más verdaderos, buenos y bellos", puesto que cada familia, nuestra familia, es "exclusiva, extraordinaria e inaccesible".

Pero hay algo más. Cada familia, nuestra familia, es "exclusiva, extraordinaria e inaccesible" en la que "lo valemos todo desnudos de todo" simplemente por Amor.

 

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https://www.primeroscristianos.com/sabes-quien-era-aquila-y-priscila-colaboradores-de-san-pablo-8-de-julio/

 

Tres vocaciones frustradas  

Jesús plantea la radicalidad de un amor total

En los tres casos, Jesús plantea la radicalidad de un amor total y sin concesiones ni a la vida fácil, ni a posibles engaños revestidos de caridad.Esta va a ser la actitud de Jesús siempre.

 

Continuando el camino acuden a Jesús tres hombres con el ánimo de seguirle. Se ha corrido la voz del Maestro, le buscan y, cuando le encuentran, le manifiestan sus deseos de entrega.

 

Un escriba lleno de generosidad

El primero es un escriba lleno de generosidad. "Mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré adonde quiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza"(Lc). Ésta era la situación real de Jesús. Rechazado en Galilea y en Judea es un maestro itinerante sin lugar de reposo fijo ni lugar para enseñar. El que le quiera seguir debe estar dispuesto a esta vida dura, lejana a las ilusiones de un maestro, y menos aún de un rey.

Respuesta afirmativa pero con reticencias

"A otro le dijo: Sígueme. Pero éste contestó: Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre". Ahora es Jesús el que llama, como lo ha hecho en tantas ocasiones. La respuesta es afirmativa pero con reticencias. "Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios" (Lc). Coloca la vocación por encima de toda otra obligación. Nada debe ponerse por delante del amor de Dios.

 

El cariño filial

"Otro dijo: Te seguiré, Señor, pero primero permíteme despedirme de los de mi casa. Jesús le dijo: Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios"(Lc). El cariño filial es importante, pero el amor a Dios lo es más. A lo largo de los tiempos ¡cuantos discípulos que siguen a Cristo en las diferentes vocaciones de su Iglesia, recordarán que también ellos pusieron la mano en el arado y mirar hacia atrás significa perder todo derecho a la herencia eterna!

En los tres casos, Jesús plantea la radicalidad de un amor total y sin concesiones ni a la vida fácil, ni a posibles engaños revestidos de caridad. Esta va a ser la actitud de Jesús siempre, pero más en aquellos meses.

Enrique Cases, Tres años con Jesús,

 

 

 

Presentamos una selección de libros sobre san Pablo cuya lectura recomendamos

 

San Pablo y el Resucitado

 San Pablo y el Resucitado

Recopilación de las catequesis del Papa sobre san Pablo

carro
Benedicto XVI - Joseph Ratzinger
Ciudad Nueva

San Pablo no es «una historia pasada, irrevocablemente superada», sino alguien que «quiere hablar con nosotros hoy». Con estas palabras, el 28 de junio de 2008 Benedicto XVI inauguró el año paulino en la Basílica de San Pablo Extramuros, en el bimilenario de su nacimiento.
A través de estas catequesis, el Papa nos narra la experiencia personal del encuentro de Saulo de Tarso con Cristo. Para él, Jesús es una persona viva, presente en medio de los suyos, el protagonista del evento decisivo de la historia del mundo.

San Pablo, heraldo de Cristo

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Josef Holzner
Herder

Esta moderna biografía de san Pablo viene recorriendo con general aplauso el mundo entero a través de sus repetidas ediciones alemanas y sus traducciones a las principales lenguas europeas. El éxito editorial alcanzado se explica por las relevantes cualidades de la obra. En ella se han dado mano las más variadas disciplinas, como la exégesis y la teología del Nuevo Testamento, la historia del helenismo y del judaísmo, la historia de las tres religiones y la de la cultura filosófica coetánea, la geografía, la topografía y la arqueología de los países recorridos por el Apóstol. Con tan magnífica aportación de todas las disciplinas auxiliares de la historia, el autor ha levantado un digno monumento a la figura gigantesca de san Pablo.

 

Las memorias de Poncio Pilato

Pablo de Tarso, Ciudadano del Imperio

carro
Paul Dreyfus
Palabra

Mezcla entre reportaje e investigación histórica minuciosa, Dreyfus nos ofrece un emocionante relato sobre el “Apóstol de las Gentes”. El resultado es una visión cercana y emocionante de una vida que podía denominarse epopeya. Sin Pablo de Tarso la civilización cristiana habría tomado rumbos diferentes y carecería de sus rasgos característicos.

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El mensajero del rey

  El mensajero del rey

carro
Louis de Wohl
Palabra

Louis de Wohl entreteje con maravillosa habilidad la historia y la ficción en esta vida del apóstol san Pablo. Aunque, como él mismo dice, en este libro no pretende hacer una biografía exhaustiva del Apóstol de las Gentes, sin embargo, nos ofrece una narración emocionante permaneciendo fiel a la verdad objetiva, limitándose a colmar las lagunas que dejan tanto las Cartas del Apóstol como el relato histórico de Los Hechos de los Apóstoles. Aquellos lectores que conocen la obra `La Lanza´ reconocerán al protagonista Casio Longinos, que es ahora Gobernador de Siria y llegó a ser cuñado de Calígula. Se trata de una licencia literaria del autor para dar cuerpo al relato.

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Por las rutas de San Pablo

Por las rutas de San Pablo

carro
Salvador Muñoz Iglesias
Palabra

La figura del Apóstol no es un fósil arqueológico, sino que tiene -humana y espiritualmente-perenne actualidad. La enseñanza de Pablo es valedera para todos los tiempos. Más aún: creo que es oportunísima para el nuestro. Pablo se movió en un mundo pagano. Y el mundo de nuestros días, con su creciente secularización y con su materialismo desacralizado en todos los sectores de la vida, está muy cerca del mundo pagano de hace veinte siglos. Lo que él predicaba era escándalo para unos y necedad para otros (1 Co1, 23). Igual que sigue siendo hoy. Su predicación no fue grata en su tiempo. Pero eficaz sí que fue, porque era necesaria y salvadora. Hoy tampoco resonará gratamente a los oídos del mundo. Pero la necesita, y solo ella puede salvarlo. Por ello, hay que seguir diciéndosela al mundo de hoy como san Pablo se la dijo al de su tiempo.

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San Pablo en sus cartas

San Pablo en sus cartas

Mariano Herranz

En esta excelente obra el autor analiza en profundidad unos escritos que constituyen sin duda uno capítulos fundamentales dentro del patrimonio histórico–doctrinal de la Iglesia. A través del testimonio manifestado en sus Cartas, la gigantesca figura del Apóstol de las Gentes, su rica y fuerte personalidad, aparece ante nosotros merced al riguroso estudio de Mariano Herranz, cuya labor aquí sólo puede ser calificada de extraordinaria.

 

San Pablo, apóstol de las gentes

  San Pablo, Apóstol de las gentes

Fray Justo Pérez de Urbel

Se trata de otro de los magníficos trabajos de Pérez de Urbel, en el que el autor, valiéndose una vez más de la erudición y capacidad demostrada en otras ocasiones (como ya hiciera en Vida de Cristo), nos acerca el perfil humano de uno de los pilares de la Iglesia, describiendo al mismo tiempo el mundo en el que hubo de desenvolverse y al cual fue enviado a evangelizar.

 

Alegres con esperanza

Alegres con esperanza

carro
Francisco Varo
Rialp

Un estudio de los textos de San Pablo incluidos en una selección hecha por San Josemaría en junio de 1933. Meditándolos, el cristiano corriente, llamado a santificarse en su trabajo profesional y en sus deberes familiares y sociales, puede descubrir que la enseñanza del Apóstol constituye una referencia cercana y atractiva para orientar su vida.

 

 

 

 

 

TERTULIANO NOS HABLA DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Nos habla Tertuliano. Siglo II-III. Los primeros cristianos están dispuestos a dar su vida por la unidad de la Iglesia. Se esfuerzan por mantener unido el rebaño de Cristo, que empieza  a verse atacado y zarandeado por herejías, infidelidad, etc.

 

TEXTOS DE LOS PRIMEROS SIGLOS SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA

 

1. Voy a mostrar las verdaderas actividades de la «secta» cristiana: habiendo refutado las perversidades que se le atribuyen, mostraré sus excelencias. Somos un cuerpo unido por una común profesión religiosa, por una disciplina divina y por una comunión de esperanza.

Nos reunimos en asamblea o congregación, con el fin de asaltar a Dios como en fuerza organizada. Esta fuerza es agradable a Dios.

(TERTULIANO, Apologético, 39, 1-18)

 

 

2. El cuerpo no permanece impasible ante el sufrimiento de uno de sus miembros; necesariamente se duele con él, y busca, pues, un remedio. Allí donde están uno o dos fieles, allí se encuentra la Iglesia, y la Iglesia se identifica con Cristo.

Por eso, cuando tú tiendes las manos hacia tu hermano, estás tocando a Cristo, estás abrazando a Cristo, estás implorando a Cristo. Y cuando tus hermanos derraman lágrimas por ti, es Cristo quien sufre, es Cristo quien por ti suplica a su Padre, obteniendo fácilmente lo que como Hijo pide.

(TERTULIANO, Sobre la penitencia, 8, 4-10)

 

 

3. Toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola.

De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una misma tradición apostólica.

(TERTULIANO, Tratado sobre la prescripción de los herejes, 21, 3; 22, 8-10)

 

 

 Del libro:
ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Gabriel Larrauri (Ed. Planeta)

 

 

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Tertuliano - una de las grandes personalidades de la Iglesia antigua

 

 

 

Santa Inés - 21 de Enero

Su nombre aparece en el Canon Romano

Desde el siglo VI la iconografía la representa como una joven con un cordero, bien a los pies o en los brazos, símbolo de la pureza y alusivo a su nombre. Célebre y popular mártir de la Iglesia de Roma. Su nombre, Agnes, es la transcripción latina del adjetivo griego agne que significa pura, casta. También podría derivar del latín agnus, cordero. Sufrió el martirio siendo muy joven, quizá a los 13 años, y fue sepultada en la vía Nomentana, donde hoy se levanta la basílica de su nombre.

Vida

Los escritos que refieren noticia de la pequeña mártir son: el De Virginibus, 1,2, y el De Officiis, 1,41, de San Ambrosio; el poema 14 del Peristephanon de Prudencio (siglo V) y el himno, quizá ambrosiano, “Agnes beatae virginis” (PL 17,1210-11).

El papa San Dámaso (366-384) le dedicó, como a otros tantos mártires, un bello poema que se conserva aún en su mármol original, en la basílica de la vía Nomentana. En el siglo V todos estos detalles de la vida de Inés que recogen las fuentes señaladas fueron fundidos y ampliados en una relación legendaria por un tal pseudo Ambrosio. No tenemos noticia alguna de su nacimiento ni de su familia, que debió de ser cristiana.

Igualmente carecemos de noticias acerca de la fecha de su martirio, aunque la mayoría de los historiadores creen que fue una de las víctimas de la persecución de Diocleciano (304). Otros afirman que murió en la persecución de Valeriano (258-260). Sobre el motivo del martirio la leyenda habla de su voto de virginidad y de cómo el hijo del prefecto de Roma llegó a enamorarse de ella.

 

 

Al pretenderla éste en matrimonio, Inés le rechazó. Ante la negativa, el joven recurrió a su padre, que, en calidad de prefecto de la ciudad, averiguó que Inés era cristiana, por lo que fue llevada ante el tribunal.

No están de acuerdo las fuentes arriba señaladas en cuanto al género de martirio que sufrió, pues si para San Ambrosio y Prudencio murió decapitada, y para el autor del himno Agnes beatae virginis degollada, para San Dámaso, en cambio, murió quemada.Hay que hacer notar que este papa se preocupaba de dar en sus epitafios la verdad histórica, que antes averiguaba con cuidado.

Aunque las distintas narraciones difieren en los detalles, coinciden, sin embargo, en cuanto al hecho de su martirio, que hay que admitir históricamente como cierto, así como su proclamación como mártir de la virginidad. El cuerpo de Inés fue sepultado en un campo de su propiedad: in praediolo suo, situado en la vía Nomentana.

 

Culto

El nombre de Inés figura el 21 de enero en la Depositio Martyrum de 336, del que pasó luego al Martyrologium Hieronymianum y al canon de la misa romana y ambrosiana. En el s. VI también se lee en el calendario de la Iglesia de Cartago, así como en otras liturgias occidentales. La liturgia romana celebra una segunda fiesta de Santa Inés el 28 de enero, llamada en el Martyrologium Hieronimianum Agne genuinum.

Esta segunda conmemoración tiene todos los aspectos de ser una octava y por tal la tienen algunos Sacramentarios de los s. IX y X. Sin embargo, bien puede ser otra nueva festividad creada como contraposición al natali de passione.

El monumento más importante del culto es la basílica que sobre la tumba de la vía Nomentana mandó edificar Constanza, hija de Constantino, y en la que reposaron luego sus restos, juntamente con los de Elena, mujer de Juliano el Apóstata.

 

 

Esta basílica fue restaurada por el papa Símaco (498-514) y totalmente reedificada por el papa Honorio I (625-638), que mandó colocar en el ábside de la nueva basílica un bello mosaico, representando a Inés entre los pontífices Símaco y Honorio, vestida a la usanza bizantina.

En el s. XVII volvió a ser restaurada por iniciativa de los cardenales Medici y Sfondrati. El papa Honorio III (1216-27) trasladó la cabeza de la mártir al Sancta Sanctorum de la basílica lateranense, de donde en tiempos recientes pasó a la basílica dedicada a la santa en la plaza Navona.

El resto de sus reliquias, cuya autenticidad no es ciertamente segura, se conservan en la basílica de la vía Nomentana dentro de la arqueta de plata mandada hacer por el papa Paulo V (1605-21) y colocada en un pequeño nicho sepulcral, bajo el rico altar que también fue construido por orden del mismo papa.

La basílica fue elevada a título cardenalicio por el papa Inocencio X en 1654. En 1708 se erigió en ella una parroquia.

 

Iconografía

La figura de Inés es representada en el s. IV bajo la forma de una joven orante, como en el vidrio dorado del cementerio de Pánfilo. Desde el s. VI la iconografía se fija representando una joven con un cordero, bien a los pies o en los brazos, símbolo de la pureza y alusivo a su nombre.

De esta forma se halla representada entre las vírgenes de la parte izquierda de la basílica de S. Apollinare Nuovo, en Rávena.

Bajoel mismo tipo es representada en la pintura prerrenacentista del Giotto o de fray Angélico. Los artistas del Renacimiento también se ocupan de Inés, siempre bajo el mismo tipo iconográfico: así Andrea del Sarto, Tintoretto, Domenichino.

 

 

Su fiesta se celebra el 21 de enero y en ella se bendicen dos corderos blancos tras la misa que se celebra en la basílica de la Nomentana, de cuya lana se confeccionan los palios que usan los papas, patriarcas y arzobispos en las ceremonias litúrgicas más solemnes.

 

FIDEL G. CUÉLLAR. (G.E.R.)

BIBL.: Acta Sanctorum, Ian., 111,350-363; S. AMBROSIO, De Virginibus, PL 16,200 ss.; Biblioteca hagiogrática latina, 1, Bruselas 1898, 27 ss. y supl. Bruselas 1911, 9; FRANCHI DE CAVALIERI, S. Agnese nella tradizione e nella leggenda, Roma 1899; íD, Analecta Bollandiana, 19, Bruselas 1900, 226 ss.; íD, Hagiographica, Roma 1908, 141-164; A. DUFOURCQ, Études sur les Gesta Martyrum romains, I, París 1900, 214-217; P. ALLARD, en DACL I,I,905; D. BARTOLIM, Gli atti dei martirio della nobilissima vergine romana S. Agnese, Roma 1858; H. DELEHAYE, Les origines du culte des martyrs, Bruselas 1912, 315 ss.; E. los[ y R. APRILE, Agnese di Roma, en Bibl. Sanct. 1,382-411.

 

+ info -

https://www.primeroscristianos.com/iglesia-santa-ines-agonia-roma/

 

Papa San Fabián

Su pontificado se extendió desde el 236 al 250. Eusebio de Cesarea (Hist. Eccl, VI, 29) relata las extraordinarias circunstancias de su elección. Después de la muerte del Papa San Antero él había venido a Roma, con algunos otros de su granja y estaba en la ciudad cuando la nueva elección comenzó.

Mientras se consideraban los nombres de varias personas ilustres y nobles, una paloma descendió repentinamente sobre la cabeza de Fabián, en quien nadie siquiera había pensado. A los hermanos reunidos esa visión les recordó la escena del Evangelio cuando el Espíritu Santo descendió sobre el Salvador de la humanidad, y así, inspirados divinamente, como fue, eligieron a Fabián por gozosa unanimidad y lo colocaron en la Silla de Pedro. Durante su reinado de catorce años hubo calma en la tormenta de la persecución.

Poco se sabe sobre su pontificado. El "Liber Pontificalis" dice que él dividió a Roma en siete distritos, cada uno supervisado por un diácono, y designó siete subdiáconos para recopilar, conjuntamente con otros notarios, las Actas de los Mártires, es decir los informes de los procedimientos dela corte en ocasión de sus juicios (cf. Eus., VI, 43). Hay una tradición que dice que él instituyó los cuatro órdenes menores.

Bajo su mandato se realizó un considerable trabajo en las catacumbas. Él mandó a exhumar el cuerpo del Papa San Ponciano, en Cerdeña, y a transferirlo a la catacumba de San Calixto en Roma. Relatos posteriores, más o menos dignos de confianza, le atribuían a él la consagración (245) de siete obispos como misioneros a Galia, entre ellos San Denis de París (San Gregorio de Tours, Hist. Francor., I, 28, 31).

San Cipriano menciona (Ep., 59) que el Papa Fabián condenó por herejía a cierto Privato (obispo de Lambaesa) en África. El famoso Orígenes no vaciló en defender, ante Fabián, la ortodoxia de su enseñanza (Eus. Hist. Eccl., VI, 34). Fabián murió como mártir (20 de enero de 250) al principio de la persecución de Decio, y fue enterrado en la Cripta de los Papas en la catacumba de San Calixto, donde en épocas recientes (1850) De Rossi descubrió su epitafio griego (Roma Sotterranea II, 59): "Fabián, obispo y mártir." Los decretales atribuidos a él en Pseudo-Isidoro son apócrifos.

Fuente: Meier, Gabriel. "Pope St. Fabian." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909

 

+info -

Historia del papado en la iglesia primitiva - Los papas del Siglo III (del año 200 al 260)

 

Catacumbas de San Calixto

 

Durante muchos siglos, la Iglesia Romana utilizó exclusivamente esta antigua traducción de la Biblia

A diferencia de hoy, los cristianos de los primeros siglos de la Iglesia no podían ir a la librería local y recoger la Biblia (o buscar un versículo en su móvil); ni siquiera existía una sola compilación de escrituras sagradas, hasta el siglo IV.

 

En ese momento había varias versiones de los Evangelios y las cartas de San Pablo, así como del Antiguo Testamento. Los cristianos en Europa utilizaron traducciones griegas o traducciones latinas locales que fueron copiadas y compartidas entre las diversas comunidades.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que algunas de las traducciones se corrompieron y alteraron el significado original del texto.

Por eso el papa Dámaso I encargó a san Jerónimo en 382 que echara un vistazo a los Evangelios y revisara las traducciones latinas basadas en los manuscritos griegos más antiguos.

 

La labor de san Jerónimo

Y san Jerónimo hizo exactamente eso, pero después de completar los Evangelios, su curiosidad se despertó y comenzó una nueva traducción de los salmos.

Luego viajó a Jerusalén y una vez en la Ciudad Santa se embarcó en un ambicioso proyecto para traducir todo el Antiguo Testamento, basado en los textos hebreos originales.

Le tomó alrededor de 16 años completar su intento, pero no tradujo todos los libros, saltándose Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y Macabeos I y II.

Jerónimo hizo grandes esfuerzos para traducir el texto hebreo y convertirlo en un equivalente latino que tuviera sentido, pero que fuera fiel al original.

 

La edición común, la traducción oficial de la Biblia

Fue uno de los primeros «eruditos de las escrituras» y tuvo tanto cuidado al traducir la Biblia que su trabajo finalmente se conoció como vulgata editio (la «edición común»).

Si bien se hicieron varias revisiones en los siglos posteriores, la Iglesia siempre miró hacia atrás a san Jerónimo como un estándar. Por el Concilio de Trento en el siglo XVI, la Vulgata Latina se había convertido en la traducción oficial de la Biblia en la Iglesia católica romana.

En el siglo XVII se creó la Biblia en inglés Douay-Rheims; también se basó en la Vulgata latina. No fue hasta el siglo XX que los traductores católicos se alejaron de la Vulgata a favor de ir directamente al material original, descubriendo textos similares a los que san Jerónimo usó en el siglo IV.

Como resultado, la Vulgata dio forma a la vida litúrgica y devocional de la Iglesia católica romana durante casi 1.500 años.

Tenemos mucho que agradecerle a san Jerónimo por su trabajo académico, que impactó en la Iglesia durante la mayor parte de su historia.

 

 

+ info -

https://www.primeroscristianos.com/san-jeronimo-doctor-de-la-iglesia-30-de-septiembre-4/

 

https://es.aleteia.org

 

20 de enero

SAN SEBASTIAN, SOLDADO
(† ca. 304)

 

Después de la persecución de Valeriano, el emperador Galieno, su Sucesor, dirigió un rescripto a los obispos por el que les permitía reanudar el culto cristiano y ocupar las iglesias que unos anos antes les habían sido confiscadas. Los emperadores siguientes respetaron aquel rescripto y el cristianismo gozó de un largo período de paz.

 

Sí se dieron casos de persecución en provincias, ello fue debido más al celo intempestivo de algún prefecto que a la voluntad expresa del emperador.

Durante los años que transcurrieron del 260 hasta rayar el siglo IV, la Iglesia completó la organización por todo el Imperio y afianzó su prestigio. Había muchos cristianos en todas partes: llegando a ser mayoría en algunas ciudades de Asia Menor. Los había entre los funcionarios públicos, entre los cargos palatinos y en la milicia. Fue preciso edificar nuevos templos espaciosos, pues los locales construidos en el decurso del siglo III no bastaban para atender a la multitud de fieles. Quedaba muy lejos el tiempo aquel en que los cristianos eran mal vistos y acusados de los peores crímenes.

Los cristianos podían pensar que había llegado el momento de su triunfo sin nuevas pruebas. Mas, contra todas las previsiones, se presentó una nueva persecución; la más cruel y duradera de todas. El historiador Eusebio nos explica por qué la Providencia permitió una prueba tan dura. Eusebio vivió aquellos hechos y sus palabras nos dan la clave de otras persecuciones habidas en la larga historia de la Iglesia.

"Como comenzásemos a abandonarnos en la negligencia y desidia - confiesa humildemente - debido al mal uso de tantos años de libertad, y unos a tener envidia y criticar a otros; como nos hiciéramos nosotros mismos mutua guerra, hiriéndonos de palabra a modo de armas y lanzas; como los prelados luchasen contra prelados y pueblos contra pueblos, levantando revueltas y tumultos; finalmente, como imperase el fraude y el engaño hasta el ápice de la malicia, entonces la divina Justicia empezó a amonestarnos primero con brazo suave, como acostumbra, casi sin sentir, y moderadamente, sin tocar aún al cuerpo general de la Iglesia y pudiéndose reunir todavía las multitudes de fieles libremente; la persecución estalló en sus comienzos por los que ejercían la milicia".

Sucedía eso a fines del siglo III. El Imperio era gobernado por Diocleciano, hombre inteligente pero escéptico, en Oriente, Italia y todo el Occidente estaba en manos del emperador Maximino. vanidoso e inculto. Fue éste el primero que emprendió la depuración de elementos cristianos en sus tropas. A los oficiales se les degradaba de momento; los veteranos eran echados ignominiosamente del Ejército. Han llegado hasta nosotros los nombres de varios mártires pertenecientes a la milicia: Maximiano en Tebaste, Víctor en Marsella, Marcelo en Tánger, el veterano Julio en Mesia, Emeterio y Celedonio en Calahorra. Pero el más ilustre de todos fue, sin duda alguna, San Sebastián, en Roma.

Se conservan los restos de San Sebastián, así como la catacumba en donde fue sepultado, con el lugar del sepulcro. Hay noticia de su culto, antiguo y nunca interrumpido. En cambio, no poseemos ningún relato contemporáneo de su martirio. La "pasión" o relato del martirio fue escrita un par de siglos más tarde y, aunque verídica en lo sustancial, es dudosa en ciertos detalles y contraría en algunos hechos históricos conocidos. Mas, como se trata del único documento que relata el martirio del Santo, en él han debido de apoyarse los hagiógrafos posteriores.

Sebastián, hijo de padre militar y noble, era oriundo de Narbona, pero creció y fue educado en Milán. De muy joven emprendió la carrera militar y llegó a capitán de la primera cohorte de la guardia pretoriana, cargo que sólo se daba a personas ilustres. Era respetado por todos y apreciado por el emperador. Lo que ignoraba éste es que Sebastián fuera cristiano de corazón. El noble capitán cumplía con disciplina, pero no tomaba parte en los sacrificios a los dioses ni en otros actos que fueran de idolatría. No exteriorizaba su fe íntima; aunque se valía de su posición privilegiada para ejercer el apostolado seglar entre los compañeros de milicia y en ayudar ocultamente a los cristianos.

Visitaba a los encarcelados por causa de Cristo, alentaba a los débiles y abatidos, daba ánimo a los que padecían tormento. Según la "pasión", intervino de un modo especial en sostener la fe de dos caballeros romanos, Marco y Marceliano, hermanos mártires, cuyo sepulcro fue identificado a principios del presente siglo cerca de la catacumba de San Sebastián. daba a personas ilustres. Era respetado por todos y apreciado por el emperador. Lo que ignoraba éste es que Sebastián fuera cristiano de corazón. El noble capitán cumplía con disciplina, pero no tomaba parte en los sacrificios a los dioses ni en otros actos que fueran de idolatría.

No exteriorizaba su fe íntima; aunque se valía de su posición privilegiada para ejercer el apostolado seglar entre los compañeros de milicia y en ayudar ocultamente a los cristianos. Visitaba a los encarcelados por causa de Cristo, alentaba a los débiles y abatidos, daba ánimo a los que padecían tormento. Según la "pasión", intervino de un modo especial en sostener la fe de dos caballeros romanos, Marco y Marceliano, hermanos mártires, cuyo sepulcro fue identificado a principios del presente siglo cerca de la catacumba de San Sebastián.

La conducta de San Sebastián no era de cobardía, sino de cautela, y estaba de acuerdo con lo que, en distintas ocasiones, habían exhortado los prelados. El martirio se podía pedir a Dios, pero no se debía provocar, pues eso hubiera sido tentar a Dios, obligándole a conceder unas gracias especialísimas fuera de lo ordinario. El proceder de Sebastián fue, pues, el de simultanear, mientras pudo. el cargo de soldado del emperador pagano con el otro cargo de soldado de Cristo.

Esta situación duró hasta el día en que llegó la denuncia, en parte temida y en parte deseada, y se enteró el emperador. Maximiano le hizo comparecer a su presencia, reprochó su conducta y le colocó en la disyuntiva de abandonar su religión o perder el honroso cargo. Sebastián tuvo que escoger entonces una de las dos milicias. Como pudo más la convicción y su conciencia que la posición encumbrada y el bienestar material, escogió a Cristo. No soportó el emperador aquel desaire y le amenazó con la muerte. Pero Sebastián sentía por todo su ser la gracia sacramental de la confirmación que le empujaba al martirio y no dio el brazo a torcer. En vista de ello, Maximiano le condenó, sin más dilación, a morir asaeteado. Los sagitarios se lo llevaron al estadio del Palatino; desnudo lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas. Luego se retiraron indiferentes, dejando el cuerpo erizado y dándolo por muerto.

Mas no fue así. Sus íntimos, que estaban al acecho, fueron allí y, encontrándolo vivo aún, lo desataron y se hicieron con él. La "pasión" nos ha conservado el nombre de la santa matrona que lo escondió en su propia casa y le curó las heridas. Se llamaba Irene, y en los catálogos antiguos su nombre se encuentra entre los santos del día 22 de enero.

Pasado un tiempo, Sebastián quedó completamente restablecido. Sus íntimos le aconsejaban que se ausentara de Roma; mas él, que ya se había encariñado con la idea del martirio, en vez de esconderse se presentó un buen día ante el emperador y le pidió, con singular entereza, que dejara ya de perseguir a los cristianos. Maximiano, salido que hubo de su asombro, pues lo creía muerto, no se dejó ablandar, antes al contrario, enojado por todo aquello, le mandó azotar horriblemente hasta morir. Luego los soldados echaron el cuerpo en un albañal inmundo. Mas los cristianos fueron de noche, lo recogieron y enterraron en un cementerio subterráneo de la vía Apia.

Esta catacumba, que hoy lleva el nombre de San Sebastián, se halla a poco más de dos kilómetros de las antiguas murallas que circundaban la urbe. Durante el siglo IV, cuando la Iglesia pudo desenvolverse con toda libertad, se erigió una pequeña iglesia subterránea en el lugar de la tumba. En la parte superior edificaron, por el mismo tiempo, otra basílica de mayores proporciones, dedicada a San Pedro y San Pablo, pues desde el siglo anterior se venía dando culto a los dos apóstoles en aquella catacumba. Esta basílica cambió de nombre en el siglo IX y lleva desde entonces el del mártir Sebastián. Para el visitante de hoy, la iglesia ofrece un aspecto moderno, pero debajo de las molduras y estucos barrocos está la estructura romana del siglo IV. La estatua de San Sebastián, que preside el altar, obra de Giorgetti, es muy venerada por el pueblo romano. Cerca del lugar del martirio, en el Palatino, hay otra iglesia dedicada al santo mártir.

El culto a San Sebastián como protector contra la peste data de muy antiguo. En el año 680, la ciudad de Roma, estaba infectada de este mal. Entonces erigieron un altar con la imagen del Santo en la basílica de San Pedro. La gente fue a invocarle y, según rezan las crónicas, la peste cesó al punto. El hecho se divulgó rápidamente y desde entonces es invocado en todas partes. En España son innumerables las ermitas y capillas dedicadas en honor suyo y son muy pocas las parroquias rurales que no tengan el altar de San Sebastián. Tan sólo en Cataluña tiene 61 iglesias dedicadas. También data de muy antiguo en los anales de la Iglesia el invocar a San Sebastián contra los enemigos de la religión junto con otros dos santos caballeros, San Mauricio y San Jorge.

En el cielo está con doble aureola de mártir, pues padeció doble martirio, que si el segundo le quitó la vida, le bastara el primero a quitársela de no haberlo dispuesto Dios de otro modo, para mayor gloria del Santo y ejemplo de los cristianos pusilánimes.

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San Sebastián, Mártir - La fuerza de la fe

JUAN FERRANDO ROIG

San Germánico fue un discípulo muy joven de San Policarpo

Fue también uno de los once cristianos de Filadelfia, en la actual Turquía, que fueron devorados por las bestias durante las persecuciones del Imperio Romano en el siglo II. En vez de renegar su fe, instó a sus compañeros a dar su vida por Jesús.

 

En Esmirna, de Asia, pasión de san Germánico, mártir de Filadelfia en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio. Discípulo de san Policarpo, le precedió en el martirio, y al ser condenado por el juez en el vigor de la primera juventud, superó con la gracia de Dios el temor de la fragilidad corporal y llegó a provocar éI mismo a la fiera que le destinaron para su sacrificio.

Todo lo que sabemos de san Germánico se reduce a lo que nos dice la carta a los cristianos de Esmirna sobre la persecución en la que fue hecho prisionero san Policarpo: «Pero demos gracias a Dios, porque Germánico triunfó de sus enemigos. En efecto, el muy noble joven alentó el valor de los otros con su constancia, e hizo frente a las fieras, en forma admirable.

Como el procónsul tratase de salvarle, rogándole que se apiadara de su propia juventud, Germánico, expresó su deseo de verse libre de la compañía de hombres tan descarriados, y él mismo provocó valientemente a las fieras para que le atacaran. Al ver la multitud el maravilloso valor de los cristianos, amados del Señor y temerosos de Dios, empezó a gritar: ¡Mueran los enemigos de los dioses! ¡Traed a Policarpo!»

Este relato es uno de los documentos más auténticos que poseemos sobre la Iglesia primitiva. Eusebio cita este pasaje en su «Historia Eclesiástica», y el texto completo nos ha llegado por una fuente independiente. Hay que notar que Germánico, al provocar contra sí a las fieras para librarse cuanto antes de la abyecta compañía de los paganos y judíos, hizo realmente el gesto que san Ignacio de Antioquía se proponía hacer (Carta a los Romanos, 5).

Nota : La cuestión del año de martirio es problemática: por un lado, el martirio de Germánico está estrechamente relacionado con el de Policarpo; sin embargo, el de Policarpo cuenta con testimonios dispares, que hace que haya que situarlo en el 166/7, o en el 155, o incluso en otros años. Si nos guiamos por el elogio del Martirologio Romano, el «tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio» es después del 160, siempre que el «Marco Antonino» que menciona sea Marco Aurelio, porque podría tratarse de Antonino Pío, y entonces el martirio se situaría hacia el 155. La cuestión queda abierta, y la confusión entre los dos emperadores, así como otras dificultades en la concordancia cronológica, son bastante frecuentes en la literatura posterior como para no poder cerrar definitivamente el asunto.

Ver Lightfoot, Apostolic Fathers, pt. 11, vol. III, p. 478; Delehaye, Les passions des martyrs... (1921), pp. 12 ss., y Acta Sanctorum, 19 de enero.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston
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Acta del martirio de San Policarpo de Esmirna (año 155 d.C.)

 

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