TEXTOS DE LOS PRIMEROS SIGLOS SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu caridad, y congregarla desde los cuatro vientos, santificada, en tu Reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. (DIDACHÉ O ENSEÑANZA DE LOS DOCE APÓSTOLES, 10, 7)
2. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente. (DIDACHÉ o ENSEÑANZA DE LOS DOCE APÓSTOLES, 9, 4)
Del libro:
ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Gabriel Larrauri (Ed. Planeta)
Mártir de principios del s. IV, uno de los más famosos santos españoles. Nació en Huesca, de padres cristianos, en la segunda mitad del s. III. Valerio, obispo de Zaragoza, lo toma como diácono al servicio de su diócesis. Su fervor y elocuencia, junto con su ejemplaridad, se hicieron muy pronto populares. Su actividad diaconal se desarrolló durante una época relativamente serena y pacífica (el a. 270 el emperador Aurelio restablece la unidad del Imperio, y Diocleciano en el 284 le da una nueva organización), que favorece el impulso expansivo de la Iglesia.
Ello contribuye al asentamiento y asimilación orgánica del cristianismo en las regiones ya más evangelizadas, como la Hispania: el Conc. disciplinar de Elvira (v.), que presupone un desarrollo y madurez considerables de la Iglesia en España, al menos en la provincia Bética, se celebró en fecha inmediata al a. 300.
Tras de esta situación favorable, se originó una nueva y más sangrienta persecución, decretada por los emperadores Diocleciano y Maximiano. En marzo del 303 se publica el primer edicto imperial en este sentido. Para llevar a cabo los diversos edictos persecutorios, llega a España el prefecto Daciano, que permanece en la Península dos años, ensañándose con fanatismo y crueldad en la población cristiana. Daciano hace su entrada en España por Gerona, encargando allí del cumplimiento de los decretos imperiales al juez Rufino, pasando 61 a Barcelona y después a Zaragoza.
De Zaragoza el Prefecto llevó consigo a Valencia al obispo Valerio y a su diácono Vicente. Pronto se deshace del obispo enviándolo al destierro, mientras que a V. lo somete a toda la gama de torturas para provocar su apostasía: potro, garfios, tenazas y fuego. Por último lo envía a prisión, donde V. recibe una aparición angélica, narrada tanto por las Actas como por Aurelio Prudencio.
El dato es admitido como cierto por algunos historiadores modernos (cfr. Z. García Villada, o. c. en bibl., 279-281), aunque otros dudan de su historicidad por su acusado sabor legendario. En la prisión encuentra V., finalmente, la muerte.
La autenticidad de sus virtudes diaconales (de servicio), vividas heroicamente en la sencillez de su vida ordinaria, quedó sancionada por la sangre derramada en los momentos difíciles de la persecución. Y la Iglesia correspondió a su eminente servicialidad con el homenaje de su pronto y extenso culto. Éste queda testimoniado a lo largo y a lo ancho de la geografía cristiana: S. León Magno en Roma, S. Ambrosio en Milán, S. Isidoro en Sevilla y S. Agustín en África son testigos de la amplia difusión de su fama.
Sólo de S. Agustín se conservan seis sermones «in natali Vincenti Martyris» (en la festividad del mártir Vicente: PL 38,1252-68), siendo de 61 estas encomiásticas palabras: «¿Hasta dónde se extiende el Imperio romano o el cristianismo que no se celebre con gozo la festividad de S. VIcente?» (Sermón 276: PL 38,1257). Tres basílicas dedicadas a su culto en la Roma medieval atestiguan la popularidad de su nombre. Es también uno de los pocos mártires mencionadosen el Calendario de Polemio Silvio (CIL, 1, 2 ed., 259).
Por su parte el Librr Sacramentorum mozarabicus (ed. M. Ferotin, París 1912, 112-121) contiene una Misa en su honor. Su imagen, en actitud orante, con una gran tonsura, y revestido de la pérula, aparece en un fresco del s. VI-VII dentro del cementerio de Ponciano, en Roma.
Se celebra su fiesta el 22 de enero. Es honrado especialmente en Zaragoza, en Salona, Sagunto y Tolosa. Reliquias suyas se veneran en Carmona (Sevilla) y en algunas ciudades de África. Las fuentes principales para el estudio de la vida de S. VIcente son las Actas de su martirio, un himno del poeta español Aurelio Prudencio (Peristephanon, V), y los seis sermones panegíricos de S. Agustín, ya mencionados.
Las Actas o Passio que han llegado hasta nosotros son bastantes tardías y difieren probablemente de la Passio original (perdida), pero concuerdan en líneas generales con el himno de Prudencio y con los datos que aportan los sermones agustinianos.
F. MENDOZA RUIZ.
BIBL. : Passio Sancti Vincentii levitae, ed. D. Rulz BuENo, en Actas de los Mártires, BAC, Madrid 1962, 995-1017; I. BAUDOT, Dictionnaire d'hagiographie, París 1925, 646; z. GARCfA VILLADA, Historia Eclesiástica de España, I, Madrid 1929, 279-281; M. DE MAILÚ, Vincent d'Agen et Vincent de Saragosse, París 1949; L. DE LACGER, St. Vincent de Saragosse, «Rev. d'histoire de l'l?glise de France» 13 (1927), 307-59; T. MORAL, Vincenzo di Saragozza, en Bibl. Sanct. 12,1149-55.
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Estamos en el 304, en el torbellino del odio anticristiano desatado por el emperador Diocleciano (si bien algún estudioso coloca la circunstancia durante la persecución de Valeriano, 40 años antes). De Inés no se conoce nada a parte de su pasión, cuyas informaciones, no siempre unívocas, están diseminadas en varios documentos posteriores al martirio.
La tradición cuenta sobre un amor no correspondido, aquel del hijo del Prefecto de Roma hacia Inés que, con solo trece años, no pretende ligarse al noble. La joven ha hecho voto de castidad a Cristo y cuando el Prefecto lo sabe se desencadena la represalia: Inés deberá entrar en el círculo de las vestales que rinden culto a la diosa protectora de Roma.
La muchacha rechaza y la venganza se hace más cruel, pasando del templo al prostíbulo, con la exposición de la joven entre las prostitutas en Piazza Navona. Los relatos hagiográficos cuentan cómo Inés, en virtud de una protección superior, logra -también en aquella situación- custodiar su propia pureza.
El odio contra ella aumenta en una espiral creciente. La muchacha es condenada a la hoguera, pero las llamas ni siquiera logran rozarla y entonces un golpe de espada a la garganta le quita la vida. La iconografía representa a Inés siempre con un cordero a su lado porque el suyo es el mismo destino reservado entonces a los pequeños ovinos.
Y cada 21 de enero, fiesta litúrgica de la Santa, una pareja de corderos criados por las hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, es bendecida. Con su lana, las religiosas confeccionan los sacros palios que el Papa impone a los nuevos arzobispos metropolitanos el 29 de junio de cada año.
Los restos de Santa Inés son custodiados en una urna de plata comisionada por Pablo V, colocada en el interior de la homónima Basílica sobre la Via Nomentana, hecha construir por la princesa Constantina, hija del emperador Constantino I, sobre las catacumbas en las cuales fue sepultado el cuerpo de la joven.
De ella escribió San Ambrosio:
“Su consagración es superior a la edad, su virtud superior a la naturaleza: de tal manera que su nombre parece no haberle venido de elección humana, sino ser predicción del martirio, un anuncio de aquello que ella debía ser”.
De ella decia San Jeronimo:
"La vida de Inés es alabada en todas las iglesias por las plumas y las lenguas de todos los pueblos, porque, sobreponiendose a la flaqueza de su edad, triunfó del tirano y consagró con el martirio el honor de la castidad."
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Las fuentes históricas son ciertas: el 'Depositio martyrum' que data de 354, que lo recuerda el 20 de enero y el "Comentario sobre el Salmo 118" de S. Ambrogio (340-397), las pocas noticias fueron ampliadas y adornadas, por el más tarde 'Passio', probablemente escrito en el siglo V por el monje Arnobio el Joven.
San Sebastián, según S. Ambrosio, nació y creció en Milán, de padre de Narbona (Francia) y de madre milanesa, había sido educado para la fe cristiana, se mudó a Roma en 270 y se embarcó en una carrera militar alrededor de 283, hasta llegar a tribuno de la primera cohorte de la guardia imperial en Roma, estimado por su lealtad e inteligencia por los emperadores Maximiano y Diocleciano, que no sospechaban que era cristiano.
Gracias a su posición, pudo ayudar a los cristianos encarcelados con discreción, encargarse del entierro de los mártires y ser capaz de convertir a los soldados y nobles de la corte, donde había sido presentado por Castulo, un sirviente (cubicolario) de la familia imperial, quien luego murió como mártir.
Justo cuando, según la tradición, Sebastián había enterrado a los santos mártires Claudio, Castorio, Sinforiano, Nicostrato, llamados los "Cuatro Martires Coronados" (Quattro Coronati), en la vía Labicana, Maximiano lo arrestó y lo llevó a Diocleciano, quien ya estaba enfurecido por el rumor que se estaba extendiendo que, en el palacio imperial, había muchos cristianos entre los pretorianos, el tribuno apostrofeó: "Siempre te he mantenido entre los mayores de mi palacio y has trabajado en las sombras contra mí, insultando a los dioses".
Sebastián fue condenado a ser atravesado por flechas; atado a un poste en un área de la colina del Palatino llamada "campus". Dado por muerto por los soldados que lo habían atravesado, lo dejaron allí para alimentar a los animales salvajes, pero la noble Irene, viuda del mencionado S. Castulo, fue a recuperar su cuerpo para enterrarlo, se dio cuenta de que el tribuno no estaba muerto y transportado a su casa en el Palatino, lo cuidó de numerosas heridas.
Milagrosamente Sebastian logró sanar y luego, a pesar de los consejos de sus amigos de huir de Roma, decidió proclamar su fe nuevamente ante Diocleciano y su asociado Maximiano, mientras que los emperadores acudieron para las funciones al templo erigido por Elagabalus, en honor del Invitto Sun.
Habiendo escuchado los reproches de Sebastian por la persecución de los cristianos, inocentes de las acusaciones hechas contra ellos, Diocleciano ordenó que esta vez se le azotara hasta la muerte; la ejecución tuvo lugar en 304 ca. En el Hipódromo Palatino, el cuerpo fue arrojado al Cloaca Máximo, para que los cristianos no pudieran recuperarlo.
El mártir apareció en sueños a la matrona Lucina, indicando el lugar donde había aterrizado el cadáver y ordenándole enterrarlo en el cementerio "ad Catacumbas" en la Via Appia. Hasta finales del siglo VI, los peregrinos iban allí atraídos por la "memoria" de san Pedro y de san Pablo, en la basílica de Constantiniano erigida en memoria de los dos apóstoles justo encima del cementerio, también visitaron la tumba del mártir, cuya figura se había vuelto muy popular y cuando en 680 se atribuyó a su intercesión, el final de una grave plaga en Roma.
El mártir san Sebastián fue elegido intercesor contra las epidemias y la iglesia comenzó a llamarse "Basílica Sancti Sebastiani". Por su trabajo de asistencia a los cristianos, fue proclamado por el Papa San Cayo "defensor de la Iglesia". El santo es venerado el 20 de enero y es considerado el tercer patrón de Roma, después de los dos apóstoles Pedro y Pablo.
Ahora, 1.766 años después, la historia del primer mártir hispano se ha convertido en una película que se estrenará el próximo domingo 19 de enero —dos días antes de la fiesta de san Fructuoso, que la Iglesia celebra el 21 de enero, fecha de su martirio— en el Teatro Tarragona de la ciudad homónima, en dos pases con entrada gratuita, a las 17h y a las 19h.
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Andreu Muñoz dirige ‘La Pasión de San Fructuoso’, una adaptación al cine de la obra teatral de un mártir que se representa en Tarragona desde hace más de 30 años
La película, llamada La Pasión de San Fructuoso, está dirigida por Andreu Muñoz Melgar, director del Museo Bíblico Tarraconense y delegado diocesano para la cultura, que pretende «transmitir un relato fundamentado en hechos reales que permite decodificar el gran patrimonio monumental cristiano de Tarragona», según recoge el semanario Catalunya Cristiana.
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Muñoz es también el autor de la obra teatral con el mismo nombre, que se estrenó en 1990 y que desde entonces se ha venido representando cada dos años. En 2018, la Asociación Cultural San Fructuoso representó la obra en el mismo anfiteatro en el que se asesinó a los tres mártires, pero desde entonces no ha podido repetirlo, y han volcado sus energías en este proyecto audiovisual.
Tanto la obra como la película se basan en la Passio Fructuosi, un documento anónimo, posiblemente escrito por un soldado, que recoge los hechos ocurridos y que incluso llegó a manos del célebre san Agustín, que se refirió a él en un sermón.
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La película de Muñoz ha sido rodada en los mismos lugares donde ocurrió la acción, en catalán, pero está doblada al castellano, el inglés y el francés. «para internacionalizar la historia de los primeros mártires cristianos de la península ibérica», dice Muñoz.
En el proyecto han participado más de un centenar de personas, entre actores y el trabajo detrás de las cámaras. Ha contado con el apoyo económico del Ayuntamiento y la Diputación de Tarragona, y con la ayuda logística del arzobispado. Las entradas para los dos pases del 19 de enero se pueden conseguir a través de esta página web, y son gratuitas.
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En 2016, Martin Scorsese estrenó la controvertida película «Silencio», cuya trama nos presenta a unos jesuitas que llegan al Japón del siglo XVII a buscar un compañero que ha apostatado y a acompañar a los cristianos perseguidos y torturados, pero acaban renegando de la fe.
Este nuevo vídeo pretende mostrar cómo, si bien la fidelidad hasta el martirio es un don que supera las solas fuerzas del hombre, es necesario el heroísmo para abrazar con valor la cruz de cada día y dar testimonio de Cristo en una sociedad descreída y aun amenazadora.
San Sebastián fue uno de los hombres de confianza del emperador Diocleciano, quien le nombró tribuno y jefe de cohorte sin saber que era cristiano. A pesar de que muchos creyentes abjuraron de la fe sometiéndose al decreto imperial por el cual todos los ciudadanos romanos debían ofrecer sacrificios idolátricos, Sebastián se mantuvo fiel al Señor y ayudó a muchos cristianos que estaban en la cárcel.
Aquello le costaría la vida. Las representaciones habituales del santo nos han convencido de que murió asaeteado por orden del emperador Valeriano, pero no fue así del todo: sobrevivió a la lluvia de flechas y, con la ayuda de santa Irene y santa Lucina, consiguió recuperarse.
Sus amigos le aconsejaron que huyera de Roma, pues la persecución de Diocleciano contra los cristianos arreciaba. Sin embargo, Sebastián hizo algo extraordinario: no solo se negó a huir, sino que se presentó nuevamente ante el emperador, quien le daba por muerto, y le echó en cara todas las atrocidades que estaba cometiendo.
Diocleciano no quiso saber más de él y ordenó que le flagelaran hasta la muerte. Después, los soldados arrojaron el cadáver a un lodazal, de donde fue recogido por los cristianos y enterrado solemnemente.
Ver en Wikipedia
A todos nos suena la imagen de un joven atado al tronco de un árbol y con el cuerpo atravesado por varias flechas, pero poco sabemos de él, aparte de que se llamaba San Sebastián y fue martirizado en tiempos de los romanos. Sin embargo, su ejemplo sigue siendo para nuestros tiempos una llamada acuciante a la fidelidad a Cristo en contra de las fatuas promesas del mundo.
El 20 de enero del 2024 se estrenó gratuitamente en YouTube «San Sebastián, mártir», un nuevo vídeo inspirado en la figura de este gran santo. El proyecto forma parte de una iniciativa poco común en España: un campamento de verano organizado por la comunidad Siervos del Hogar de la Madre para enseñar a los jóvenes las técnicas más modernas de cinematografía y así colaborar en lo que Benedicto XVI llamaba la evangelización del «sexto continente»: internet.
Aunque la mayoría de los participantes son noveles, el equipo que dirige la grabación lleva varios años trabajando en la evangelización a través de los medios de comunicación, particularmente con el programa para evangelizar con humor «Catholic Stuff» (pueden verlo aquí: https://www.youtube.com/@cosascatolicas ).
En 2016, Martin Scorsese estrenó la controvertida película «Silencio», cuya trama nos presenta a unos jesuitas que llegan al Japón del siglo XVII a buscar un compañero que ha apostatado y a acompañar a los cristianos perseguidos y torturados, pero acaban renegando de la fe.
Este nuevo vídeo pretende mostrar cómo, si bien la fidelidad hasta el martirio es un don que supera las solas fuerzas del hombre, es necesario el heroísmo para abrazar con valor la cruz de cada día y dar testimonio de Cristo en una sociedad descreída y aun amenazadora.
San Sebastián fue uno de los hombres de confianza del emperador Diocleciano, quien le nombró tribuno y jefe de cohorte sin saber que era cristiano. A pesar de que muchos creyentes abjuraron de la fe sometiéndose al decreto imperial por el cual todos los ciudadanos romanos debían ofrecer sacrificios idolátricos, Sebastián se mantuvo fiel al Señor y ayudó a muchos cristianos que estaban en la cárcel.
Aquello le costaría la vida. Las representaciones habituales del santo nos han convencido de que murió asaeteado por orden del emperador Valeriano, pero no fue así del todo: sobrevivió a la lluvia de flechas y, con la ayuda de santa Irene y santa Lucina, consiguió recuperarse.
Sus amigos le aconsejaron que huyera de Roma, pues la persecución de Diocleciano contra los cristianos arreciaba. Sin embargo, Sebastián hizo algo extraordinario: no solo se negó a huir, sino que se presentó nuevamente ante el emperador, quien le daba por muerto, y le echó en cara todas las atrocidades que estaba cometiendo.
Diocleciano no quiso saber más de él y ordenó que le flagelaran hasta la muerte. Después, los soldados arrojaron el cadáver a un lodazal, de donde fue recogido por los cristianos y enterrado solemnemente.
Les recomendamos que estén atentos al estreno del vídeo y lo den a conocer. Esta iniciativa ha sido realizada sin ánimo de lucro, por puro amor al Señor y a la Iglesia, tan necesitada de testigos audaces que busquen agradar a Dios antes que a los hombres.
El estreno del 20 de enero de 2024.
Hno. Luis Escandell Millán-Puelles, SHM
FUENTE: www.catholicstuff.es
Esta exposición, titulada ‘Jordania: el amanecer del cristianismo’, se enmarca en los esfuerzos del Ministerio de Turismo y Antigüedades jordano por desarrollar el turismo religioso y cultural, y fortalecer la posición del reino hachemita como destino turístico líder para la peregrinación cristiana.
La ministra de Turismo y Antigüedades jordana, Lina Anab, afirmó hoy en Amán que organizar esta muestra refleja el compromiso del reino de preservar las antigüedades y proteger los lugares y monumentos relacionados con las religiones.
La exposición se llevará a varios países, entre los que destacó Italia, Francia, Grecia, Portugal y otros de África y América Latina; y su presentación coincide con el trigésimo aniversario de las relaciones entre Jordania y el Vaticano.
Asimismo, explicó que esta exhibición busca resaltar la importancia de Jordania como origen de la religión y preservar la presencia cristiana en la región como parte integral del país.
La idea de realizar esta exposición surgió debido a la situación actual en la Franja de Gaza y la extensión del conflicto en los países de alrededor, lo que llevó a Jordania a impulsar esta iniciativa para confirmar que es un país seguro en un intento de restaurar la confianza de los turistas.
Esta exposición se llevará a cabo del 31 de enero al 28 de febrero y se exhibirán más de 90 piezas de oro raras para contar una historia sobre el patrimonio jordano y descubrir la historia de las religiones en Jordania, además de «mostrar el mensaje de paz que despegó, floreció y se estableció en la tierra bendita de Jordania».
«Hay quienes no saben que el cristianismo existe en Jordania, por eso hay que decirles que el cristianismo comenzó en Jordania», afirmó Anab en rueda de prensa.
Según la ministra, la exposición llevará al visitante a un viaje en el tiempo para explorar los lugares sagrados de Jordania, que son las principales estaciones de peregrinación cristiana aprobadas por el Vaticano.
Entre los más destacados se encuentran Mar Elias, el lugar de nacimiento del profeta Elías y la Iglesia de Nuestra Señora de la Montaña en Anyara, así como el santuario del profeta Moisés y el castillo de Makur, el lugar del martirio de Juan Bautista.
La exposición también mostrará diversas piezas, que van desde finos mosaicos hasta símbolos antiguos, como el símbolo del pez, considerado una de las piezas más importantes y raras que influyen en la historia de la libertad.
La exposición también destaca el papel de los primeros cristianos en Jordania en diversas artes, ingeniería y tecnología para observar la excelencia cultural y artística, desde el siglo I d.C. hasta nuestros días.
La carta sobre los cristianos de Plinio el Joven (Plin. Ep. X 96) es uno de los documentos más comentados. Debe datarse entre el 18 de septiembre del 111 y el 3 de enero del año 112, durante la legación de Plinio en Bitinia-Ponto.
Los académicos han reconocido la amplia gama de temas y personas a las que Plinio acudió, especialmente a través del medio de la escritura:
“Plinio el Joven mantuvo una voluminosa correspondencia con la gente que conocía. Estas cartas tratan tanto temas técnicos como debates senatoriales y cuestiones de estilo, temas tan comunes como la enfermedad y la muerte o las inundaciones del Tíber ... Revelan una personalidad tan versátil y variada como los temas que trata su autor ” .
Los escritos de Plinio evidencian un profundo y arraigado respeto por las magistraturas en los reinados de los emperadores Nerva y Trajano. Era justo en su trato con los demás y aparentemente velaba por el bienestar de los enfermos, los pobres y los ancianos.
Nos enteramos de que fundó una escuela, estableció un fondo para niños pobres y gastó parte de sus propias finanzas para ayudar a otros, como en el caso de elevar a su amigo Romatius Firmus al rango ecuestre y proporcionar una dote para la hija de Quintiliano. Una pasión particular de Plinio era la escritura y la literatura.
Leía mucho, incluidos los géneros de historia, comedia, poesía y oratoria, y pasaba gran parte de su tiempo preparando casos judiciales. Mantuvo correspondencia con otros escritores de renombre de su tiempo, incluidos los historiadores Suetonio y Tácito. Según todos los informes, Plinio era una persona de renombre.
Hacia el final de su carrera como gobernador de Bitinia y Ponto (noroeste de Turquía), Plinio escribió cartas al emperador Trajano (r. 98-117 d. C.) en varias ocasiones. Quizás la más famosa es la carta que escribió pidiendo consejo sobre cómo tratar con los cristianos (Epist. 10.96). Es un extracto extenso, pero vale la pena citarlo en su totalidad, y luego seguiremos con la respuesta de Trajano:
“Es mi regla, señor, referirle a usted todos los asuntos de los que no estoy seguro. Porque, ¿quién es más capaz de guiar mi incertidumbre o informar mi ignorancia? Como nunca he estado presente en ningún juicio de los cristianos, desconozco el método y los límites que deben observarse al examinarlos o castigarlos.
También he tenido grandes dudas sobre si se debe hacer alguna diferencia en razón de la edad, o alguna distinción permitida entre el más joven y el adulto; si retractarse permite un perdón, o si un hombre ha sido cristiano una vez, no le ayuda a retractarse; si la mera profesión de cristianismo, aunque sin delitos, o solo los delitos asociados con él, son punibles.
Mientras tanto, el método que he observado con los que me han sido denunciados como cristianos es este: les interrogué si eran cristianos.Si lo confesaron, repetí la pregunta una segunda y una tercera vez, agregando la amenaza de la pena capital. Si aún perseveraban, ordené que los llevaran a la ejecución.
Sea cual sea la naturaleza de sus creencias, al menos no podía sentir ninguna duda de que la terquedad y la obstinación inflexible merecían un castigo. Había otros también poseídos por la misma locura, pero siendo ciudadanos de Roma les ordené que fueran enviados allí. Estas acusaciones se extendieron (como suele ser el caso) por el mero hecho del asunto que se investiga y salieron a la luz varias formas de la travesura.
Se colocó un cartel, sin firma, acusando a un gran número de personas por su nombre. Aquellos que negaron ser, o habían sido, cristianos, que repitieron después de mí una invocación a los dioses y ofrecieron adoración, con vino e incienso, a tu estatua,que había ordenado traer para este propósito, junto con las imágenes de los dioses, y que finalmente maldijo a Cristo —todas las cosas que se dice que ningún cristiano verdadero puede ser obligado a hacer— pensé que deberían ser despedidos.
Otros que fueron nombrados por ese informante al principio se confesaron cristianos, pero poco después lo negaron, diciendo que lo habían sido, pero que habían cesado, unos tres años atrás, otros muchos años atrás, y unos pocos hasta veinte años atrás. Todos adoraron tu estatua y las imágenes de los dioses, y maldijeron a Cristo.
Afirmaron, sin embargo, que toda su culpa o error era que tenían la costumbre de reunirse en un cierto día fijo antes de que amaneciera, y de cantar en versos alternos un himno a Cristo como a un dios, y de atarse a sí mismos. por un juramento solemne, no a las malas acciones, pero nunca cometer ningún fraude, robo,o adulterio, para nunca falsificar su palabra, ni para negar una prenda cuando fueron llamados a entregarla.
Después de esto, tenían la costumbre de separarse y luego reunirse para participar de la comida, pero comida ordinaria e inocente. Incluso esta práctica, sin embargo, la habían abandonado después de la publicación de mi edicto, por el cual, según sus órdenes, había prohibido las asociaciones políticas.
Por tanto, pensé que era más necesario extraer la verdad real, con la ayuda de la tortura, de dos esclavas, a las que llamaban diaconisas: pero no pude descubrir nada más que una superstición depravada y excesiva. Por tanto, he aplazado el procedimiento y me apresuré a consultarle. Porque me pareció que valía la pena referirme a usted, especialmente considerando los números en peligro.
Muchas personas de todas las edades y rangos y de ambos sexos están siendo y serán llamadas a juicio. Porque esta superstición contagiosa no se limita solo a las ciudades, sino que también se ha extendido por las aldeas y distritos rurales. Sin embargo, parece posible comprobarlo y corregirlo.
Es cierto, al menos, que los templos, que estaban casi desiertos, comienzan ahora a ser visitados nuevamente; y los ritos sagrados, después de un largo interludio, vuelven a ser revividos. Existe una demanda generalizada de animales de sacrificio, para la que hasta ahora sólo se encontraban compradores en raras ocasiones.
A partir de esto, es fácil imaginar que una multitud de personas pueden ser recuperadas de este error, si se deja una puerta abierta para que cambien de opinión ".
El emperador Trajano luego respondió brevemente a Plinio (a quien llamó Secundus; Epist. 10.97):
—El método que ha seguido, segundo mío, para examinar los casos de los que le denunciaron como cristianos es el adecuado. No es posible establecer una regla general que pueda aplicarse como norma fija en todos los casos de esta naturaleza. No se debe realizar ninguna búsqueda de estas personas.
Cuando son denunciados y declarados culpables, deben ser castigados; con la restricción, sin embargo, de que cuando un individuo niega que es cristiano y da prueba de ello, es decir, adorando a nuestros dioses, será perdonado sobre la base del arrepentimiento, aunque anteriormente haya incurrido en sospechas.
Las acusaciones anónimas no deben admitirse como prueba contra nadie, ya que está introduciendo un precedente muy peligroso y de ninguna manera agradable a nuestro tiempo ”.
El emperador Trajano elogia a Plinio por su correcto curso de acción al tratar con los cristianos, aparentemente reconociendo la difícil situación que enfrenta. La carta de Plinio evidencia que los cristianos se enfrentaban a la persecución bajo la autoridad romana, aunque esto ciertamente estaba justificado en su opinión.
Plinio es un testigo hostil del floreciente movimiento cristiano al que se refiere como "contagioso" y como una "superstición depravada y excesiva". Aquellos que se adscriben a la fe están todos poseídos por la "misma locura" considerada digna del castigo de Roma. El proceso de castigo, dice Plinio, fue que los sospechosos de ser cristianos fueron interrogados y luego se les ordenó que se retractaran de su fe si admitían ser creyentes en Cristo.
Las respuestas de los cristianos ante el juicio con amenazas de tortura e incluso ejecución son las que cabría esperar: algunos se retractaron de su fe negando haber sido cristianos, posteriormente maldijeron a Cristo, rindieron reverencia a los dioses de Roma y ofrecieron vino e incienso a la estatua de Trajano. A continuación, estos cristianos fueron despedidos sin más condenación.
Otros cristianos se mantuvieron firmes en su fe, y luego fueron enviados para ser ejecutados. En estas circunstancias, es evidente que Plinio no estaba seguro de cómo responder. El cristianismo dentro de su provincia y el Imperio era visto como una plaga, pero ¿estaba castigando a los culpables de una manera apropiada?
La carta de Plinio también proporciona uno de los primeros testimonios no cristianos de la existencia de Jesús, probablemente escrito ochenta años después (2).
Plinio indica que había un gran número de cristianos, muchos de los cuales eran conocidos por su posición y constituían un abanico de edades, clases sociales y sexos. La carta revela que ya en el siglo I d.C. el movimiento cristiano había crecido significativamente y se extendía más allá de su lugar de origen en Jerusalén.
Los cristianos no solo se encontraban dentro de las grandes ciudades del Imperio, sino también en áreas rurales y aldeas. También sucedió que los templos, presumiblemente dedicados a los dioses romanos, se estaban volviendo desiertos y que los vendedores de carne de sacrificio luchaban por encontrar compradores, evidentemente porque más personas se estaban convirtiendo al cristianismo.
Aunque la carta de Plinio aquí refleja la realidad histórica a raíz de la expansión cristiana,hace uso de una hipérbole y una floritura retórica para comunicarle a Trajano la gravedad de la situación. Plinio tampoco habría querido arriesgarse a darle a Trajano la impresión de que estaba informando sin verdad sobre su provincia.
Además, aprendemos de esta carta que los cristianos tenían la costumbre de reunirse en un día determinado (el domingo) antes de que amaneciera. Que los cristianos se reunieran antes de que amaneciera (es decir, en la mañana) es interesante en este contexto., ya que parece posible que a principios del siglo II como muy tarde, los cristianos comenzaron a celebrar servicios de oración y canto los domingos por la mañana antes del trabajo. Estos servicios matutinos tuvieron lugar junto a las reuniones eucarísticas del domingo por la noche.
Según Flavio, los esenios en Judea y en otras partes de Palestina se reunían antes del amanecer todos los días de la semana y luego nuevamente para cenar.
En estas reuniones los cristianos adoraban a Cristo a través del canto y tenían un código moral para evitar males como el fraude, el robo y el adulterio. Además, nos enteramos de que había diaconisas en la iglesia, dos de las cuales Plinio había torturado.
Aunque existen limitaciones, varios detalles de la carta de Plinio se corresponden con lo que aprendemos de los textos del Nuevo Testamento. Del libro de los Hechos , escrito alrededor del año 80 y que narra el surgimiento de la iglesia primitiva, estalló una gran revuelta justo al sur de Éfeso (19: 23-41).
Una gran cantidad de personas en el área se estaban convirtiendo al cristianismo, lo que llevó a los plateros a quebrar al verse incapaces de vender sus imágenes de los dioses. La lectura más natural de Hechos y las cartas de Plinio es que la gente se estaba convirtiendo al cristianismo y que esto tuvo un impacto negativo en los negocios locales relacionados con los templos y la religión romana .
Como se señaló, Plinio da fe de la presencia de diaconisas dentro del movimiento cristiano primitivo. Las diaconisas son mencionadas décadas antes por el apóstol Pablo, nuestro primer autor cristiano. De la carta de Pablo a los Romanos , aprendemos de una diaconisa de nombre Febe, a quien Pablo encomendó la tarea de entregar la carta a la iglesia en Roma (16: 1-2).
San Pablo escribió esta carta a mediados y finales de la década de los 50 d.C., sugiriendo que las mujeres desempeñaron un papel durante las primeras etapas de la formación del cristianismo.
La respuesta de Trajano es informativa. Aunque los cristianos experimentaron persecución durante este período temprano, a Plinio se le indica que no los persiga como si estuvieran fuera una caza de brujas. De hecho, los cristianos debían ser castigados, pero solo si se les declaraba culpables con suficientes pruebas. Trajano parece preocupado por los casos de acusación anónima que podrían haber estado impugnando este proceso judicial, de ahí su instrucción a Plinio de tener esto en cuenta.
Como fuente del cristianismo primitivo en el Imperio Romano, la carta de Plinio y la respuesta de Trajano son fuentes valiosísimas de información sobre cómo era ser un seguidor de Cristo en ese momento.
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Hace dos mil años, los primeros discípulos de Cristo reunidos en Jerusalén tuvieron la experiencia de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés y han estado reunidos en la unidad que constituye el cuerpo del Cristo. Los cristianos desiempre y de todo lugar ven en este acontecimiento el origen de su comunidad de fieles, llamados a proclamar juntos a Jesucristo como Señor y Salvador.
Aunque esta Iglesia primitiva de Jerusalén ha conocido dificultades, tanto exteriormente como en su seno, sus miembros han perseverado en la fidelidad y en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones.
No es difícil constatar que la situación de los primeros cristianos de la Ciudad Santa se vincula hoy a la Iglesia de Jerusalén. La comunidad actual conoce muchas alegrías y sufrimientos que fueron las de la Iglesia primitiva: sus injusticias y desigualdades, sus divisiones, y también su fiel perseverancia y su consideración de una unidad mayor entre los cristianos.
Las Iglesias de Jerusalén nos hacen actualmente entrever lo que significa luchar por la unidad, incluso en las grandes dificultades. Nos muestran que la llamada a la unidad puede ir bien más allá de las palabras y orientarnos de verdad hacia un futuro que nos haga anticipar la Jerusalén celestial y contribuir a su construcción.
Es necesario el realismo para que esta idea se convierta en realidad. La responsabilidad de nuestras divisiones nos incumbe; son fruto de nuestros propios actos. Debemos transformar nuestra oración, y pedir a Dios transformarnos nosotros mismos para que podamos trabajar activamente para la unidad. Tenemos buena voluntad para pedir por la unidad. Puede que el Espíritu Santo nos anime a nosotros mismos ante el obstáculo de la unidad; ¿nuestra propia soberbia impide la unidad?
La llamada a la unidad llega este año desde Jerusalén, la Iglesia madre, a las Iglesias del mundo entero. Conscientes de sus propias divisiones y de la necesidad de hacer ellas mismas mucho más por la unidad del Cuerpo de Cristo, las Iglesias de Jerusalén piden a todos los cristianos redescubrir los valores que constituyen la unidad de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, cuando era asidua a la enseñanza de los Apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.
He aquí el desafío que tenemos. Los cristianos de Jerusalén piden a sus hermanos y hermanas hacer de esta semana de oración la ocasión de renovar su compromiso para trabajar por un verdadero ecumenismo, arraigado en la experiencia de la Iglesia primitiva.
Las oraciones de 2011 para la Semana de oración por la unidad de los cristianos han sido preparadas por los cristianos de Jerusalén, que eligieron el tema de los Hechos 2,42: “Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.”
Este tema nos recuerda los orígenes de la primera Iglesia de Jerusalén; invita a la reflexión y a la renovación, a una vuelta a los fundamentos de la fe; invita a recordar el tiempo en que la Iglesia era aún indivisa. Cuatro elementos se presentan para meditar este tema; fueron características destacadas de la comunidad cristiana primitiva y son esenciales para la vida de toda comunidad cristiana. En primer lugar, los apóstoles transmitieron la Palabra.
En segundo lugar, una de las características destacadas de la primera comunidad que creía cuando se reunía, era la comunión fraterna (koinonia). Una tercera característica de la Iglesia primitiva consistía en celebrar la Eucaristía (la “fracción del pan”), en memoria de la Nueva Alianza que Jesús realizó a través sus sufrimientos, su muerte y su resurrección. El cuarto aspecto era la ofrenda de una oración continua. Estos cuatro elementos son los pilares de la vida de la Iglesia y de su unidad.
La comunidad cristiana de Tierra Santa propone poner de relieve estos elementos fundamentales y ruega a Dios por la unidad y la vitalidad de la Iglesia extendida por el mundo. Los cristianos de Jerusalén invitan a sus hermanas y hermanos en todo el mundo a unirse a su oración en su lucha por la justicia, la paz y la prosperidad de todos los pueblos de esta tierra.
Un planteamiento de fe puede ser percibido a través de los temas del octavario. Desde su inicio en la habitación superior, la comunidad cristiana primitiva experimenta la efusión del Espíritu Santo, que la vuelve capaz de crecer en la fe y la unidad, en la oración y la acción, para convertirse realmente en la comunidad de la resurrección, unida a Cristo en su victoria sobre todo lo que nos separa unos de otros y de Él.
La Iglesia de Jerusalén se transforma así en faro de esperanza, anticipo de la Jerusalén celestial, llamada a reconciliar no solamente nuestras Iglesias sino a todos los pueblos. Este camino es guiado por el Espíritu Santo que conduce a los primeros cristianos al conocimiento de la verdad sobre Jesucristo, y llena a la Iglesia primitiva de signos y maravillas.
Prosiguiendo su planteamiento, los cristianos de Jerusalén se reúnen con fervor para escuchar la Palabra de Dios transmitida por la enseñanza de los apóstoles, y se reúnen en la comunión fraterna para celebrar su fe en el sacramento y la oración. Llena de poder y de esperanza en la resurrección, la propia comunidad celebra la certeza de su victoria sobre el pecado y la muerte, para tener el proyecto y el valor de ser ella misma instrumento de reconciliación, capaz de inspirar a todos los pueblos y de llamarles decididamente a superar las divisiones y las injusticias que sufren.
El día primero sitúa los orígenes de la Iglesia madre de Jerusalén y se muestra claramente la continuidad con la Iglesia extendida hoy a través del mundo. Nos recuerda el valor de la Iglesia primitiva que daba fielmente testimonio a la verdad, al igual que hoy nosotros tenemos que trabajar por la justicia tanto en Jerusalén como en el resto del mundo.
El día segundo recuerda que la primera comunidad reunida en Pentecostés se componía de orígenes muy distintos, y que, de la misma manera, se encuentran hoy en la Iglesia de Jerusalén una gran diversidad de tradiciones cristianas. Tenemos presente el desafío de realizar una unidad visible aún más extendida, porlos medios que tienen en cuenta nuestras diferencias y nuestras tradiciones.
El día tercero presta atención al aspecto más fundamental de la unidad: la Palabra de Dios comunicada a partir de la enseñanza de los apóstoles. La Iglesia de Jerusalén nos recuerda que, cualesquiera que sean nuestras divisiones, esta enseñanza nos exhorta a que nos gastemos por amor los unos a los otros, y en la fidelidad al único cuerpo que es la Iglesia.
El día cuarto insiste sobre la participación como segunda expresión de la unidad. Sobre el método de los primeros cristianos que ponían todo en común, la Iglesia de Jerusalén pide a todos sus hermanos y hermanas de la Iglesia compartir sus bienes y sus preocupaciones en la alegría y la generosidad de corazón, para que nadie permanezca en la necesidad.
El día quinto se refiere al tercer aspecto de la unidad: la fracción de pan, que nos reúne en la esperanza. Nuestra unidad se extiende más allá de la santa comunión; debe implicar una actitud correcta en cuanto a la vida moral, a la persona humana y al conjunto de la comunidad. La Iglesia de Jerusalén pide a los cristianos unirse en “la fracción del pan”, ya que una Iglesia dividida no puede expresarse con autoridad sobre las cuestiones de justicia ypaz.
El día sexto presenta la cuarta característica de la unidad; como la Iglesia de Jerusalén, sacamos nuestra fuerza del tiempo que pasamos orando. Nuestro Padre, muy especialmente, nos llama a todos, débiles o fuertes, tanto en Jerusalén como en el resto del mundo, a trabajar juntos por la justicia, la paz y la unidad para que venga el reino de Dios.
El día séptimo nos lleva más allá de estos cuatro elementos de unidad: la Iglesia de Jerusalén proclama alegremente la resurrección, incluso mientras aguanta el sufrimiento de la cruz. La resurrección de Jesús es para los cristianos de la Jerusalén actual una esperanza y una fuerza que les hace capaces de seguir siendo constantes en su testimonio, y de trabajar por la libertad y la paz en la Ciudad de la paz.
El día octavo concluye el planteamiento sobre una llamada hecha por las Iglesias de Jerusalén en favor de un servicio más extenso: el de la reconciliación. Aunque los cristianos llegasen a la unidad entre ellos, no habrán acabado su trabajo, ya que ellos mismos deben reconciliarse con otros. En el contexto de Jerusalén, se significa entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, los cristianos deben buscar la justicia y la reconciliación en el contexto que les es propio.
El tema de cada día se ha elegido no solamente para recordarnos la historia de la Iglesia primitiva, sino también para que las experiencias de los cristianos de la Jerusalén actual estén presentes espiritualmente, y nos inviten a reflexionar a todos sobre la manera en que podemos aprovechar en nuestras comunidades cristianas locales este tipo de experiencia.
Durante este planteamiento de ocho días, los cristianos de Jerusalén nos invitan a proclamar y a testimoniar que la unidad -en su pleno sentido de fidelidad a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones- nos hará capaces de triunfar juntos sobre el mal, no sólo en Jerusalén, sino por todas partes del mundo.