La venida del Hijo de Dios a la Tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos (…).
![]() |
Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida.(Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 522 y 524)
|
Con el tiempo de Adviento, la Iglesia romana da comienzo al nuevo año litúrgico. El tiempo de Adviento gravita en torno a la celebración del misterio de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
El origen y significado del Adviento es un tanto oscuro; en cualquier caso, el término adventus era ya conocido en la literatura cristiana de los primeros siglos de la vida de la Iglesia, y probablemente se acuñó a partir de su usoen la lengua latina clásica.
La traducción latina Vulgata de la Sagrada Escritura (durante el siglo IV) designó con el término adventus la venida del Hijo de Dios al mundo, en su doble dimensión de advenimiento en la carne –encarnación- y advenimiento glorioso –parusía-.
La tensión entre uno y otro significado se encuentra a lo largo de toda la historia del tiempo litúrgico del Adviento, si bien el sentido de “venida” cambió a “momento de preparación para la venida”.
Quizá la misma amplitud de las realidades contenidas en el término dificultaba la organización de un tiempo determinado en el que apareciera la riqueza de su mensaje. De hecho, el ciclo de adviento fue uno de los últimos elementos que entraron a formar parte del conjunto del año litúrgico (siglo V).
Parece ser que desde fines del siglo IV y durante el siglo V, cuando las fiestas de Navidad y Epifanía iban cobrando una importancia cada vez mayor, en las iglesias de Hispania y de las Galias particularmente, se empezaba a sentir el deseo de consagrar unos días a la preparación de esas celebraciones.
Dejando de lado un texto ambiguo atribuido a San Hilario de Poitiers, la primera mención de la puesta en práctica de ese deseo la encontramos en el canon 4 del Concilio de Zaragoza del año 380: "Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella cotidianamente" (H. Bruns, Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín, 1893, 13-14). La frecuencia al culto durante los días que corresponden, en parte, a nuestro tiempo de adviento actual, se prescribe, pues, de una forma imprecisa.
![]() |
|||
Más tarde, los concilios de Tours (año 563) y de Macon (año 581) nos hablarán, ya concretamente, de unas observancias existentes “desde antiguo” para antes de Navidad. En efecto, casi a un siglo de distancia, San Gregorio de Tours (fallecido en el año 490) nos da testimonio de las mismas con una simple referencia.
Leemos en el canon 17 del Concilio de Tours que los monjes "deben ayunar durante el mes de diciembre, hasta Navidad, todos los días".
El canon 9 del Concilio de Macon ordena a los clérigos, y probablemente también a todos los fieles, que "ayunen tres días por semana: el lunes, el miércoles y el viernes, desde San Martín hasta Navidad, y que celebren en esos días el Oficio Divino como se hace en Cuaresma"(Mansi, IX, 796 y 933).
Aunque la interpretación histórica de estos textos es difícil, parece según ellos que en sus orígenes el tiempo de adviento se introdujo tomando un carácter penitencial, ascético, con una participación más asidua al culto.
Sin embargo, las primeras noticias a cerca de la celebración del tiempo litúrgico del Adviento, se encuentran a mediados del siglo VI, en la iglesia de Roma.
Según parece, este Adviento romano comprendía al principio seis semanas, aunque muy pronto -durante el pontificado de Gregorio Magno (590-604)- se redujo a las cuatro actuales.
El significado teológico original del Adviento se ha prestado a distintas interpretaciones. Algunos autores consideran que, bajo el influjo de la predicación de Pedro Crisólogo (siglo V), la liturgia de Adviento preparaba para la celebración litúrgica anual del nacimiento de Cristo y sólo más tarde –a partir de la consideración de consumación perfecta en su segunda venida- su significado se desdoblaría hasta incluir también la espera gozosa de la Parusía del Señor.
No faltan, sin embargo, partidarios de la tesis contraria: el Adviento habría comenzado como un tiempo dirigido hacia la Parusía, esto es, el día en que el Redentor coronará definitivamente su obra. En cualquier caso, la superposición ha llegado a ser tan íntima que resulta difícil atribuir uno u otro aspecto a las lecturas escriturísticas o a los textos eucológicos de este tiempo litúrgico.
El Calendario Romano actualmente en vigor conserva la doble dimensión teológica que constituye al Adviento en un tiempo de esperanza gozosa:
"el tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre" (Calendario Romano, Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario, 39).
Fuente: www.primeroscristianos.com
+ info -
https://www.primeroscristianos.com/que-es-la-corona-de-adviento-cuando-nace/
Ver en Wikipedia
Quiero, en primer lugar, que la gente sepa lo que está celebrando. Es curioso. Hay tantas películas bonitas, coloridas y geniales en Navidad, pero no hablan de la Navidad. Hablan de Papá Noel y los elfos, y todas esas cosas. Son grandes películas. Son clásicos. Pero yo quería hacer este tipo de película y contarle a la gente de qué va la Navidad.
Ese fue el motivo que llevó a Adam a crear 'Camino a Belén' que es, quizá, el primer musical sobre el nacimiento de Jesús. Su objetivo es contar una antigua historia de un modo nunca antes visto.
La música puede conmover y emocionar de una manera que ninguna otra cosa puede. A veces, las palabras no llegan, pero una bella melodía con una letra que transmite la emoción del momento es realmente poderosa. Y pensé que esa era una manera más poderosa de contar la historia y de hacer que el mayor número posible de personas quiera escucharla a través de una canción.
Esta historia ha cobrado vida gracias a grandes actores de la talla de Antonio Banderas, que interpreta al rey Herodes. Aunque no todo ha sido fácil. Adaptar los pasajes bíblicos a las canciones o crear diálogos que consigan llegar al público ha sido todo un reto.
No es un documental. No se pusieron a cantar y bailar música pop. Eso ya lo sé. Así que se han tomado algunas licencias creativas. Pero en el fondo es una historia muy importante para mí y para mucha gente. Y he intentado ser fiel a las cosas importantes de la historia.
No sabemos lo que María dijo a sus padres. No sabemos lo que le respondieron. No sabemos cuál fue la reacción de José. No dice nada en la Biblia, así que traté de hacerlos identificables y pensé, bueno, ¿y si fuéramos nosotros?
El director espera que sea una película navideña que reúna a familias y amigos en torno a la define como historia más grande jamás contada.
"El nombre deriva de "cuarenta" en árabe Al-Qarantal para indicar los días de ayuno de Jesús en el desierto. El origen de la palabra árabe es neolatina." P. ISSA THALJIYEH Patriarcado greco-ortodoxo
El monasterio data del siglo IV, durante el reinado de la emperatriz Elena, madre de Constantino, y se levanta sobre la antigua gruta, donde según la tradición se encontraba Jesús. En la iglesia se pueden admirar iconos que representan a Jesús, la Virgen María y numerosos santos. Una piedra indica el lugar tradicional de la primera tentación de Jesús.
En 1895 se construyó un monasterio greco-ortodoxo sobre la iglesia, que consta de treinta habitaciones, algunas de las cuales están excavadas en la roca. Sus balcones parecen suspendidos en el aire.
En el pasado, el acceso al monasterio se realizaba caminando por la ladera rocosa, pero en 1998 la construcción de un teleférico facilitó el acceso, duplicando el número de peregrinos. Desde allí se puede admirar la antigua ciudad de Jericó y visitar una serie de cuevas donde vivían los ermitaños.
"Hay un cierto flujo turístico activo en el Monte de las Tentaciones, especialmente entre los creyentes ortodoxos, de Rusia, Grecia, Ucrania, Georgia, Rumania y otras áreas. En su mayoría vienen a orar y pedir bendiciones."
Una vez en el monasterio, el visitante puede contemplar el silencio, en un ambiente de austeridad y adoración. Aquí, según la tradición, Jesús rechazó las tentaciones del diablo diciendo: "Está escrito: No solo de pan vive el hombre, al Señor tu Dios, adorarás; a él solo adorarás, no pondrás al Señor tu Dios a prueba". (Lc 4, 4; 8; 12)
"Mi mensaje es siempre resistir la tentación y el pecado del diablo. En todos los días de nuestra vida hay problemas, persecuciones y dificultades pero como Jesucristo ayunó cuarenta días en la montaña, nosotros también debemos saber resistir. La salvación está en el reino de los cielos, pero el diablo siempre trata de atraparnos, tentarnos y evitar que miremos hacia adelante y logremos la meta que deseamos."
El Monasterio de las Tentaciones es un faro espiritual en el desierto contra las tentaciones del diablo.
"El nombre deriva de "cuarenta" en árabe Al-Qarantal para indicar los días de ayuno de Jesús en el desierto. El origen de la palabra árabe es neolatina." P. ISSA THALJIYEH Patriarcado greco-ortodoxo
El monasterio data del siglo IV, durante el reinado de la emperatriz Elena, madre de Constantino, y se levanta sobre la antigua gruta, donde según la tradición se encontraba Jesús. En la iglesia se pueden admirar iconos que representan a Jesús, la Virgen María y numerosos santos. Una piedra indica el lugar tradicional de la primera tentación de Jesús.
En 1895 se construyó un monasterio greco-ortodoxo sobre la iglesia, que consta de treinta habitaciones, algunas de las cuales están excavadas en la roca. Sus balcones parecen suspendidos en el aire.
En el pasado, el acceso al monasterio se realizaba caminando por la ladera rocosa, pero en 1998 la construcción de un teleférico facilitó el acceso, duplicando el número de peregrinos. Desde allí se puede admirar la antigua ciudad de Jericó y visitar una serie de cuevas donde vivían los ermitaños.
"Hay un cierto flujo turístico activo en el Monte de las Tentaciones, especialmente entre los creyentes ortodoxos, de Rusia, Grecia, Ucrania, Georgia, Rumania y otras áreas. En su mayoría vienen a orar y pedir bendiciones."
Una vez en el monasterio, el visitante puede contemplar el silencio, en un ambiente de austeridad y adoración. Aquí, según la tradición, Jesús rechazó las tentaciones del diablo diciendo: "Está escrito: No solo de pan vive el hombre, al Señor tu Dios, adorarás; a él solo adorarás, no pondrás al Señor tu Dios a prueba". (Lc 4, 4; 8; 12)
"Mi mensaje es siempre resistir la tentación y el pecado del diablo. En todos los días de nuestra vida hay problemas, persecuciones y dificultades pero como Jesucristo ayunó cuarenta días en la montaña, nosotros también debemos saber resistir. La salvación está en el reino de los cielos, pero el diablo siempre trata de atraparnos, tentarnos y evitar que miremos hacia adelante y logremos la meta que deseamos."
El Monasterio de las Tentaciones es un faro espiritual en el desierto contra las tentaciones del diablo.
"El nombre deriva de "cuarenta" en árabe Al-Qarantal para indicar los días de ayuno de Jesús en el desierto. El origen de la palabra árabe es neolatina." P. ISSA THALJIYEH Patriarcado greco-ortodoxo
El monasterio data del siglo IV, durante el reinado de la emperatriz Elena, madre de Constantino, y se levanta sobre la antigua gruta, donde según la tradición se encontraba Jesús. En la iglesia se pueden admirar iconos que representan a Jesús, la Virgen María y numerosos santos. Una piedra indica el lugar tradicional de la primera tentación de Jesús.
En 1895 se construyó un monasterio greco-ortodoxo sobre la iglesia, que consta de treinta habitaciones, algunas de las cuales están excavadas en la roca. Sus balcones parecen suspendidos en el aire.
En el pasado, el acceso al monasterio se realizaba caminando por la ladera rocosa, pero en 1998 la construcción de un teleférico facilitó el acceso, duplicando el número de peregrinos. Desde allí se puede admirar la antigua ciudad de Jericó y visitar una serie de cuevas donde vivían los ermitaños.
"Hay un cierto flujo turístico activo en el Monte de las Tentaciones, especialmente entre los creyentes ortodoxos, de Rusia, Grecia, Ucrania, Georgia, Rumania y otras áreas. En su mayoría vienen a orar y pedir bendiciones."
Una vez en el monasterio, el visitante puede contemplar el silencio, en un ambiente de austeridad y adoración. Aquí, según la tradición, Jesús rechazó las tentaciones del diablo diciendo: "Está escrito: No solo de pan vive el hombre, al Señor tu Dios, adorarás; a él solo adorarás, no pondrás al Señor tu Dios a prueba". (Lc 4, 4; 8; 12)
"Mi mensaje es siempre resistir la tentación y el pecado del diablo. En todos los días de nuestra vida hay problemas, persecuciones y dificultades pero como Jesucristo ayunó cuarenta días en la montaña, nosotros también debemos saber resistir. La salvación está en el reino de los cielos, pero el diablo siempre trata de atraparnos, tentarnos y evitar que miremos hacia adelante y logremos la meta que deseamos."
El Monasterio de las Tentaciones es un faro espiritual en el desierto contra las tentaciones del diablo.
"Este año conmemoramos otro significativo aniversario: veinte años de la caída delMuro de Berlín, símbolo elocuente del fin de los regímenes totalitarios del Este europeo. "La caída del Muro, -escribió Juan Pablo II-, igual que el derrumbe de los peligrosos simulacros y de la ideología opresiva, demostró que las libertades fundamentales, que dan significado a la vida humana, no pueden ser reprimidas ni sofocadas durante mucho tiempo”.
"Esa frontera de muerte durante muchos años dividió nuestra patria y separó a la fuerza a hombres, familias, vecinos y amigos. Entonces, muchos vieron en lo que ocurrió el 9 de noviembre de 1989 el inicio inesperado de la libertad, tras una larga y dolorosa noche de violencia y opresión, por un sistema totalitario que, a fin de cuentas, conducía al nihilismo, a un vaciado de las almas. En la dictadura comunista no había ninguna acción considerada mala por sí misma o siempre inmoral. Lo que servía a los objetivos del partido era bueno, por muy inhumano que fuera”.
"Hoy algunos se preguntan si el orden social occidental es mucho mejor y más humanitario. De hecho, la historia de la República Federal de Alemania es la prueba de que sí lo es. Porque invita a los hombres a dar la prioridad, con responsabilidad ante Dios Creador, la prioridad a la dignidad humana en cualquier legislación estatal, a respetar el matrimonio y la familia como fundamento de toda sociedad, a tener consideración y respeto por lo que es sagrado para otras personas”.
Además, también hay referencias a esta figura en las Sagradas Escrituras. En la Carta a los Romanos, capítulo 16, San Pablo hace referencia a Febe, a quien llamaba “diaconisa” de la Iglesia de Céncreas. Este es solo un ejemplo de los muchos encontrados en diferentes documentos históricos.
PHILIP GOYRET
Pontificia Universidad de la Santa Cruz
En las Constituciones Apostólicas, que es un documento que se remonta al siglo IV en Siria, y tiene distintas versiones, pero ahí se habla de las diaconisas, incluso hay un rito de ordenación de diaconisas. Y, luego, en la legislación de Justiniano. En fin, incluso en el Concilio de Calcedonia hay un canon que tiene que ver con las diaconisas. O sea, que diaconisas las ha habido. Entonces, naturalmente, el argumento es: bueno, si ha habido diaconisas antes, ¿por qué no puede haber ahora? Esa es la gran pregunta.
Esta fue la pregunta que le hicieron al papa el grupo de casi 900 religiosas de la Unión Internacional de Superioras Generales en 2016. De hecho, le plantearon la posibilidad de constituir una comisión oficial para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia primitiva.
SOR PATRICIA MURRAY
Secretaria Ejecutiva (UISG)
Por ejemplo, la cuestión de las mujeres diáconos se planteó hace tres años al papa, que creó una comisión, y es posible que en el futuro hable de los resultados del trabajo de esa comisión.
La comisión, instituida en 2016, no llegó a ninguna conclusión. Francisco, durante el Sínodo de la Amazonía, se comprometió formar una nueva.
FRANCISCO
Asumo el pedido de re-llamar a la comisión o, quizás, abrirla con nuevos miembros para seguir estudiando cómo existía en la Iglesia primitiva el diaconado permanente. Ustedes saben que llegaron a un acuerdo entre todos que no era claro.
En 2020, creó la segunda comisión de su pontificado dedicada a este tema. Hasta el momento, el Vaticano tampoco ha publicado ninguna conclusión.
La última vez que la cuestión salió a debate fue en el Sínodo sobre la Sinodalidad y, además, fue el punto más discutido de todos en el documento final.
Expertos como Philip Goyret señalan que volver a instaurar un diaconado femenino en la Iglesia dependerá de las funciones que se le asignen. Las que tenía en la Iglesia primitiva ya no sirven. Por ejemplo: eran las encargadas de bautizar a las mujeres adultas, sacramento que en aquella época se les administraba por inmersión y desnudas, por lo que no era prudente que se encargase el propio obispo. Además, señala que el concepto de diácono ha cambiado con el paso de los siglos.
PHILIP GOYRET
Pontificia Universidad de la Santa Cruz
¿Es lo mismo el diaconado masculino de hoy -el único que existe- con el diaconado femenino de los primeros siglos? Esta es la gran pregunta.
Lo mejor que podemos hacer es comparar las funciones. De la comparación de las funciones, el dato que surge es prevalentemente negativo. Negativo en el sentido de que no podemos homologar el diaconado femenino antiguo con el diaconado actual.
Goyret considera que hay que tener presente la tradición de la Iglesia, su historia; porque llegado a un cierto punto se prescindió de las diaconisas. Pero al mismo tiempo indica que, a nivel teológico, no hay argumentos que impidan a una mujer pueda ser diácono.
Además, también hay referencias a esta figura en las Sagradas Escrituras. En la Carta a los Romanos, capítulo 16, San Pablo hace referencia a Febe, a quien llamaba “diaconisa” de la Iglesia de Céncreas. Este es solo un ejemplo de los muchos encontrados en diferentes documentos históricos.
PHILIP GOYRET
Pontificia Universidad de la Santa Cruz
En las Constituciones Apostólicas, que es un documento que se remonta al siglo IV en Siria, y tiene distintas versiones, pero ahí se habla de las diaconisas, incluso hay un rito de ordenación de diaconisas. Y, luego, en la legislación de Justiniano. En fin, incluso en el Concilio de Calcedonia hay un canon que tiene que ver con las diaconisas. O sea, que diaconisas las ha habido. Entonces, naturalmente, el argumento es: bueno, si ha habido diaconisas antes, ¿por qué no puede haber ahora? Esa es la gran pregunta.
Esta fue la pregunta que le hicieron al papa el grupo de casi 900 religiosas de la Unión Internacional de Superioras Generales en 2016. De hecho, le plantearon la posibilidad de constituir una comisión oficial para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia primitiva.
SOR PATRICIA MURRAY
Secretaria Ejecutiva (UISG)
Por ejemplo, la cuestión de las mujeres diáconos se planteó hace tres años al papa, que creó una comisión, y es posible que en el futuro hable de los resultados del trabajo de esa comisión.
La comisión, instituida en 2016, no llegó a ninguna conclusión. Francisco, durante el Sínodo de la Amazonía, se comprometió formar una nueva.
FRANCISCO
Asumo el pedido de re-llamar a la comisión o, quizás, abrirla con nuevos miembros para seguir estudiando cómo existía en la Iglesia primitiva el diaconado permanente. Ustedes saben que llegaron a un acuerdo entre todos que no era claro.
En 2020, creó la segunda comisión de su pontificado dedicada a este tema. Hasta el momento, el Vaticano tampoco ha publicado ninguna conclusión.
La última vez que la cuestión salió a debate fue en el Sínodo sobre la Sinodalidad y, además, fue el punto más discutido de todos en el documento final.
Expertos como Philip Goyret señalan que volver a instaurar un diaconado femenino en la Iglesia dependerá de las funciones que se le asignen. Las que tenía en la Iglesia primitiva ya no sirven. Por ejemplo: eran las encargadas de bautizar a las mujeres adultas, sacramento que en aquella época se les administraba por inmersión y desnudas, por lo que no era prudente que se encargase el propio obispo. Además, señala que el concepto de diácono ha cambiado con el paso de los siglos.
PHILIP GOYRET
Pontificia Universidad de la Santa Cruz
¿Es lo mismo el diaconado masculino de hoy -el único que existe- con el diaconado femenino de los primeros siglos? Esta es la gran pregunta.
Lo mejor que podemos hacer es comparar las funciones. De la comparación de las funciones, el dato que surge es prevalentemente negativo. Negativo en el sentido de que no podemos homologar el diaconado femenino antiguo con el diaconado actual.
Goyret considera que hay que tener presente la tradición de la Iglesia, su historia; porque llegado a un cierto punto se prescindió de las diaconisas. Pero al mismo tiempo indica que, a nivel teológico, no hay argumentos que impidan a una mujer pueda ser diácono.
“Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios" Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1054.
Hallamos indicios preciosos en la Escritura, que sirven de base para la doctrina de purificación postmortal. Por una parte, está la insistencia bíblica en la santidad de Dios, que reclama del hombre una cierta preparación para acceder a la presencia divina .
La ley del Antiguo Testamento sobre la pureza legal estaba encaminada a inculcar esta idea en el pueblo elegido , al estipular a quienes debían participar en el culto, ritos previos de purificación. En la predicación de Jesús también encontramos la misma invitación fundamental:
“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” . Dios santo pide -y facilita- una santidad correspondiente en el hombre. Es razonable pensar que, si una persona muere libre de pecado mortal pero sin haber coronado su camino de santidad -“la santificación, sin la cual la cual nadie puede ver a Dios" -, su historia de perfeccionamiento prosiga tras la muerte.
Además, la Sagrada Escritura refrenda la práctica de oración de impetración que hacen los vivos por los muertos: ‘santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados’ (Cfr. 2 Macabeos 12, 45-46). Los cristianos, ya desde los primeros siglos, vivieron esta práctica, expresión de su fe en la comunión de los santos.
“La Iglesia de los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos" Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, 50.
Los creyentes se sentían movidos a ofrecer esas oraciones, además, al comprobar que en la vida real diferentes personas alcanzan grados diversos de santidad: algunas, un grado tan alto que, nada más morir, son tratadas espontáneamente por los fieles como intercesores ante Dios; y otras que, aun habiendo vivido cristianamente, son encomendadas a la misericordia divina, para que sean admitidas al descanso eterno .
La doctrina del purgatorio nos recuerda que, para un sujeto con uso de libertad, una cierta preparación –acompasada por la gracia- es necesaria para ser admitido al consorcio trinitario. Hay un camino que recorrer que, si no llega a consumarse en esta vida, debe terminarse luego. El misterio de maduración postmortal es sumamente congruente con la santidad, justicia y amor de Dios.
"El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con Él"S. Josemaría Escrivá, Surco, 889 .
Así, el individuo que muere en gracia pero con imperfecta santidad ya está salvado, pero su plena comunión con la Trinidad queda retrasada mientras no posea la suficiente madurez en el amor y la santidad (aunque la dilación no se puede medir con categorías terrenas: segundos, minutos, meses, años, siglos...).
El retraso implica, para el difunto, una experiencia dolorosa y gozosa a la vez. Se ve a sí mismo unido a Cristo, pero no cabalmente cristificado todavía. La plena comunión con el Señor, con el Padre y con el Espíritu Santo, está ya casi al alcance, al no interponerse ningún obstáculo permanente; sin embargo, el sujeto se percibe a sí mismo inmaduro para tal consorcio.
Su amor se traduce entonces en dolor, por la tardanza del encuentro con el Amado. Sta. Catalina de Génova (s. XV) afirma que el fuego que experimentan el alma en el purgatorio no es otro que la pena que brota al comprobar, por una parte, que ningún pecado serio obstaculiza la unión con Dios, y al descubrir, por otra, que el estado de santidad imperfecta impide acercarse plenamente . Se trata, pues, de una pena de retraso; del amor nace el dolor, y el mismo dolor perfecciona finalmente el amor.
La Iglesia, en sus ritos funerales y sus oraciones por los muertos, así como en la celebración del Día de Todos los difuntos, recuerda a los fieles el valor de los sufragios por los muertos. Realmente es posible esta sobrenatural comunicación de bienes, gracias a la comunión de los santos. El hecho nos recuerda nuestra realidad como seres-en-relación:
“Ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma... Nadie se salva solo... Mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser... mi oración por él... puede significar una pequeña etapa de su purificación” Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi, 48.
La eficacia de las oraciones de los vivos por los difuntos se comprende mejor a la luz de la pertenencia de los cristianos a Cristo. El Señor, desde su sede a la derecha del Padre, ora incesantemente por los vivos y muertos; y los que están incorporados a Él pueden pedir juntamente con Él: Vox una, quia caro una, dice S. Agustín . Como parte del “Cristo Total” –según la terminología agustiniana -, los cristianos podemos rezar por los difuntos con la seguridad de que el Padre nos escucha.
by J. José Alviar www.primeroscristianos.com
“Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios" Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1054.
Hallamos indicios preciosos en la Escritura, que sirven de base para la doctrina de purificación postmortal. Por una parte, está la insistencia bíblica en la santidad de Dios, que reclama del hombre una cierta preparación para acceder a la presencia divina .
La ley del Antiguo Testamento sobre la pureza legal estaba encaminada a inculcar esta idea en el pueblo elegido , al estipular a quienes debían participar en el culto, ritos previos de purificación. En la predicación de Jesús también encontramos la misma invitación fundamental:
“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” . Dios santo pide -y facilita- una santidad correspondiente en el hombre. Es razonable pensar que, si una persona muere libre de pecado mortal pero sin haber coronado su camino de santidad -“la santificación, sin la cual la cual nadie puede ver a Dios" -, su historia de perfeccionamiento prosiga tras la muerte.
Además, la Sagrada Escritura refrenda la práctica de oración de impetración que hacen los vivos por los muertos: ‘santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados’ (Cfr. 2 Macabeos 12, 45-46). Los cristianos, ya desde los primeros siglos, vivieron esta práctica, expresión de su fe en la comunión de los santos.
“La Iglesia de los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos" Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, 50.
Los creyentes se sentían movidos a ofrecer esas oraciones, además, al comprobar que en la vida real diferentes personas alcanzan grados diversos de santidad: algunas, un grado tan alto que, nada más morir, son tratadas espontáneamente por los fieles como intercesores ante Dios; y otras que, aun habiendo vivido cristianamente, son encomendadas a la misericordia divina, para que sean admitidas al descanso eterno .
La doctrina del purgatorio nos recuerda que, para un sujeto con uso de libertad, una cierta preparación –acompasada por la gracia- es necesaria para ser admitido al consorcio trinitario. Hay un camino que recorrer que, si no llega a consumarse en esta vida, debe terminarse luego. El misterio de maduración postmortal es sumamente congruente con la santidad, justicia y amor de Dios.
"El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con Él"S. Josemaría Escrivá, Surco, 889 .
Así, el individuo que muere en gracia pero con imperfecta santidad ya está salvado, pero su plena comunión con la Trinidad queda retrasada mientras no posea la suficiente madurez en el amor y la santidad (aunque la dilación no se puede medir con categorías terrenas: segundos, minutos, meses, años, siglos...).
El retraso implica, para el difunto, una experiencia dolorosa y gozosa a la vez. Se ve a sí mismo unido a Cristo, pero no cabalmente cristificado todavía. La plena comunión con el Señor, con el Padre y con el Espíritu Santo, está ya casi al alcance, al no interponerse ningún obstáculo permanente; sin embargo, el sujeto se percibe a sí mismo inmaduro para tal consorcio.
Su amor se traduce entonces en dolor, por la tardanza del encuentro con el Amado. Sta. Catalina de Génova (s. XV) afirma que el fuego que experimentan el alma en el purgatorio no es otro que la pena que brota al comprobar, por una parte, que ningún pecado serio obstaculiza la unión con Dios, y al descubrir, por otra, que el estado de santidad imperfecta impide acercarse plenamente . Se trata, pues, de una pena de retraso; del amor nace el dolor, y el mismo dolor perfecciona finalmente el amor.
La Iglesia, en sus ritos funerales y sus oraciones por los muertos, así como en la celebración del Día de Todos los difuntos, recuerda a los fieles el valor de los sufragios por los muertos. Realmente es posible esta sobrenatural comunicación de bienes, gracias a la comunión de los santos. El hecho nos recuerda nuestra realidad como seres-en-relación:
“Ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma... Nadie se salva solo... Mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser... mi oración por él... puede significar una pequeña etapa de su purificación” Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi, 48.
La eficacia de las oraciones de los vivos por los difuntos se comprende mejor a la luz de la pertenencia de los cristianos a Cristo. El Señor, desde su sede a la derecha del Padre, ora incesantemente por los vivos y muertos; y los que están incorporados a Él pueden pedir juntamente con Él: Vox una, quia caro una, dice S. Agustín . Como parte del “Cristo Total” –según la terminología agustiniana -, los cristianos podemos rezar por los difuntos con la seguridad de que el Padre nos escucha.
by J. José Alviar www.primeroscristianos.com