A lo largo de toda la historia, los Padres de la Iglesia, sus pastores, sus doctores, han enseñado la misma doctrina sobre la ilegitimidad del aborto.
LA DIDACHE siglo I“El segundo mandamiento de la enseñanza: No asesinarás. No cometerás adulterio. No seducirás a los niños. No cometerás fornicación. No robarás. No practicarás magia. No usarás pociones. No provocarás [un] aborto, ni destruirás a un niño recién nacido” (Didajé 2:1–2 [70 d.C.]).
“El camino de la luz, entonces, es el siguiente. Si alguno desea viajar al lugar señalado, debe ser celoso en sus obras. El conocimiento, por tanto, que se nos da con el fin de caminar de esta manera, es el siguiente. . . . No matarás al niño procurándole el aborto; ni tampoco lo destruirás después de que haya nacido” (Carta de Bernabé 19 [74 d.C.]).
“¿Qué hombre en su sano juicio, por tanto, afirmará, siendo tal nuestro carácter, que somos asesinos? . . . Cuando decimos que aquellas mujeres que usan drogas para provocar el aborto cometen un asesinato y tendrán que dar cuenta a Dios por el aborto, ¿bajo qué principio deberíamos cometer un asesinato?
Porque no corresponde a la misma persona considerar al mismo feto en el vientre como un ser creado, y por tanto objeto del cuidado de Dios, y cuando ha pasado a la vida, matarlo; y no exponer a un niño, porque quienes lo exponen son acusados de asesinato de niños, y por otra parte, cuando ha sido criado para destruirlo” (Súplica a favor de los cristianos 35 [177 d.C.]).
“En nuestro caso, al estar prohibido para siempre el asesinato, no podemos destruir ni siquiera al feto en el útero, mientras que el ser humano todavía obtiene sangre de las otras partes del cuerpo para su sustento. Impedir un nacimiento no es más que matar a un hombre más rápidamente; ni importa si se quita la vida que nace, o se destruye la que está por nacer. Ése es un hombre que va a serlo; ya tienes el fruto en su semilla” (Apología 9:8 [197 d.C.]).
“Entre las herramientas de los cirujanos hay un instrumento determinado, que está formado por un marco flexible bien ajustado para, en primer lugar, abrir el útero y mantenerlo abierto; está además provisto de una cuchilla anular, por medio de la cual se disecan los miembros [del niño] dentro del útero con cuidado ansioso pero inquebrantable; siendo su último apéndice un gancho romo o cubierto, con el que se extrae todo el feto mediante un parto violento.
“Existe también [otro instrumento en forma de] una aguja o púa de cobre, mediante la cual se gestiona la muerte misma en este robo furtivo de la vida: Le dan, por su función infanticida, el nombre de embruosphaktes, [es decir]” el asesino del niño”, que por supuesto estaba vivo. . . “[Los médicos que practicaban abortos] sabían muy bien que se había concebido un ser vivo, y [ellos] se compadecieron de este desdichado estado infantil, que primero tuvo que ser ejecutado para escapar de ser torturado vivo” (El Alma 25 [210 d.C.]).
“Ahora admitimos que la vida comienza con la concepción porque sostenemos que el alma también comienza desde la concepción; la vida comienza en el mismo momento y lugar que el alma” (ibid., 27). “La ley de Moisés, en verdad, castiga con las penas debidas al hombre que causare el aborto [Éx. 21:22–24]” (ibid., 37).
“Hay algunas mujeres [paganas] que, al beber preparados médicos, extinguen en sus entrañas la fuente del futuro varón y cometen así un parricidio antes de dar a luz. Y estas cosas ciertamente proceden de la enseñanza de vuestros [falsos] dioses. . . . A nosotros [los cristianos] no nos es lícito ni ver ni oír hablar de homicidio” (Octavio 30 [226 d.C.]).
“Las mujeres que tenían fama de creyentes comenzaron a tomar drogas para volverse estériles y a atarse fuertemente para expulsar lo que estaba engendrando, ya que, a causa de los parientes y el exceso de riqueza, no querían tener un hijo de un esclavo o por cualquier persona insignificante. ¡Mira, pues, hasta qué gran impiedad ha procedido ese inicuo, al enseñar el adulterio y el asesinato al mismo tiempo! (Refutación de todas las herejías [228 d.C.]).
“En cuanto a las mujeres que fornican y destruyen lo que han concebido, o que se emplean en fabricar drogas para abortar, un decreto anterior las excluía hasta la hora de la muerte, y algunos han consentido. Sin embargo, deseando utilizar una lenidad algo mayor, hemos ordenado que cumplan diez años [de penitencia], según los grados prescritos” (canon 21 [314 d.C.]).
“La que provoque el aborto, pase diez años de penitencia, ya sea que el embrión esté perfectamente formado o no” (Primera Carta Canónica, canon 2 [374 d.C.]).
“Es homicida... ; también lo son los que toman medicinas para provocar el aborto” (ibid., canon 8).
“Por tanto os ruego que huyáis de la fornicación. . . . ¿Por qué sembrar donde la tierra se encarga de destruir el fruto? ¿Dónde hay muchos esfuerzos por abortar? ¿Dónde hay asesinato antes del nacimiento? Porque ni siquiera a la ramera dejarás que siga siendo una simple ramera, sino hazla también asesina. Ves cómo la embriaguez lleva a la prostitución, la prostitución al adulterio, el adulterio al asesinato; o más bien a algo incluso peor que el asesinato. Porque no tengo nombre que darle, ya que no quita lo que nace, sino que impide que nazca.
¿Por qué entonces abusas del don de Dios, y luchas con sus leyes, y sigues lo que es una maldición como si fuera una bendición, y haces de la cámara de la procreación una cámara para el asesinato, y armas a la mujer que fue dada para tener hijos para el matadero? ? Porque para sacar más dinero siendo agradable y objeto de deseo para sus amantes, ni siquiera esto se resiste a hacerlo, amontonando así sobre tu cabeza un gran montón de fuego. Porque incluso si la acción atrevida es de ella, la causa de la misma es tuya” (Homilías sobre Romanos 24 [391 d.C.]).
“Algunos llegan incluso a tomar pociones para asegurar la esterilidad y asesinar así a seres humanos casi antes de su concepción. Algunas, cuando se encuentran encintas a causa de su pecado, utilizan drogas para procurar el aborto, y cuando, como sucede a menudo, mueren con su descendencia, entran al mundo inferior cargadas con la culpa no sólo de adulterio contra Cristo sino también de suicidio y asesinato de niños” (Cartas 22:13 [396 d.C.]).
Desde el ataque se abrió un proceso de investigación para encontrar a los responsables del atentado. Muchos líderes mundiales pidieron al gobierno de Sri Lanka que haga justicia. El papa aprovechó el tercer aniversario de los atentados para hacer este llamamiento público.
FRANCISCO
No quisiera terminar sin hacer un llamamiento a las autoridades de su país. Por favor y por el bien por la justicia, por el bien de tu pueblo, que se aclare de una vez por todas quiénes fueron responsable de estos hechos [los atentados de Semana Santa de 2019]. Esto traerá paz a su conciencia y a la Patria.
Casi 5 años después, la comunidad católica no ha olvidado a las más de 200 personas asesinadas ese día.
CARD. MALCOLM RANJITH
Arzobispo de Colombo, Sri Lanka
Hemos construido un cementerio especial en Kotahena o Nigambo. Tuvimos que comprar un terreno porque el cementerio católico estaba repleto, lleno de cadáveres y no podíamos enterrarlos a todos allí.
También hay un memorial en una de las iglesias que fueron destruidas aquel Domingo de Pascua.
CARD. MALCOLM RANJITH
Arzobispo de Colombo, Sri Lanka
Hay un memorial dentro de la iglesia. Reservamos una zona y escribimos todos los nombres en una lápida de piedra que construimos en la iglesia de San Sebastián.
Muchas personas han acudido a los memoriales para pedir la intercesión de estos hombres y mujeres. El cardenal Ranjith dijo que son ejemplos de los mártires modernos de los que el papa habla a menudo.

CARD. MALCOLM RANJITH
Arzobispo de Colombo, Sri Lanka
Dieron sus vidas por la fe, porque los atacantes lo hicieron por odio a la fe. Odium fidei, así lo llaman. Odiaban a los cristianos y atacaron a estos inocentes. Los mataron. Para nosotros son mártires porque murieron yendo a la Iglesia, por eso promovemos su causa.
El 21 de abril se cumplen 5 años del atentado. Es el tiempo mínimo que exige el Vaticano para iniciar el proceso de beatificación. Y en Sri Lanka lo tienen claro. En cuanto se cumpla ese aniversario, se pondrán manos a la obra.
FUENTE: www.romereports.com
Por ello, no solo el cielo, sino que toda la Iglesia celebra con agradecimiento el deseo de Dios de que “los santos no son superhombres, ni han nacido perfectos. Son como nosotros, como cada uno de nosotros, son personas que antes de alcanzar la gloria del cielo han vivido una vida normal, con alegrías y dolores, fatigas y esperanzas.”, como nos recordaba el Santo Padre Francisco.
Y cada uno de estos grandes aliados, amigos, muchos de ellos anónimos,nos recuerdan que lograron alcanzar la santidad con sus debilidades y actos heroicos, con los mismos medios que nosotros tenemos a nuestro alcance.
“Ser santos no es un privilegio de pocos, como quien tuvo una gran herencia.Todos nosotros en el bautismo hemos recibido la herencia que nos permite ser santos. La santidad es una vocación para todos. Todos por lo tanto estamos llamados a caminar en el camino de la santidad y este camino tiene un nombre y un rostro: el rostro de Jesucristo”.

No sé dónde leí estas palabras pero trasmiten a la perfección estas dos celebraciones:
“En el cielo están San Chofer de bus y Santa Lavandera de ropa. San Mensajero y Santa Secretaria. Santa Madre de familia y San Gerente de Empresa. San Obrero de construcción y San Agricultor. San Colegial y Santa Estudiante. Santa Viuda, Santa Solterona, Santa Niña y Santa Anciana. San Sacerdote, San Obispo, San Pontífice, San Limosnero, San Celador, Santa Cocinera, San Arrendatario y San Millonario, y muchos más que amaron a Dios y cumplieron sus deberes de cada día”.
Esto me recuerda a Santa Teresa de Calcuta, a la que le gustaba definirse como el lápiz de Dios, “un trozo de lápiz con el cual Él escribe aquello que quiere. Soy como el pequeño lápiz en su mano. Eso es todo. Él piensa. Él escribe. El lápiz no tiene que hacer nada. Al lápiz solo se le permite ser usado."
Quizás sea por esto, que la Iglesia nos invita a honrar con alegría y oración a todos los Santos y difuntos. Padres, madres, hijos, amigos... que convirtieron su vida anónima en una decisión de amor, de entrega sin límites, de paz, de alegría, de valentía silenciosa... de fe.
ver en Wikipedia
Esta cumbre, convocada por el emperador Constantino I, fue una asamblea que congregó a obispos de todas las ramas del cristianismo de la época, sentando las bases de la doctrina cristiana universalmente aceptada, incluida la formulación primigenia del Credo Niceno.
La llegada del pontífice, prevista entre el 28 y el 30 de noviembre, no es solo un acontecimiento litúrgico, sino un hito que promete reescribir el futuro de İznik, proyectándola como un epicentro global de turismo religioso y peregrinación cristiana.
La pieza central de estos preparativos es la Basílica Sumergida del lago İznik, un hallazgo arqueológico de 2014 que ha cautivado a historiadores y fieles. Situada a unos 20 metros de la orilla y oculta bajo 1,5 a 2 metros de agua, esta estructura de impresionantes dimensiones (20 metros de ancho por 40 de largo) es la iglesia más grande de İznik.
Si bien fue edificada originalmente como una capilla dedicada a San Neófito, mártir cristiano, la historia del templo es un testimonio de resiliencia: fue devastada por un severo terremoto en el año 358 y, reconstruida tras el año 380 d.C.

Las labores arqueológicas dirigidas por el experto Mustafa Şahin han desvelado 37 tumbas en el lugar, restauradas meticulosamente y colocadas en su ubicación inicial, honrando la autenticidad y el valor histórico del yacimiento. Este complejo proceso involucra a un equipo multidisciplinar de unos 60 profesionales, trabajando contrarreloj para que la basílica esté en óptimas condiciones para la visita papal.
Algunos especialistas, basándose en la profundidad histórica y en diversos textos cristianos antiguos, sostienen que esta basílica podría ser, de hecho, la tan mencionada Iglesia de los Santos Padres, cuya localización exacta había permanecido velada durante siglos. El director Şahin ha enfatizado que es "probable" que una pequeña iglesia en este mismo emplazamiento acogiera la trascendental reunión conciliar de 325, quizás en una fase inicial de la construcción de la actual basílica sumergida. Este vínculo directo con los orígenes del cristianismo otorga al sitio un valor espiritual y patrimonial incalculable para los creyentes.
El Primer Concilio Ecuménico de Nicea no fue un evento local, sino un momento fundacional que definió la esencia de la fe. Su 1.700º aniversario, y la peregrinación de la cabeza de la Iglesia Católica, subrayan la relevancia ecuménica del lugar, convirtiéndolo en un punto de diálogo interreligioso y de encuentro para todas las confesiones cristianas.
Para las autoridades turcas, el significado del evento va más allá de lo espiritual, representando una extraordinaria oportunidad para la proyección internacional de İznik. La comunicación y coordinación entre instituciones religiosas, organismos de patrimonio y el gobierno turco han sido intensas, garantizando la seguridad, la logística y la accesibilidad a este patrimonio de la humanidad.
La ciudad de İznik, habitualmente sosegada, se prepara para recibir a miles de visitantes, peregrinos y medios de comunicación. Comercios, hoteles y pequeños negocios locales se anticipan a lo que se espera sea un renacimiento turístico.

La expectativa es clara: consolidar a İznik, con su basílica sumergida y su conexión con el concilio, como uno de los principales referentes dentro de los circuitos internacionales de peregrinación cristiana, situándola al nivel de otros destinos emblemáticos por su autenticidad y su profundo calado histórico-espiritual.
La visita del Papa León XIV no solo será un acto litúrgico, sino un poderoso catalizador que, según se prevé, transformará la basílica y toda la región en un nuevo epicentro mundial, promoviendo el conocimiento del patrimonio y el diálogo entre culturas. İznik aguarda, lista para ocupar el lugar que le corresponde en la memoria de los grandes hitos fundacionales del cristianismo.
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 11 octubre 2006
El camino del diálogo con la modernidad y con las demás religiones o confesiones cristianas, comenzado por el Concilio Vaticano II, no puede hacernos olvidar la identidad católica, afirmó este miércoles Benedicto XVI.
Así lo explicó en la tradicional audiencia general, en la que participaron 35.000 peregrinos en la plaza de San Pedro.

En su catequesis, el Papa presentó las figuras de los apóstoles Simón el Cananeo y Judas Tadeo, quienes «nos ayudan a redescubrir nuevamente y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, aprendiendo a dar un testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno».
En particular, al repasar el personaje histórico de Judas Tadeo --no de Judas Iscariote--, el obispo de Roma recordó que a este apóstol se le atribuye la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento que se llaman «católicas, pues están orientadas no sólo a una determinada Iglesia local, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios».
«La preocupación central de este escrito consiste en alertar a los cristianos de todos los que utilizan la gracia de Dios como pretexto para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a los hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia bajo el empuje de sus sueños»,añadió.
San Judas los compara «con ángeles caídos, y con términos duros dice que han emprendido la senda de Caín», añadió.
El apóstol les llama «nubes sin lluvia, llevadas por el viento, o árboles que al final de la estación no dan frutos», motivo por el cual son cortados, indicó.

«Hoy quizá ya no estamos acostumbrados a utilizar un lenguaje tan polémico, que sin embargo nos dice algo importante. En medio de las tentaciones, de todas las corrientes de la vida moderna, tenemos que conservar la identidad de nuestra fe».
Es verdad, siguió diciendo, «el camino de la indulgencia y del diálogo» tiene que seguirse «con firme constancia», pero este camino del diálogo, tan necesario, no debe hacernos olvidar el deber de volver a pensar y subrayar siempre con las misma fuerza las líneas fundamentales irrenunciables de nuestra identidad cristiana».
Al final de la audiencia, el Papa bendijo la estatua de santa Edith Stein (1891-1942), co-patrona de Europa, colocada en un nicho exterior de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
BENEDICTO XVI PRESENTA A LOS APÓSTOLES SIMÓN EL CANANEO Y
JUDAS TADEOCIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 11 octubre 2006 -
Publicamos la
intervención de Benedicto XVI en la audiencia general dedicada a presentar la
figura de los apóstoles Simón el Cananeo y Tadeo.* * *
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy tomamos en consideración a dos de los doce apóstoles: Simón el Cananeo y
Judas Tadeo (a quien no hay que confundir con Judas Iscariote). Los consideramos
juntos, no sólo porque en las listas de los doce siempre están juntos (Cf. Mateo
10,4; Marcos 3,18; Lucas 6,15; Hechos 1,13), sino también porque las noticias que
les afectan no son muchas, con la excepción de que el canon del Nuevo Testamento
conserva una carta atribuida a Judas Tadeo.
Simón recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos
le llaman «cananeo», Lucas le define «Zelotes». En realidad, los dos calificativos
son equivalentes, pues significan lo mismo: en hebreo, el verbo «qanà’» significa
«ser celoso, apasionado» y se puede aplicar tanto a Dios, en cuanto que es celoso
del pueblo al que ha elegido (Cf. Éxodo 20, 5), como a los hombres, que arden de
celo en el servicio al Dios único con plena entrega, como Elías (Cf. 1 Reyes 19,10).
Por tanto, es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al
movimiento nacionalista de los zelotes, quizá se caracterizaba al menos por un celo
ardiente por la identidad judía, es decir, por Dios, por su pueblo y por su Ley
divina. Si esto es así, Simón es todo lo opuesto de Mateo, que por el contrario,
como publicano, procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un
signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más
diversos estratos sociales, sin exclusión alguna. ¡A Él le interesan las personas, no
las categorías sociales o las etiquetas! Y lo mejor es que en el grupo de sus
seguidores, todos, a pesar de que son diferentes, convivían juntos, superando las
imaginables dificultades: de hecho, Jesús mismo es el motivo de cohesión, en el
que todos se encuentran unidos. Es una lección para nosotros, que con frecuencia
tendemos a subrayar las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que
Jesucristo nos da la fuerza para superar nuestros conflictos. Hay que recordar que
el grupo de los doce es la prefiguración de la Iglesia, en la tienen que encontrar
espacio todos los carismas, pueblos, razas, todas las cualidades, que encuentran su
unidad en la comunión con Jesús.
Por lo que se refiere a Judas Tadeo, recibe este nombre de la tradición, uniendo dos
nombres diferentes: mientras Mateo y Marcos le llaman simplemente «Tadeo»
(Mateo 10,3; Marcos 3,18), Lucas lo llama «Judas de Santiago» (Lucas 6,16;
Hechos 1,13). El apodo Tadeo tiene una derivación incierta y se explica como
proveniente del arameo «taddà’», que quiere decir «pecho», es decir, significaría
que es «magnánimo», o como una abreviación de un nombre griego como
«Teodoro, Teodoto». De él se sabe poco. Sólo Juan presenta una petición que
planteó a Jesús durante la Última Cena. Tadeo le dice al Señor: « Señor, ¿qué pasa
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para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?».Es una pregunta de
gran actualidad, que también nosotros le preguntamos al Señor: ¿por qué no se ha
manifestado el Resucitado en toda su gloria a los adversarios para mostrar que el
vencedor es Dios? ¿Por qué sólo se ha manifestado a sus discípulos? La respuesta
de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice: «Si alguno me ama, guardará mi
Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Juan
14, 22-23). Esto quiere decir que el Resucitado tiene que ser visto y percibido con
el corazón, de manera que Dios pueda hacer su morada en nosotros. El Señor no se
presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por ello su
manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al
Resucitado.
A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo
Testamento que son llamadas «católicas», pues no están dirigidas a una
determinada Iglesia local, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios. Se
dirige «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para
Jesucristo» (versículo 1). La preocupación central de este escrito consiste en alertar
a los cristianos ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para
disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a los demás hermanos con
enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia «alucinados
en sus delirios» (versículo 8), así define Judas a sus doctrinas e ideas particulares.
Los compara incluso con los ángeles caídos, y con términos fuertes dice que «se
han ido por el camino de Caín» (versículo 11). Además les tacha sin reticencias de
«nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces
muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su
propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las
tinieblas para siempre» (versículos 12-13).
Hoy quizá no estamos acostumbrados a utilizar un lenguaje tan polémico, que sin
embargo nos dice algo importante. En medio de todas las tentaciones, de todas las
corrientes de la vida moderna, tenemos que conservar la identidad de nuestra fe.
Ciertamente, el camino de la indulgencia y del diálogo, que emprendió con acierto
el Concilio Vaticano II, tiene que continuarse con firme constancia. Pero este
camino del diálogo, tan necesario, no tiene que hacer olvidar el deber de recodar y
subrayar siempre las líneas fundamentales irrenunciables de nuestra identidad
cristiana.
Por otra parte, es necesario tener muy presente que nuestra identidad exige fuerza,
claridad y valentía, ante las contradicciones del mundo en que vivismo. Por ello, el
texto de la carta sigue diciendo así: «Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre
vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manteneos en la caridad de
Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A
unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos...» (versículos 20-22). La carta se
concluye con estas bellísimas palabras: «Al que es capaz de guardaros inmunes de
caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría, al Dios único, nuestro
Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y poder
antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén» (versículos 24-25).
Se ve con claridad que el autor de estas líneas vive en plenitud la propia fe, a la
que pertenecen realidades grandes, como la integridad moral y la alegría, la
confianza y por último la alabanza, quedando todo motivado por la bondad de
nuestro único Dios y por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Por este
motivo, tanto Simón el Cananeo, como Judas Tadeo nos ayudan a redescubrir
siempre de nuevo y a vivir incansablemente la belleza de la fecristiana, sabiendo
dar testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno.
En una exclusiva por completo inesperada, Page Six anunciaba el pasado 9 de octubre que la esperada película de La Resurrección de Cristo incluiría un nuevo elenco de actores. Para muchos, que Jim Caviezel volvería a interpretar al Señor estaba fuera de duda, pero como confirma el mismo medio, ya se ha encontrado el actor que lo sucederá: Jaakko Ohtonen.
El actor, finés y nacido 25 de agosto de 1989 en Oulu, estudió actuación cinematográfica en Voionmaa College, Tampere (2008-2009), y luego se especializó en la Facultad de Arte Dramático de la Universidad de Tampere.
Entre sus apariciones más relevantes, destaca su papel en Vikings: Valhalla, así como en cintas de épica finlandesas, como The Unknown Soldier, las series All the Sins, Syke, Hotel Swan Helsinki o su aparición como el guerrero Wolland en The Last Kingdom para Netflix.
De confirmarse el éxito que muchos auguran a La Resurrección de Cristo, podría ser para el finés el mismo salto a la fama global que supuso La Pasión para un Caviezel que, en 2004, no era el emblema mundialmente conocido tras su interpretación para Mel Gibson.
Según declaró una fuente anónima y “familiarizada con el proyecto” el día en que Page Six publicó la exclusiva, el equipo de La Resurrección de Cristo se estaba reuniendo con los integrantes de un nuevo elenco de actores en Roma. Lo confirmaba una segunda fuente, argumentando que, de mantener a los actores por todos conocidos hasta ahora, “habrían tenido que trabajar mucho con los actores originales, cosas digitales además de la programación”.
Uno de los motivos que más se comenta y que parecería estar tras la decisión del cambio de actor es el de la edad.
El trabajo de Caviezel en La Pasión comenzó en 2002, cuando tenía los mismos año que Cristo en la Pasión, 33. Pasadas más de dos décadas desde entonces, con un Caviezel que se acerca a los 60, no debe ser sencillo interpretar a Cristo. Y más en una secuencia que, según los relatos bíblicos, tuvo lugar solo unos días después de la relatada en la primera entrega. Los tres días que pasaron para Cristo son más de dos décadas que han pasado para el actor.

A la espera de nuevos argumentos o confirmación de este último, la decisión ha sido ratificada por fuentes oficiales.
Lo que desde luego parece claro es que también para el actor ha sido, en cierta forma, una sorpresa: hasta no hace mucho, el propio Caviezel aseguraba que estaba preparado para volver a interpretar a Cristo en la gran pantalla, lo que daba por hecho que sucedería: “Hacer estas cosas lleva tiempo, pero se necesita el tiempo adecuado, y solo Dios lo sabe. ¿Tengo miedo? Sí, pero si no lo tuviera, no querría trabajar con ese actor porque no estás listo”, reconocía Caveziel.
En otra ocasión, preguntado por la posibilidad de participar pese al envejecimiento, dijo: "No les diré cómo lo hará [Gibson]. Pero les diré algo: la película que va a hacer será la más grande de la historia. Es así de buena".
Tampoco estarán las dos Marías que se conocían
Medios especializados confirman que Mónica Bellucci, que dio vida a María Magdalena, tampoco estará en la secuela de La Pasión, lo que también ocurrirá con Maia Morgenstern (María); actualmente de 63 años. Ambas serán interpretadas respectivamente por Mariela Garriga y Kasia Smutniak.
Entre otros cambios previstos en el reparto, Pedro será interpretado por el actor italiano Pier Luigi Pasino, mientras que Poncio Pilato será encarnado por Riccardo Scamarcio, actor también italiano que tuvo un papel en John Wick 2: un nuevo día para matar de 2017.
En un comunicado publicado este miércoles por Subtitle Agent, agencia representante de Jaakko Ohtonen, se confirmaba la elección del finés como el nuevo intérprete de Cristo en la esperada secuela.
“Esta decisión sigue al éxito monumental de la película original de Gibson, “The Passion of the Christ” (La Pasión de Cristo), que recaudó más de 610 millones de dólares en todo el mundo y se mantuvo durante más de dos décadas como la película con clasificación R más taquillera de la historia de Estados Unidos”, se leía en el comunicado, que confirmaba también las dos partes de la nueva cinta rodada en los estudios Cinecittà, en Roma. La primera de ellas se estrenará el Viernes Santo de 2027, 26 de marzo, y la segunda cuarenta días después, en la Ascensión, el 6 de mayo de 2027, ambas distribuidas por Lionsgate.
QARAQOSH, IRAK. La ciudad de Qaraqosh, también conocida como Bajdida, ubicada en el corazón de la Llanura del Nínive en Irak, ha iniciado la construcción de un significativo y conmovedor proyecto: un nuevo santuario dedicado a la Virgen María bajo la advocación de Madre de los Cristianos Perseguidos. Este templo no solo es un faro de esperanza para la comunidad local, sino que también marca un hito histórico al ser uno de los únicos siete santuarios con este nombre en el mundo, y el primero en ser erigido en la cuna del cristianismo en Oriente Medio.
La elección de Qaraqosh como sede para este santuario es profundamente simbólica. Esta región, históricamente cristiana y la más poblada por fieles siro-católicos antes del conflicto, fue el epicentro del terror sembrado por el grupo yihadista Daesh (ISIS) en 2014. El santuario se convierte así en un monumento a la perseverancia, la fe y el martirio silencioso de los cristianos de Irak, una comunidad que ha luchado por no desaparecer de sus tierras ancestrales.

Tal y como informa la agencia de noticias Zenit, el nuevo santuario tendrá su lugar dentro de la iglesia de San Efrén, una edificación de reciente construcción. El elemento central y devocional del lugar será un ícono de la Virgen María, una pieza de arte sacro y testimonio de resiliencia, creada por el diácono siro-católico Ibraheem Yaldo, un artista que también fue desplazado de su ciudad natal, Bartella, por el terror yihadista en 2014.
La pintura fue entregada por el padre Benedict Kiely, fundador de la organización benéfica Naserean.org, a monseñor Benedict Younan Hano, arzobispo siro-católico de Mosul, el pasado 6 de agosto. Esta fecha no fue escogida al azar; coincidió significativamente con el undécimo aniversario de la brutal invasión de Daesh a Irak, que obligó a más de 120.000 cristianos a huir de sus hogares en la Llanura de Nínive, en lo que se ha denominado como la "noche oscura" para el cristianismo iraquí. El icono lleva la inscripción en arameo de "María, Madre de los Perseguidos", un mensaje directo de consuelo y esperanza.
Actualmente, existen otros seis santuarios dedicados a María Madre de los Cristianos Perseguidos repartidos por el mundo occidental, específicamente en Estados Unidos, Reino Unido, Suecia y Kazajistán.

Cristianos perseguidos Irak
La apertura del templo de Qaraqosh lo establece como el séptimo y el único en Oriente Medio, creando una red global de oración que busca recordar y apoyar a las comunidades cristianas que sufren persecución en todo el planeta. Según las informaciones de Zenit, la visión y la intención del padre Kiely es ambiciosa: construir otros tres santuarios en diferentes lugares del mundo en 2026, expandiendo esta cadena de fe y solidaridad.
El lugar en el que se ha decidido construir este monumento a la fe no ha sido elegido al azar. Qaraqosh es una ciudad que encarna la resistencia. En 2014, cuando el Daesh avanzó sobre la región, lanzó un cruel ultimátum a los cristianos de la zona: convertirse al islam, pagar la yizia (impuesto para los no musulmanes), o morir por la espada. Los habitantes de Qaraqosh, mayoritariamente cristianos siro-católicos, no dudaron: se mantuvieron firmes en su fe, dejaron su hogar y posesiones atrás y escaparon en masa de la región, dirigiéndose principalmente a la región del Kurdistán iraquí, antes de ser tomados prisioneros o masacrados.
Durante los siguientes dos años, la ciudad fue ocupada y sistemáticamente profanada. Los yihadistas convirtieron templos cristianos en almacenes, puestos militares, campos de tiro e incluso cuarteles. Las casas de los cristianos eran marcadas con la letra árabe *«nun»* ($\nu$), inicial de la palabra «Nazareno» o cristiano, una marca de ostracismo y despojo. Tras la derrota del ISIS por una coalición internacional en 2016, los cristianos empezaron a regresar, encontrando una ciudad en ruinas, pero impulsados por un inquebrantable deseo de reconstruir no solo sus hogares, sino su vida comunitaria.

Otra Iglesia en Irak reconstruida
Como señaló monseñor Hano, el Arzobispo siro-católico de Mosul, quien ahora preside desde Qaraqosh, la apertura del santuario es una señal deliberada: "Es una señal de que la fe perdura, incluso en el mismo lugar donde nuestra mayor ciudad cristiana fue tomada y profanada".
El proceso de retorno y reconstrucción no habría sido posible sin el apoyo de la Iglesia universal. Irak ha sido uno de los países más asistidos por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), con casi 500 proyectos de apoyo pastoral, alojamiento, alimentos y de reconstrucción para las comunidades cristianas. Este esfuerzo ha incluido la restauración de iglesias monumentales como la gran iglesia siro-católica de Al-Tahira (de la Inmaculada Concepción), en Qaraqosh, que fue gravemente dañada e incendiada.
ACN ha destinado millones de euros para que la comunidad pueda recuperar lo perdido. De hecho, este país sigue estando entre los 10 países más ayudados por la fundación pontificia, y es uno de los países prioritarios de ayuda para que el cristianismo permanezca y prospere en Oriente Medio, un desafío que aún enfrenta presiones políticas y militares.
El nuevo Santuario es, en este contexto, un faro de luz y una promesa de que el futuro de los cristianos de Irak tiene raíces profundas que no serán arrancadas. La herida de aquel horror sigue abierta y aún quedan muchos desafíos por delante, pero el nuevo santuario se alza como un signo tangible de la victoria de la fe sobre el terror.
La historia de este enclave se remonta hasta el año 5000 antes de Cristo, cuando un grupo humano prehistórico se asentó en la cueva de Maraspolli para aprovechar los recursos naturales que ofrecía el estrecho y fértil valle por donde transcurre el río Ermenek, de color esmeralda.

En esa región se encuentra el yacimiento arqueológico de Topraktepe, el lugar donde se levantaba la antigua Irenópolis, fundada por Cayo Julio Antíoco IV Epiphanes. Recientes excavaciones en el sitio han permitido a los arqueólogos descubrir cinco panes carbonizados que datan de los siglos VII y VIII después de Cristo, incluyendo uno con una representación de Cristo y una inscripción griega que significa “Con nuestro agradecimiento al Bendito Jesús”.
A diferencia de la imaginería tradicional del Pantocrátor (‘todopoderoso’), que representa a Cristo como gobernante y salvador, este pan representa a un “campesino” o “sembrador”, simbolizando la conexión entre la fe cristiana, el trabajo y la fertilidad agrícola, explican los investigadores.

Los panes restantes presentan marcas en forma de cruz, lo que sugiere su posible uso en los primeros rituales cristianos como pan eucarístico o de comunión. Su excepcional conservación, pese a que han estado carbonizados durante más de 1.300 años, los convierte en parte de los ejemplos más notables de pan litúrgico hallados en Anatolia.
Irenópolis, una ciudad ubicada en la región histórica de Isauria, tuvo importancia eclesiástica bajo el Patriarcado de Constantinopla. Aunque gran parte de la vida cotidiana del lugar sigue siendo desconocida, los trabajos de Topraktepe, bajo la dirección del Museo Karaman, proporcionan evidencia tangible de las prácticas cristianas primitivas.
Estos panes revelan, según los expertos, no solo costumbres rituales, sino también la integración simbólica de la espiritualidad en la vida cotidiana, destacando cómo las comunidades conectaban el sustento con la fe.
“A diferencia de los grandes centros urbanos como Constantinopla, estos yacimientos provinciales permiten explorar las variaciones locales en el culto, lo que demuestra que la devoción en la Anatolia bizantina temprana estaba íntimamente ligada a la vida rural y la agricultura”, indican en un comunicado de la Gobernación de Karaman.

El pan era un alimento básico y un símbolo cultural en la antigua Anatolia. Desde los que se hacían durante el neolítico en Çatalhöyük, hace más de 8.600 años, hasta el producto de época medieval, que seguían siendo clave en la vida cotidiana, la economía y los rituales.
La pieza más llamativa hallada ahora, con el motivo del ‘Cristo agricultor’, refleja el significado espiritual atribuido al trabajo en el campo. “En una sociedad que dependía de los cultivos para su supervivencia, representar a Cristo como sembrador o trabajador simbolizaba la bendición divina sobre el trabajo de la comunidad’, dicen.
La inscripción griega enfatiza la gratitud, sugiriendo que el pan no era simplemente un sustento físico, sino un objeto sagrado dentro del culto. Los demás ejemplares, adornados con la cruz de Malta, se corresponden con prácticas conocidas de la liturgia bizantina temprana, donde el pan solía ser estampado con cruces o abreviaturas antes de ser consagrado en la Eucaristía.
El pan eucarístico representa el cuerpo de Cristo en la Sagrada Comunión. En la práctica ortodoxa oriental, se utilizaba comúnmente pan con levadura, que simbolizaba la vida, la resurrección y la plenitud espiritual, mientras que la Iglesia occidental solía emplear hostias sin levadura. El pan también podía servir como antidoron, pan bendecido pero no consagrado que se distribuía después de la liturgia.
“La supervivencia del pan eucarístico de los siglos VII y VIII es extremadamente escasa, lo que convierte a los panes de Topraktepe en una ventana única al culto cristiano primitivo. Un análisis detallado de estos artefactos podría revelar información sobre las técnicas de horneado, los ingredientes y el simbolismo religioso en las comunidades bizantinas provinciales”, concluyen los arqueólogos.
La importancia de la Gruta, en la devoción cristiana, está ligada al relato incluido en el evangelio de Mateo (Mt 2,13), cuando un ángel se le apareció en sueños a José para pedirle que se refugiara en Egipto para huir de la ferocidad del rey Herodes.
Según una tradición muy antigua, este es uno de los lugares donde María se detuvo para cuidar al niño, descansar y amamantarlo: algunas gotas de leche – que cayeron al suelo mientras la Virgen amamantaba a Jesús – hicieron que el color de la roca cambiara del rosa al blanco.

Se han atribuido a la roca algunas propiedades curativas, sobre todo para las mujeres que tenían dificultades para amamantar y las que no conseguían concebir un hijo. Desde el siglo VI se conocían, en Europa y Oriente, reliquias procedentes de esta gruta, en forma de pedacitos de roca pulverizada y comprimida. Esta devoción es aún hoy signo de la memoria viva del momento simbólico de la maternidad de la Virgen María.
«Aquí llegan peregrinos y fieles de todo el mundo, sobre todo de Polonia y Rumanía, dos países que tienen un vínculo especial con la Virgen – explica fray Luis Enrique Segovia, guardián del monasterio franciscano de Santa Catalina en Belén –. La Gruta de la Leche en Tierra Santa recuerda el gesto tierno e íntimo de María amamantando al Niño Jesús.
En la oración del santuario, dirigida a María para pedir la intercesión de “Su corazón de Madre”, se encierra el sentimiento de abandono a Dios y la confianza en Su voluntad: esta es la actitud que aporta consuelo a muchas personas que vienen a pedir la gracia de poder tener hijos». La oración está disponible en muchos idiomas, como testimonio de la popularidad del santuario.
«También muchas mujeres musulmanas vienen aquí en oración – continúa fray Luis Enrique –: no vienen solamente para pedir el don de la maternidad, sino que vienen para honrar a esta mujer que, como dicen a menudo, “nos asombra por su humildad, su silencio, su fiat, al aceptar por completo la voluntad de Dios”. Tienen una devoción real y profunda hacia la figura de María».
Entre los frailes que se turnan para servir en la Gruta está el brasileño fray Tadeu Luiz Fernandes, que recibe a los peregrinos a la entrada del santuario: aquí se ha habilitado una sala con una pared llena de fotos y cartas enviadas por padres felices de todas las nacionalidades, que han visto cumplido su deseo: son testimonios vivos de la gracia que han recibido y de su devoción puesta en práctica.
En la puerta, se encuentra la foto de fray Lawrence Bode, fraile de la Custodia que, durante más de 30 años, se ha encargado exclusivamente de la Gruta, atendiendo el archivo compuesto ya por miles de testimonios.
La Gruta de la Leche actualmente está flanqueada por el monasterio confiado a las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento de Tierra Santa. Un pasillo interno une la gruta con la capilla del Santísimo Sacramento y con la iglesia superior: la adoración eucarística continúa durante todo el día y todos los peregrinos pueden recogerse en oración silenciosa y escribir sus intenciones de oración.

Santa Virgen de la Leche, amadísima Madre del Niño Jesús y Madre mía, escucha mi humilde oración.
Tu corazón de madre sabe todos mis deseos, todas mis necesidades.
Sólo a ti, Inmaculada Virgen, tu Hijo Divino ha dado a comprender los sentimientos que llenan mi alma.
Tuyo fue el sagrado privilegio de ser Madre del Salvador.
Intercede ahora con Él, mi amadísima Madre, para que, de acuerdo con su voluntad, pueda yo ser madre, o madre de otros hijos enviados por Nuestro Señor.
Tu que por la gracia de Dios has obrado tantos milagros para aquellos que recurren a Ti. Ten en cuenta el amor que tengo por tu Hijo y por Ti y ayúdame a obtener aquello que te pido.
Te lo ruego, Virgen de la Leche, en nombre de tu Hijo Divino, mi Señor y Redentor.
Amén.
El estudio de Harry Gamble, fruto de una amplia investigación, presenta con un estilo ágil y una argumentación sólida un panorama completo de la producción, circulación y uso de los libros en los inicios del cristianismo.
Hace ya tiempo que se convirtió en un superventas un libro de Irene Vallejo titulado “El infinito en un junco”, que hablaba de la invención y el amor a los libros.
Este muy interesante trabajo de quien es un prestigioso profesor y estudioso de la cultura literaria del cristianismo antiguo, Harry Y. Gamble (1941), formado en las universidades de Duke y Yale (EE.UU.), que ha sido durante muchos años Catedrático de Nuevo Testamento y cristianismo primitivo en la Universidad de Virginia, produce en el lector un efecto similar al anteriormente citado: el sentimiento de afecto al libro y lo que implica de medio de transmisión de la tradición cultural cristiana, incluso occidental.
Son mucho los datos, las historias, las ideas que se recogen en este libro que sirven incluso para afianzar más las razones de la experiencia de fe. Porque al fin y al cabo en lo que se convierte este trabajo es en una historia de la Iglesia antigua y de los cristianos de los primeros siglos.
No es difícil, a medida que pasan las páginas, imaginarse los escenarios, las personas, las circunstancias. En lo que nos ocupa, aquellas primeras bibliotecas personales o episcopales, la de Agustín, por ejemplo, aquellos copistas, aquella forma de leer en voz alta, aquellas primeras celebraciones de las comunidades de Jerusalén, Alejandría, Antioquía, Roma…
No se trata sólo un libro sobre el libro como producto material, por cierto bien contextualizado en un profundo conocimiento de la cultura clásica.
No es cierto, como sostienen algunos autores, que el cristianismo primitivo fuera un movimiento carente de literatura. Escribe nuestro autor que la Iglesia primera participaba de la alta cultura literaria del mundo antiguo. La literatura cristiana primitiva se extendió más rápidamente y por un área mucho más amplia que los textos no cristianos, y tuvo una audiencia más numerosa que la de los autores paganos más ambiciosos podrían haber esperado con sus obras.
Lo que está claro es que el códice, frente al rollo, se podría decir que es un producto cristiano. El fenómeno de la transición del rollo al códice no es sólo cristiano, pero sí la rapidez con que los cristianos adoptaron el nuevo formato. Los primeros hombres del Camino asumieron como suyo, potenciaron, difundieron, este instrumento para poder hacer llegar a los demás la riqueza de la experiencia cristiana. Este libro también es, como no podía ser menos, una historia de la transmisión textual.
Pensemos que nos habla también del ADN del cristianismo, es decir, de la voluntad de dar razones de la fe y de transmitirlas.
A lo largo de todo el período de la civilización griega, helenística y romana, la alfabetización alcanzaba a un 10% y nunca superó el 15-20% por ciento de la población en su conjunto. ¿Y los cristianos?
Es cierto que ese porcentaje era mayor en las comunidades judías. Jerusalén antes del año 70 a.C. contaba con 480 sinagogas, cada una de ellas dotada de una casa de lectura y una casa del aprendizaje. Por tanto el porcentaje de personas que sabrían leer en las judeocristianas debía ser mayor. Por lo tanto, entre los cristianos estaríamos hablando de entre un 10 y un 20%.
Una de las ideas que más me han llamado la atención es la afirmación de que “la mayor parte de autores cristianos entre los siglo II y V estaban versados en retórica: no pocos –por ejemplo Tertuliano, Cipriano, Lactancio y Agustín-, fueron maestros en retórica antes de ingresar en la Iglesia”.
Otro elemento clave en este estudio es el de la carta como género cultural y teológico. Todo lo que tiene que ver con san Pablo siempre es fascinante. También lo referido a la difusión de la literatura cristiana, las primeras bibliotecas, o cómo se usaban los libros cristianos. Hay un apartado sobre el uso mágico del libro cristiano que es sorprendente.
Añado un solo ejemplo de otra de las dimensiones de libro, la de la propuesta de vida espiritual. Clemente de Alejandría (Paed. 2, 10, 96) aconseja que el esposo y la esposa cristianos dediquen el día a la oración, la lectura y las buenas obras, y en otro momento recomienda “leer las Escrituras antes de las comidas” (Strom. 7, 7, 49).
Ah y no convendría perderse el sermón que Juan Crisóstomo pronunció sobre la utilidad de la lectura privada de las Escrituras, entre otros.
Libros y lectores en la Iglesia antigua
Harry Y. Gamble

Los testimonios de la antigüedad (Prólogo antiguo, Prólogo monarquiano, Eusebio, San Jerónimo) lo consideran originario de Antioquía de Siria.
De San Lucas, autor del Tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, habla San Pablo en la Carta a los Colosenses definiéndolo como “Lucas , el médico querido” (Col 4, 14). Según el historiador Eusebio, había nacido en Antioquía de Siria, y era un gentil. Pablo, siempre en la Carta a los Colosenses, habla de sus compañeros y nombra primero a “los de la circuncisión”, es decir, a los judíos, sin incluir entre ellos a Lucas (Col 4, 10-11).

Además, en su Evangelio, Lucas demuestra una sensibilidad particular en lo que se refiere a la evangelización de los gentiles. Es él quien narra la parábola del Buen Samaritano, es él quien cita las palabras de aprecio de Jesús por la fe de la viuda de Sarepta, de Naamán el Sirio y del Samaritano leproso, el único que vuelve para dar las gracias tras haber sido curado.
No sabemos nada de las circunstancias de la conversión de Lucas, pero podemos deducir a través de los Hechos de los Apóstoles cuándo Lucas se une a Pablo.
Hasta el capítulo 16 los Hechos están narrados en tercera persona, y de repente, inmediatamente después de la visión que tiene Pablo de un macedonio que le pide que pase a Macedonia y los ayude (Hch 16, 9) pasan a la primera persona del plural: “inmediatamente intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles” (Hch 16,10).

Por lo tanto, Lucas acompaña a Pablo en el año 51 a Samotracia, Neápolis y Filipos. Después se repite otro pasaje en tercera persona, lo que nos hace pensar que Lucas no fue arrestado con Pablo e incluso que se quedara en Filipos después que el amigo se fue. Siete años más tarde, Pablo regresa a aquella región y Lucas, que en el capítulo 20 vuelve a narrar en primera persona, está junto a él en Mileto, Tiro, Cesarea y Jerusalén.
Cuando Pablo está en Roma cautivo, en el año 61, Lucas se queda a su lado, como demuestran las Cartas de Pablo a Filemón y a Timoteo. Después de que todos le abandonaran, en la fase final del cautiverio, Pablo escribe a Timoteo: “el único que está conmigo es Lucas” (2Tm 4,11) .
Es posible percibir la característica más original del Evangelio de Lucas gracias a los seis milagros y a las dieciocho parábolas que no se encuentran en los demás Evangelios.
Vemos una atención particular hacia los pobres, las víctimas de injusticias, los pecadores arrepentidos y acogidos dentro de la misericordia y el perdón de Dios:
Es él quien narra de Lázaro y el rico Epulón, es él quien habla del Hijo pródigo y el Padre misericordioso que lo recibe con los brazos abiertos, es él quien refiere de la pecadora perdonada que lava los pies de Jesús con sus lágrimas y los seca con sus cabellos, es él quien cita las palabras de María en el “Magnificat” cuando dice que Dios “derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada”. (Lc 1, 52-53).
La relación particular con María, es otra de las características principales del Evangelio de Lucas. Gracias a él, presuntamente por el testimonio directo que le hizo María, conocemos las palabras de la Anunciación, de la visita a Isabel y del “Magnificat”, gracias a él conocemos detalles de la Presentación en el Templo y el retrato preciso de la angustia de María y José, que no consiguen encontrar a su hijo de doce años.
Se debe probablemente a esta sensibilidad narrativa, descriptiva y también iconográfica, la idea de que Lucas era pintor. Las noticias sobre su muerte son inciertas, algunas fuentes hablan de su martirio, otras dicen que vivió hasta una edad avanzada.
La tradición más antigua narra que murió en Beocia, a los 84 años después de haberse establecido en Grecia para escribir su Evangelio.
ver en wikipedia
Ignacio era el segundo o tercer sucesor del apóstol San Pedro en la sede de Antioquía, pues los testimonios no son unánimes. Según un documento del s. IV/V fue discípulo del apóstol Juan. Ante todo era un pastor de almas, enamorado de Cristo y preocupado tan sólo de custodiar el rebaño que le había sido confiado.
Su mejor retrato nos lo proporciona él mismo en las siete cartas que escribió a varias comunidades cristianas mientras era llevado a Roma. Cuatro fueron escritas desde Esmirna a las Iglesias de Éfeso, Magnesia, Tralles y Roma; las otras tres las escribió desde Tróade: a la Iglesia de Filadelfia, a la de Esmirna y al obispo de ésta, Policarpo, en la que le da unos consejos sobre la manera de desempeñar sus deberes de obispo.
Por su contenido, estas cartas tienen un gran interés doctrinal, por el que San Ignacio es uno de los Padres de la Iglesia. Es en ellas donde encontramos por vez primera la expresión “Iglesia católica” para referirse al conjunto de los cristianos.
Bastantes de los temas que tratan vienen determinados por la polémica contra las herejías más difundidas, especialmente el docetismo, que negaba la realidad de la encarnación del Verbo.

San Ignacio afirma con energía la verdadera divinidad y la verdadera humanidad del Hijode Dios. Otro punto importante es la doctrina sobre la Iglesia.
San Ignacio considera que el ser de la Iglesia está profundamente anclado en la Trinidad y, a la vez, expone la doctrina de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Su unidad se hace visible en la estructura jerárquica, sin la cual no hay Iglesia y sin la que tampoco es posible celebrar la Eucaristía.
La jerarquía aparece constituida por obispos, presbíteros y diáconos. Se trata de un testimonio precioso, por su claridad y su antigüedad.
Toda la comunidad debe obedecer al obispo, que representa a Dios, el obispo invisible. Al obispo deben someterse el presbiterio y los diáconos hasta el punto de que, si alguien obra algo a margen de lajerarquía, dice, “no es puro en su conciencia”.
Sobre este mismo punto, refiriéndose a su martirio, llega a afirmar en una de las cartas: “Yo me ofrezco como rescate por quienes se someten al obispo, a los presbíteros y a los diáconos. ¡Y ojalá que con ellos se me concediera entrar a la parte de Dios!”.
Ignacio muestra ser un hombre de gran corazón. Agradece emocionado la finura de la fraternidad de los primeros cristianos, que —apenas conocer su cautiverio— se prodigan con él, le proporcionan lo necesario para el viaje, se ofrecen a acompañarle y a compartir su suerte. Corren a confortarle desde las ciudades vecinas, pero son ellos quienes tornan removidos y contagiados del amor a Dios.
Gracias a su intensa vida interior, San Ignacio intenta hacer el mayor bien posible en los lugares por donde pasa, abriendo a los demás el tesoro de los dones que el Espíritu Santo le ha concedido.
Con una gran humildad afirma: “no os doy órdenes como si fuese alguien”, pero su caridad sabe usar tonos enérgicos cuando es necesario: no esquiva corregir aunque duela, ni denunciar la herejía o la desviación disciplinar.

Este es el propósito principal de las epístolas ignacianas. A lo largo de su viaje, observa y escucha lo que ocurre: rápidamente discierne los viejos errores ya repetidamente combatidos por los Apóstoles, cuya raíz maligna sigue brotando por doquier: el docetismo, que propugnaba un Cristo aparente, no realmente encarnado; el gnosticismo, que disuelve el cristianismo para reducirlo a una ciencia de autosalvación basada en el conocimiento de verdades pseudofilosóficas; las tendencias judaizantes, el rigorismo ético…
Y sobre todo, una doctrina que quiere dividir a la Iglesia en dos bloques contrapuestos, enfrentando a los fieles con el obispo y su presbiterio.
En el saludo inicial de la carta a los romanos, Ignacio se excede y trata a la Iglesia de Roma de forma distinta a como trata a las demás, con especiales alabanzas.
El tono general de la salutación se puede tomar como un testimonio del primado de Roma, aún de mayor interés por provenir del obispo de la sede de Antioquía: una sede antigua, que cuenta a San Pedro como su primer obispo, establecida en una de las ciudades mayores y más influyentes del Imperio, en la que además comenzaron a llamarse cristianos lo seguidores de Cristo.
Para San Ignacio, la vida del cristiano consiste en imitar a Cristo, como Él imitó al Padre. Esa imitación ha de ir más allá de seguir sus enseñanzas, ha de llegar a imitarle especialmente en su pasión y muerte; es de ahí de donde nace su ansia por el martirio:
“soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras, para poder ser presentado como pan limpio de Cristo”, dice a los romanos; y al obispo Policarpo le anima: “Mantente firme, como un yunque golpeado por el martillo. De grande atleta es ser desollado y, sin embargo, vencer”.
Por otra parte, esa imitación viene facilitada porque Cristo vive en nosotros como en un templo y nosotros llegamos a vivir en Él; por eso los cristianos estamos unidos entre nosotros, porque estamos unidos a Cristo.
En estas cartas se refleja la santidad del obispo de Antioquía, que dejaría una huella imborrable en los cristianos de su época y en la Iglesia para siempre: la de un santo que, como tantos otros en su época, va alegre al martirio, a encontrarse con su Dios.
“Pedid a Cristo por mí para que, por medio de estos instrumentos [las fieras], logre ser un sacrificio para Dios. No os doy órdenes como Pedro y Pablo. Aquéllos eran Apóstoles; yo soy un condenado; aquéllos, libres; yo, hasta ahora, un esclavo.
Pero si sufro el martirio, seré un liberto de Jesucristo y en Él resucitaré libre (…). Para mí es mejor morir para Jesucristo que reinar sobre los confines de la tierra. Busco a Aquél que murió por nosotros. Quiero a Aquél que resucitó por nosotros.”
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