Su fiesta se celebra el 16 de septiembre

San Cipriano es uno de los primeros Padres de la Iglesia en Occidente; caritativo, enérgico, prudente, como obispo de Cartago dejó ejemplo perenne de buen pastor y fiel gobernante. Su amplia obra escrita, que consiste en 13 tratados y una gran colección epistolar, siguió teniendo gran difusión después del martirio con el que confirmó su fe y virtud.

 

Cipriano, de sobrenombre Tascio, nació alrededor del año 210 en el norte de África, probablemente en Cartago, ciudad de la cual después fue obispo. Su educación, como hijo de familia pagana y pudiente de la burguesía ciudadana, se desarrolló según el ciclo de los estudios superiores de la época, y después ejerció la función de abogado y se dedicó a la oratoria en Cartago. La conducta precristiana de Cipriano respondió a su categoría social y a las costumbres que esta conllevaba: pagó tributo a las comodidades de la fortuna, a los placeres y a los honores.

En medio de sus tareas magistrales y del Foro, disgustada su recta conciencia ante la inmoralidad pública y privada, y sin duda movida también por la gracia divina, al contemplar las virtudes de los cristianos, se sintió atraído al cristianismo.

 

 

san cipriano cartago

 

 

En sus escritos él mismo nos refiere el proceso de su transformación interior: el maestro y guía espiritual que dirigió su preparación a la fe fue el presbítero Cecilio, de su misma edad y de quien tomó el nombre, conforme a la costumbre romana para el adoptado. El antiguo orador dio un giro completo a su vida y sobre todo se propuso adquirir dos virtudes, como contrapeso a su conducta anterior, la caridad y la castidad; hizo voto de continencia con admiración de los cartagineses y distribuyó entre los pobres el precio de sus bienes.

Quizá el cambio más difícil de lograr que practicó fue el renunciar a la literatura profana que alguna vez enseñara y difundiera: no cita en sus numerosos escritos a ninguno de sus antiguos maestros paganos. Su bautismo, efectuado en Cartago alrededor del año 245, abrió una época de regeneración, que hizo de él un hombre nuevo.

Por el gran ascendiente que le merecieron sus virtudes, autoridad y obras de caridad fue ordenado presbítero. Hacia el año 248-249 murió el obispo Donato de Cartago y Cipriano fue elegido para reemplazarle; sin embargo en la elección encontró la oposición de cinco presbíteros, que más tarde le declararían viva hostilidad con peligro de cisma.

san cipriano

La época de su episcopado es más conocida que la anterior, por las numerosas fuentes que dan noticia de ella. En ella, en medio de la intensa actividad del obispo de Cartago, destacan tres principales problemas de los cuales se ocupó: la llamada controversia de los lapsos, es decir, los cristianos que apostataron de la fe durante la persecución; el cisma de Novato y Felicísimo; y la llamada controversia de los rebautizantes.

El primero de ellos se desencadena a partir de la persecución del emperador Decio iniciada en el año 249, llevando Cipriano tan sólo un año en la sede episcopal.

Ante el furor popular que gritaba “Cipriano a los leones”, el de Cartago optó por esconderse, estando ausente durante 15 meses, cosa que el clero de Roma no vio bien; al volver de su temporal destierro, Cipriano tuvo que hacer frente al problema de los fieles que habían apostatado de su fe durante la persecución, los cuales fueron reincorporados a la Iglesia, teniendo algunos —aquellos que habían sacrificado para los ídolos, o los habían incensado— que cumplir una penitencia.

Cipriano aplazó la solución definitiva hasta que pudiera reunirse un concilio terminada la persecución.

Ya desde la fuga de Cipriano y durante su ausencia, dos ambiciosos hostiles al obispo, Novato y Felicísimo, junto con los cinco presbíteros que se habían opuesto a Cipriano desde el principio, promovieron el peligro de un cisma.

En vista de la insolencia de los revoltosos y para evitar otros males, Cipriano tuvo que excomulgar a los cismáticos por medio de los obispos administradores de su Iglesia. En esta misma época, durante la peste que afligió al Imperio del 252 al 254, desarrolló entre cristianos y paganos una caridad organizada eficazmente.

En el año 254, después del martirio del papa Lucio, sube a la sede de Roma el papa Esteban, con quien debatirá Cipriano la controversia de los rebautizantes. Se trata de una discusión acerca de si es o no válido el bautismo de comunidades heréticas o cismáticas, y por tanto de la necesidad de bautizar de nuevoa los conversos al cristianismo provenientes de estas comunidades.

En Roma se consideraba válido el bautismo de las comunidades heréticas y a los conversos tan sólo se les imponían las manos en señal de reconciliación; Cipriano y otros obispos consideraban necesario rebautizarlos.

La discusión había llegado a un alto grado, con peligro de ruptura, cuando se vio terminada a causa del martirio de sus dos principales protagonistas, el papa Esteban y el obispo de Cartago, en menos de dos años. La Iglesia de África renunciaría a la práctica de rebautizar en el concilio de Arles del 314.

En el año 257  Valeriano promulga su primer edicto contra las reuniones de los cristianos, ordenando a los obispos, presbíteros y diáconos que tomen parte en el culto oficial del Imperio. Cipriano, que por su posición relevante no podía pasar inadvertido a los ministros imperiales, fue detenido, interrogado y desterrado a Cúrubis, a pocas leguas de Cartago, a la orilla del mar.

Al cumplir un año en el exilio fue reclamado por el nuevo procónsul, pero Cipriano, que sabía para qué era llamado, consideraba que un obispo debe morir en su sede, y por eso no quiso presentarse en Utica, donde estaba el procónsul. Entretanto escribió su última carta a presbíteros, diáconos y fieles, emocionante como un adiós definitivo.

Detenido el 13 de septiembre y conducido a las afueras de Cartago, compareció al día siguiente ante el tribunal del procónsul, que le sometió de nuevo a un interrogatorio:

¿Eres tú Tascio Cipriano? —Lo soy—. ¿Eres el líder de la secta sacrílega? —Lo soy—. Los sacratísimos emperadores te ordenan que sacrifiques. —Yo no lo hago. —Reflexiona. Haz lo que se te ordena. —En cosa tan justa no hay lugar a reflexionar”. El procónsul pronunció entonces la sentencia: “Tascio Cipriano es condenado a morir decapitado”.  El santo replicó con serenidad: “Bendito sea Dios”.

En seguida se dirigió, escoltado por dos soldados, al lugar de la ejecución. Al llegar el verdugo, hizo entrega a éste de 25 piezas de oro. El verdugo temblaba, y no podía empuñar la espada con firmeza; al fin, animado por el mismo mártir, hizo un esfuerzo y derribó de un golpe mortal a la ilustre víctima. Era el 14 de septiembre de 258.

Su muerte produjo una honda impresión en toda el África cristiana y su culto se hizo muy popular sobre todo en Cartago. En Roma figura su nombre en el Calendario desde 354, y va asociado su culto al del papa Cornelio. La Iglesia romana lo incluyó en el canon de la Misa. Su fiesta se celebra el 16 de septiembre. 

 

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San Cipriano - Explicado por Benedicto XVI

Obras de San Cipriano de Cartago

 

Acta del martirio de San Cipriano

 

 

ESCUCHA EL MARTIRIO DE SAN CIPRIANO

 

 

 

FESTIVIDAD DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz que se celebra el 14 de septiembre tiene su origen en Jerusalén. Es el aniversario de la Dedicación de los edificios construidos por el Emperador Constantino para proteger y magnificar los lugares donde Jesucristo Nuestro Señor llevó a cumplimiento su Misterio Pascual de Muerte y Resurrección.

El 13 de septiembre del año 335 se dedicó en Jerusalén la iglesia de la Resurrección y del Martyrium. Al día siguiente, en una solemne ceremonia, se expuso la cruz que la emperatriz Helena había encontrado el 14 de septiembre de 320. En el año 614, Cosroe II, rey de los persas, declara la guerra al imperio bizantino.

Tras ocupar Jerusalén, se llevó, entre sus tesoros, la Cruz de Jesús. El emperador Heraclio propuso la paz a Cosroe, pero éste rechazó la oferta. Ante la negativa, Heraclio le hizo la guerra, y en el año 627 venció la batalla de Nínive. Tras la caída de Cosroe, Heraclio exigió a su sucesor la devolución de la Cruz, que regresó así a Jerusalén.

En este día no se exalta la crueldad de la Cruz, sino el Amor que Dios manifestó a los hombres al aceptar morir en la Cruz: "Aunque era Dios, Cristo se humilló haciéndose siervo. Esta es la gloria de la Cruz de Jesús" (Papa Francisco).

 

Exaltación de la Santa Cruz - Piero de la Fracesca

Exaltación de la Santa Cruz - Piero de la Fracesca

La Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz en Jerusalén antiguamente

El Gólgota – Martyrium ligados a la muerte, la Anástasis (Sepulcro) a la Resurrección. El día de la inauguración se vincula al día del hallazgo de la Santa Cruz del Señor y al aniversario de la dedicación del tempo de Salomón. Con la inauguración de estos edificios nace un nuevo tipo de liturgia.

La acción litúrgica de Jerusalén se adapta a ellos y se inspira en el misterio que contienen y se renueva en las celebraciones. De ahí, entre otras razones, de la importancia de esta fiesta de su Dedicación comparable a Pascua y a Epifanía. De la lectura del Itinerario de Egeria salta a la vista que las grandes fiestas de Jerusalén no se celebraban aisladas en sí mismas, sino que engloban a todas las demás fiestas, es decir, todo el misterio de Cristo.

La razón estriba en la duración de ocho días de las tres grandes fiestas. Durante la octava se recorren los diversos lugares relacionados con el misterio pascual para celebrar en ellos la eucaristía en cada uno de ellos. Al tiempo de duración de las fiestas ha de vincularse el adorno, luces, vestidos litúrgicos que dan vistosidad y alegría a las celebraciones. Son realmente fiestas y de ellas gozan los fieles de Jerusalén y a ellas son atraídos los fieles de las regiones circunstantes.

Tiene encanto especial el relato que la peregrina Egeria (Itinerario 48-49) hace de esta fiesta en el siglo IV:

Se llama día de las Encenias al que fue consagrada la iglesia que está en el Gólgota y que llaman Martirio. También la santa iglesia que hay en la Anástasis, es decir en el lugar donde resucitó el Señor después de la Pasión, fue consagrada a Dios en el mismo día. Se celebra, pues, con gran solemnidad las Encenias (dedicación) de estas iglesias, porque en este mismo día se encontró la cruz del Señor.

Y es por eso por lo que se instituyó que el día en que se consagraran por primera vez las santas iglesias supradichas, fuera el día en que se encontró la cruz del Señor, para que las fiestas se celebrasen al mismo tiempo y en el mismo día, con toda alegría. Y esto se encuentra en las santas Escrituras que era día de Encenias aquel en que el santo Salomón, después de terminar la casa de Dios que había edificado, se presentó ante el altar de Dios y oró, como está escrito en los libros de los Paralipómenos (Crónicas).

Cuando llegan las fiestas de las Encenias se celebran durante ocho días, pues muchos días antes comienzan a reunirse de todas partes muchedumbres, no solo de monjes y apotactites (ascetas caracterizados por sus ayunos) de diversas provincias, es decir, tanto de Mesopotamia como de Siria, Egipto y Tebaida, donde hay muchos monazontes (monjes), sino también de todos los lugares y provincias; pues no hay ninguno que deje de encaminarse este día a Jerusalén para celebrar tanta alegría y tan solemnes fiestas.

También los seglares, tanto hombres como mujeres de todas las provincias, se reúnen igualmente con ánimo piadoso durante estos días en Jerusalén, para asistir a la sagrada solemnidad. Asimismo en estos días se reúnen en Jerusalén, por lo menos, más de cuarenta o cincuenta obispos, y con ellos acuden muchos de sus clérigos.

¿Y, qué más? Se cree incurrir en gran pecado el que durante estos días no ha participado en una solemnidad tan grande, a no ser que haya tenido un grave impedimento que le haya apartado de su buen propósito. Durante estos días de las Encenias, el ornato de las iglesias es el mismo que en Pascua y Epifanía. El primer día y el segundo se procede en la Iglesia Mayor, que se llama Martirio.

Luego, el tercer día, se procede Eleona, es decir, en la iglesia que hay en el monte desde el cual subió el Señor a los cielos después de su pasión, en el interior de cuya iglesia está la gruta en la que el Señor enseñaba a sus Apóstoles en el monte Olivete. El cuarto día…” (interrupción y final del manuscrito de Egeria).

 

La denominación de la Exaltación de la Cruz deriva probablemente de un rito del cual informa el Leccionario Armenio de Jerusalén (s. V) que se hace el día siguiente a la Dedicación, el día 14 de septiembre. El Leccionario se expresa del modo siguiente:

“El 13 de septiembre, Dedicación de los santos lugares de Jerusalén… El segundo día [día 14], se hace asamblea en el Santo Martirio y se realiza el mismo canon. Y el mismo día, se muestra la venerable Cruz a toda la asamblea” (cap. 67-68).

 

 

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LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 

fray Enrique Bermejo Cabrera (De la custodia de Tierra Santa)

Benedicto XVI explica la vida de San Juan Crisóstomo

Nació en Antioquía, en el 347. Vivió retirado como monje, hasta que fue ordenado diácono y sacerdote, destacando enseguida por sus dotes oratorias que le han valido el conocido sobrenombre ("crisóstomo" = boca de oro). Nombrado patriarca de Constantinopla, puso gran empeño en elevar el nivel moral y espiritual de los fieles. Su celo pastoral le acarreó una dura persecución contra su persona, hasta acabar muriendo desterrado, en el 407.

 

Primera Intervención de Benedicto XVI en la que presentó la figura de San Juan Crisóstomo

La formación en la infancia es clave para dar la perspectiva justa a la vida, alerta el Papa

 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 19 septiembre 2007

Es fundamental que en la infancia «entren realmente en el hombre las grandes orientaciones que dan la perspectiva justa a la existencia», recuerda el Papa.

Esta indicación procede de la doctrina del obispo de Constantinopla San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia – 13 septiembre Ha pasado a la historia con el sobrenombre de “boca de oro” por su maravillosa capacidad de hablar sobre la fe. San Juan Crisóstomo nació en el 349 cerca de Antioquía. Juan Crisóstomo, «más actual que nunca», dijo Benedicto XVI ante unos veinte mil peregrinos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, dedicando este miércoles la audiencia general al Padre Apostólico en el año del decimosexto centenario de su muerte.

Llamado Crisóstomo o «Boca de oro» por su elocuencia, en el «alma de fuego» de Juan maduró «la urgencia de predicar el Evangelio» y el «ideal misionero» le lanzó «a la atención pastoral», convirtiéndose en «pastor de almas a tiempo completo», describió el Papa.

Este Padre de la Iglesia, entre los más prolíficos, transmitió «la doctrina tradicional y segura de la Iglesia» con la preocupación constante «dela coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial».

Y es que «las dos cosas, conocimiento de la verdad y rectitud de vida, van juntas –recalcó Benedicto XVI--: el conocimiento debe traducirse en vida».

Por eso toda intervención de San Juan Crisóstomo «se orientó siempre a desarrollar en los fieles el ejercicio de la inteligencia, de la verdadera razón, para comprender y traducir en la práctica las exigencias morales y espirituales de la fe», explicó.

 

San Juan Crisóstomo

 

Acompañando siempre «el desarrollo integral de la persona, en las dimensiones física, intelectual y religiosa», San Juan Crisóstomo hizo hincapié en la infancia, esta primera edad en la que «se manifiestan las inclinaciones al vicio y a la virtud»; «por ello la ley de Dios debe ser desde el principio impresa en el alma “como en una tablilla de cera”», puntualizó el Papa citando al Crisóstomo.

La infancia es «la edad más importante --subrayó--. Debemos tener presente cuán fundamental es que en esta primera fase de la vida entren realmente en el hombre las grandes orientaciones que dan la perspectiva justa a la existencia».

«A la juventud –proseguía San Juan Crisóstomo-- le sucede la edad de la persona madura, en la que sobrevienen los compromisos de familia».

En el itinerario formativo, «los esposos bien preparados cortan el camino al divorcio –advirtió el Santo Padre--: todo se desarrolla con gozo y se pueden educar a los hijos en la virtud».

Y la familia, «pequeña Iglesia», vive en recíproca relación con la gran Iglesia, en la que participa el laico en virtud del Bautismo, sacramento que le da «el deber fundamental de la misión» --recordó-- «porque cada uno en alguna medida es responsable de la salvación de los demás».

«Esta lección del Crisóstomo sobre la presencia auténticamente cristiana de los fieles laicos en la familia y en la sociedad, es hoy más actual que nunca», concluyó Benedicto XVI.

Con su meditación, el Papa continúa con la serie de intervenciones sobre las grandes figuras de los orígenes de la Iglesia.

Segunda Intervención de Benedicto XVI en la que presentó la figura de San Juan Crisóstomo

El Papa propone un modelo de sociedad con «rostro cristiano» basado en la fraternidad y la consiguiente solidaridad

 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 26 septiembre 2007

No basta ayudar a los pobres de manera puntual, se necesita un nuevo modelo de sociedad con «rostro cristiano», cimentada en la solidaridad, explica Benedicto XVI.

Esta fue la conclusión a la que llegó en la audiencia general de este miércoles en la que presentó a unos 20 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano los últimos días de vida de san Juan Crisóstomo (347-407), uno de los padres de la Doctrina Social de la Iglesia.

En la segunda intervención dedicada a este obispo de Constantinopla, capital del imperio romano de Oriente, fallecido en el exilio, elPapa constató que propuso «el modelo de la Iglesia primitiva como modelo para la sociedad, desarrollando una “utopía” social (como una “ciudad ideal”)».

Es el modelo que presenta el libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando en el capítulo 4 explica que entre los primeros cristianos «nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (versículos 32-37).

Con esta propuesta, el doctor de la Iglesia buscó «dar un alma y un rostro cristiano a la ciudad», explicó el sucesor de Pedro.

«En otras palabras», subrayó, Juan Crisóstomo «comprendió que no es suficiente hacer limosna, ayudar a los pobres de vez en cuando, sino que es necesario crear una nueva estructura, un nuevo modelo de sociedad; un modelo basado en la perspectiva del Nuevo Testamento».

 

San Juan Crisóstomo

San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia

«Juan Crisóstomo se convierte de este modo en uno de los grandes padres de la Doctrina Social de la Iglesia», aseguró que ha quedado recientemente recogida por un «Compendio» publicado por el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

«La vieja idea de la “polis” griega es sustituida por una nueva idea de ciudad inspirada en la fe cristiana», subrayó el Papa

Esta visión cristiana de la sociedad, aclaró, se basa en el «primado» de «la persona en cuanto tal, incluso del esclavo y del pobre».

El proyecto de san Juan Crisóstomo «corrige de este modo la tradicional visión de la “polis” griega, de la ciudad, en la que amplias capas de la población quedaban excluidas de los derechos de ciudadanía, mientras en la ciudad cristiana todos son hermanos y hermanas con los mismos derechos».

«El primado de la persona es también la consecuencia del hecho de que basándose en ella se construye la ciudad, mientras que en la “polis” griega la patria se ponía por encima del individuo, que quedaba totalmente subordinado a la ciudad en su conjunto».

Este santo, explicó el Papa, dio un impulso decisivo a la reflexión sobre «la visión de una sociedad construida con la conciencia cristiana».

«Y nos dice que nuestra “polis” es otra, “nuestra patria está en los cielos” y esta patria nuestra, incluso en esta tierra, nos hace a todos iguales, hermanos y hermanas, y nos obliga a la solidaridad», concluyó el Papa.

La reflexión del Papa continuó con la serie de meditaciones sobre las grandes figuras de los origines de la Iglesia que está ofreciendo en las audiencias de los miércoles. Tras el encuentro con los peregrinos, regresó en helicóptero a la residencia de Castel Gandolfo.

 

 

 

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SAN JUAN CRISÓSTOMO

 

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San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia

Ha pasado a la historia con el sobrenombre de “boca de oro” por su maravillosa capacidad de hablar sobre la fe. San Juan Crisóstomo nació en el 349 cerca de Antioquía. Patriarca en Constantinopla, murió exiliado por haber condenado sin temor la corrupción del clero y de la corte bizantinos.

 

Juan fue un as de la palabra desde muchacho. El famoso rector Libonio, su maestro, que veía en el joven a su natural sucesor, sintió mucho cuando aquel alumno prometedor prefirió la fe a la atractiva retórica. “¡Si los cristianos no me lo hubieran robado!”, exclamará.

En efecto, Juan sí fue “robado” por la atracción que sentía por las palabras sagradas, que estudia con atención en el círculo de Diodoro, futuro obispo de Tarso. San Pablo es uno de sus preferidos, al que le dedicará mucho en pensamientos y páginas.

Pero toda la Biblia, con sus enseñanzas, deja una huella profunda en aquel joven de Antioquía que se prepara para convertirse en una espada de doble filo en el oriente cristiano del siglo V, precisamente por aquel talento de decir las cosas sabiendo que lo dice bien.

 

san juan crisostomo

El espíritu no el vientre

El obispo Fabiano lo ordenó sacerdote pero Juan, desde los años del diaconato, demuestra rotundamente que su capacidad de hablar a la gente de las Escrituras es fuera de lo común. Antes de esta fase, el joven también hace la experiencia eremítica – seis años en el desierto, los últimos dos en una caverna – y esto consolida en él un carácter de sobriedad que confiere ulterior fuerza a sus palabras que sacuden siempre por su franqueza.

Predica el amor concreto a los hermanos más pobres, insta a los monjes a realizar obras de caridad y a desprenderse del dinero; impulsa a los laicos a evitar la telaraña de la corrupción.

En suma, más espacio al espíritu y menos a la carne. Juan es un moralista, en el sentido positivo del término, para una época en la que extraer de los dichos bíblicos normas de comportamiento coherentes con la vida de un bautizado era el camino que se recorría con frecuencia.

Patriarca incómodo

Cuando tenía alrededor de 50 años, en el 397, da el gran salto. Juan está en Constantinopla para suceder al Patriarca Nectario. Cambia el papel: gran visibilidad y cercanía a la corte. El único que no cambia es Juan. El fustigador de la corrupción – que en los palacios del poder bizantino pulula – es fiel a su estilo.

La gente lo ama por eso, tal como lo testimonian sus contemporáneos. Los que comienzan a detestarlo cada vez más abiertamente son la nobleza y el clero, apegados a sus privilegios y de aquel hombre que, en lugar de alinearse a los modos del círculo del que ha entrado a formar parte, reciben frases que no hacen descuentos.

Indolencia y vicios, sobre todo por parte de quien viste una túnica, son los blancos preferidos. Y a las palabras siguen los hechos. Muchos presbíteros son removidos por indignidad, incluido el obispo de Éfeso. Para muchos es demasiado. Y contra un hombre que en el fondo es más ingenuo que astuto, parte la lista de intrigas.

“Boca de oro”

Capitanea la fronda contra Juan el Patriarca de Alejandría, Teófilo, y la emperatriz Eudoxia. En su ausencia convocan un sínodo que obliga a Juan al exilio. Corre el año 403, pero el alejamiento dura poco. Por aclamación popular, Juan regresa a Constantinopla y sus adversarios vuelen a lanzar el desafío.

 

San Juan Crisóstomo

San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia

 

 

El 9 de junio del 404 una nueva condena lo aleja del centro del Imperio. El antiguo eremita encuentra una soledad forzada. Juan “boca de oro”, tal como será apodado tiempo después, muere en el año 407, en Comana Pontica, durante uno de los tantos traslados que debía realizar.

Su sabiduría permanece intacta a lo largo de los siglos, corroborada por centenares de escritos de un hombre y un sacerdote convencido de que “en todas las cosas” deba darse “gloria a Dios”.

 

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SAN JUAN CRISÓSTOMO

 

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El crismón símbolo cristiano formado por X y P 

Además del pez, los primeros cristianos utilizaron el crismón como símbolo, superponiendo las dos primeras letras de "Cristo", usado a menudo en la iconografía

 

El conocimiento del griego puede resultar útil para descifrar los primeros símbolos cristianos. Empezando por el crismón, donde se superponen las letras griegas X (ji) y P (rho). El monograma, que incluye las dos primeras letras de la palabra "Cristo", muestra la pertenencia de sus discípulos, llamados cristianos desde su época en Antioquía (cf. Hch 11,26).

Ya presente en el mundo pagano, este signo es una contracción de la palabra que significa "útil" o "propicio". En la historia cristiana, apareció en la iconografía tras la conversión del emperador Constantino.

En el año 312, durante la batalla del Puente Milvio, vio aparecer en el cielo un signo acompañado de las palabras: "Con este signo vencerás". Este signo era la cruz o el crismón, según la tradición, que el hombre decidió colocar en el escudo de sus tropas.

 

Crismón

Un significado especial hasta el siglo V

En cualquier caso, la victoria del emperador sobre su rival Majencio hizo famoso el monograma, que se utilizó posteriormente en la iconografía.

También se utiliza de otra forma, la superposición de una I (iota) y una X (ji), que son las dos primeras letras de "Jesús" y "Cristo" y se asemejan a un asterisco.

También se acompaña a veces de un "alfa" y un "omega", primera y última letras del alfabeto griego: esto significa que Cristo es el principio y el fin de toda realidad.

Hasta el siglo V, los cristianos -y los emperadores romanos en particular- consideraban que la fe cristiana ocupaba un lugar especial, que poco a poco fue ocupando la cruz, descuidada al principio por la violencia de un símbolo que evocaba la tortura de Cristo.

Hoy, no es raro verla en las casullas o distinguirla en las obras de arte de los edificios cristianos.

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SIMBOLOS CRISTIANOS

FUENTE: es.aleteia.org

Scott Hahn - Converso y experto en Sagrada Escritura

"Creía que la Iglesia Católica era el enemigo del verdadero Cristianismo"

IGLESIA, ESCRITURA Y TRADICIÓN

En esta entrevista exclusiva, el renombrado experto en Biblia y ex-ministro presbiteriano Scott Hahn habla con Primeros Cristianos de su conversión al catolicismo, así como de lo que los primeros cristianos le enseñaron y pueden enseñarnos a todos.

 

1.- ¿Cómo se puso al corriente de la Fe Católica? ¿Qué le llevó finalmente a abrazarla?

 

¡Primero me di a conocer como su enemigo! Yo era un protestante convencido, calvinista en mipensar y con un estilo evangelista. Creía que la Iglesia Católica era el enemigo del verdadero cristianismo. Estaba enamorado de la Biblia y ésa era mi perdición como protestante. A pesar de mi resistencia, mi estudio bíblico me llevó a adoptar un punto de vista sacramental global.

Esto me llevó a ver la necesidad de objetiva y terrena autoridad en las personas unidas con Dios. Me llevó a los Padres de la Iglesia, que eran profundos intérpretes de la Biblia. Lo que encontré en los Padres era una iglesia que correspondía perfectamente con la religión bíblica, pero que se parecía mucho a la Iglesia Católica. Yo quería estar allí con los Apóstoles, los Padres, los mártires y los santos.

 

2.- En la "Cena del Cordero" describió su primer encuentro con la Sagrada Eucarístia. ¿Podría contarnos su experiencia y lo que los primeros cristianos tuvieron que ver en ello?

Había estado estudiando los escritos de los Padres, y había encontrado contadas referencias a "la Liturgia", "la Eucaristía", "el Sacrificio". Para esos primeros cristianos, la Biblia -el libro que yo más quería- era incomprensible separado del acontecimiento que los católicos actuales denominaban "la Misa". Bueno, yo no había tenido ninguna experiencia litúrgica, así que me persuadí para ir y ver, como parte de un ejercicio académico.

Conforme la Misa transcurría, comencé a darme cuenta de lo bíblica que era: un versículo era de Isaías, otro de los Salmos, otro de san Pablo. La experiencia fue abrumadora. Entonces, vi al sacerdote levantar la hostia y sentí una jaculatoria que salió de mi corazón en un susurro: "Señor mío y Dios mío. ¡Realmente eres Tú!" Continué resistiéndome a la conversión, pero la resistencia fue inútil desde aquél momento.

 

 

scott hahn

 

3.- ¿Qué relevancia tienen hoy los primeros cristianos? ¿Qué cosas tienen en común con nosotros?

La naturaleza humana no ha cambiado. Ellos hablaban de las mismas preocupaciones que tenemos hoy -la necesidad de salvarse, el deseo de ser virtuoso, la dificultad para superar el pecado-. Hablan de eso temas con cierta frescura.

Cuando leemos a los Padres, estamos escuchando el Evangelio como fue predicado al mundo pagano. También nos proporcionan excelentes modelos para llegar a un mundo, como el nuestro, que ha sido repaganizado.

 

4.- Ha escrito numerosos libros sobre temas relacionados con la Fe Católica y la Sagrada Escritura. ¿Cuál es su propósito y qué pretende conseguir con ello?

Mi propósito ahora es el mismo que ha sido durante décadas: fomentar la capacidad para comprender la Biblia en todoslos católicos y la elocuencia para que profesores y clérigos la expliquen correctamente. Esto suena absurdamente ambicioso, lo sé, pero es cierto.

No es sólo el propósito de mis libros, sino también la misión del Centro de Teología Bíblica de San Pablo, que yo fundé. El centro ofrece gran variedad de actividades, muchas para católicos ordinarios, pero muchas otras para estudiantes.

Ofrecemos estudios bíblicos de manera gratuita por internet, organizamos conferencias, formamos catequistas con los mejores métodos para guiar el estudio bíblico, tenemos nuestras propias publicaciones (libros, una revista, una hoja informativa), organizamos peregrinaciones a Roma y a Tierra Santa, poseemos una de las mejores bibliotecas para estudios bíblicos en internet.

Después de casi veinte años escribiendo y diez años dirigiendo elcentro, estoy animado por los logros conseguidos. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer. Y sé que Dios lo hará. Así que, aun siendo mi trabajo, no hay de qué preocuparse.

 

5.- ¿Cuál es el secreto de los primeros cristianos para su rápida evangelización del Mundo Antiguo? ¿Qué podemos aprender de ellos?

Diría que era la frescura del Evangelio. Ellos (los paganos) lo oyeron y vieron que era algo completamente diferente a lo que su cultura les estaba ofreciendo. Por esa razón era atractivo. Nosotros, después de un milenio y medio de legal y establecido cristianismo, nos hemos dejado de dar cuenta de que el Evangelio sigue siendo fresco, nuevo y radical.

Muchas veces se sigue manteniendo erróneamente en severo contraste con lo que la cultura nos ofrece. Necesitamos sumergirnos en un estudio lleno de oración y en una oración llena de estudio, y así veremos a Jesús más claramente. Él se encargará de todo desde ese momento. Si algo nos falta es esa amistad con Él, sostenida a través de una constante y disciplinada vida de oración.

 

 

www.earlychristians.org
Traducción: Josemaría Martí Sánchez

 

 

La Sábana Santa es uno de los objetos más estudiados y controvertidos de la historia. También, uno de los más importantes de la Iglesia católica.

La tela de lino con la que supuestamente fue envuelto el cuerpo de Jesús ha sido venerada por muchos papas, especialmente en los últimos años.

 

Sábana Santa

 

En 2010, Benedicto XVI pasó varios minutos rezando ante la Sábana Santa.

Y lo mismo hizo Francisco en 2015.

Ahora, nuevos descubrimientos científicos confirman que la tela se remonta a la época de Jesús.

El Instituto de Cristalografía de Italia aplicó un nuevo método por rayos X. Los resultados muestran que la tela es aún más antigua que lo hallado en una prueba de 1988. Esto quiere decir que la Sábana Santa es realmente una reliquia de hace 2.000 años, como cree la tradición cristiana.

Pero este nuevo dato no es la única razón por la que la Sábana Santa vuelve a ser noticia. Ha sido gracias a la inteligencia artificial. Se ha obtenido una nueva imagen facial de Jesús extraída del rostro impreso en la reliquia. La reconstrucción se ha hecho viral en las redes sociales y coincide con las representaciones tradicionales.

La Sábana Santa se descubrió en 1354 y actualmente se conserva en la Catedral de San Juan Bautista de Turín (Italia).

 

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SABANA SANTA

 

 

EL PAPADO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

 

Consideramos que el papado en el cristianismo primitivo fue un período de la historia de la Iglesia entre el año 30 d.C., en el que San Pedro asumió efectivamente su papel pastoral como cabeza visible de la Iglesia, hasta el pontificado del Papa San Melquíades en 313, cuando terminó la persecución del Imperio Romano.

 

Los papas del siglo I

San Pedro murió en el año 67, en la ciudad de Roma, y fue sucedido por San Lino, luego por San Anacleto (como lo documenta San Ireneo en el siglo II), y luego por San Clemente I, en el siglo primero.

Los Padres de la Iglesia nunca negaron la primacía de Roma. Además de la Iglesia Romana, las Iglesias de Alejandría y Antioquía también eran centros importantes para el cristianismo y sus obispos tenían jurisdicción sobre ciertos territorios, pero ellos, como todas las demás Iglesias, estaban subordinados a la Iglesia de Roma.

Como informa San Ireneo, después de la muerte de Pedro, el episcopado de Pedro pasó a San Lino, cuando murió, fue a Santo Anacleto, y cuando murió, a San Clemente.

San Clemente I fue posteriormente considerado el primer Padre de la Iglesia por haber defendido públicamente a la Iglesia, la jerarquía sacerdotal y los rituales.

 

Papado - papas siglo I

historia del Papado

 

 

Hacia el año 95  San Clemente, cuarto obispo de Roma, escribió una carta a la Iglesia de Corinto para poner fin a una discordia que había estallado y que había dado lugar a la destitución de los ancianos (capítulo 47). El prestigio de la iglesia romana en este caso está implícito en el tono decidido y, en algunos casos, incluso amenazador de la carta de advertencia de Clemente, que espera la obediencia a lo que Dios dijo a través de la Iglesia de Roma (según los capítulos 47, 59 y 63):

 

“Lee la epístola del bendito apóstol Pablo. ¿Qué le escribió en el momento en que comenzó a predicarse el evangelio? De hecho, bajo la inspiración del Espíritu, les escribió sobre sí mismo, Cefas y Apolo, porque hasta entonces se habían formado grupos entre vosotros. Pero esta inclinación hacia uno por encima del otro le causó menos preocupación, ya que vuestras parcialidades fueron entonces mostradas a los apóstoles, ya de gran reputación, y a un hombre que habían aprobado.

Pero ahora reflexiona quiénes son los que te han pervertido y reducido la fama de tu famoso amor fraternal. Es vergonzoso,  sí, sumamente vergonzoso e indigno de tu profesión cristiana, que se deba escuchar que la iglesia más firme y antigua de los corintios debe, debido a una o dos personas, involucrarse en la sedición contra sus presbíteros.

Y ese rumor no solo nos llegó a nosotros, sino también a aquellos que no están conectados con nosotros; de modo que el nombre del Señor es blasfemado, mientras que el peligro también te sobreviene ”.
- Carta de Clemente a los Corintios, capítulo 47

 

La Iglesia de Roma le habla a la Iglesia de Corinto como un superior le habla a un subordinado. En el primer capítulo, el autor se disculpa de inmediato por no haber podido dedicar su atención antes a las irregularidades existentes en la lejana Iglesia de Corinto. Esto demuestra claramente que la vigilancia cristiana primitiva y la preocupación de la comunidad por la comunidad no fueron los únicos que inspiraron la redacción de la carta. Si ese fuera el caso, una disculpa por entrometerse en la controversia estaría en orden.

Pero el obispo de Roma considera que es un deber tratar el asunto y considera pecado de su parte si no le obedecen:

 

“Sin embargo, si alguien desobedece las palabras pronunciadas por Él a través de nosotros (Iglesia de Roma), hágale saber que estará involucrado en transgresión y grave peligro; pero seremos inocentes de este pecado y desearemos que el Creador de todo conserve sin interrupción el número calculado de Sus elegidos en todo el mundo...”.
- Carta de Clemente a los Corintios, capítulo 59

 

Este tono no puede explicarse adecuadamente sobre la base de las estrechas relaciones culturales que existen entre Corinto y Roma, sino sobre la base de la relación de autoridad de la Iglesia de Roma sobre Corinto.

“Nos darás alegría y placer si te sometes a lo que hemos escrito por el Espíritu Santo, cortando la ira que nace de los celos, en línea con el pedido de paz y armonía que te hacemos para esta carta. Enviamos hombres fieles y discretos, cuya conversación desde la juventud hasta la vejez ha sido impecable entre nosotros, serán testigos entre vosotros y nosotros. Esto lo hicimos para que pueda saber cuál era toda nuestra preocupación y que pueda estar en paz rápidamente ".
- Carta de Clemente a los Corintios, capítulo 63

 

En resumen sobre este incidente, San Ireneo (130-202), obispo de Lyon, describe los acontecimientos del siglo I en su obra del siglo II:

“En el pontificado de Clemente surgieron serias divergencias entre los hermanos de Corinto. Por eso la Iglesia de Roma envió a los Corintios una carta muy importante para reunirlos en paz, reavivar su fe y reconfirmar la tradición que habían recibido recientemente de los apóstoles, es decir, la fe en el único Dios omnipotente, el Creador de la el cielo y la tierra, el Creador del hombre, que trajo el diluvio y llamó a Abraham, que dirigió al pueblo de la tierra de Egipto, habló con Moisés, estableció la ley, envió a los profetas y preparó fuego para el diablo y sus ángeles. . "
- Contra las herejías, libro 3, capítulo 3, versículo 3. [4]

 

Roma era consciente de su autoridad y de la responsabilidad que esto implicaba; Corinto también lo reconoció y se inclinó ante ella. El hecho de que la carta fuera muy respetada y leída con regularidad no solo en Corinto, sino también en otras iglesias, tanto que llegó a ser considerada por algunos como inspirada, implica la existencia en la conciencia de los cristianos no romanos de una estima por Iglesia romana como tal, que reconoce una posición superior.

La autoridad de Clemente como obispo de Roma acaba corroborando la auténtica afirmación de la Iglesia católica de que estas acciones revelan que, desde temprana edad, la Sede de Roma (y su obispo, que es el Papa) tenía primacía sobre los cristianos.

 

Como narra el historiador Eusébio de Cesarea, Clemente, después de nueve años de pontificado (88-97) “pasó el sagrado ministerio a Evaristo”, y cuando murió, se lo pasó a Alejandro I. Y en el año 107, durante el pontificado de Alejandro, una carta había sido escrita a la Iglesia de Roma por San Ignacio, tercer obispo de Antioquía, quien envió otras cinco cartas a cinco iglesias antes de ser martirizado y devorado por bestias.

San Ignacio de Antioquía, en su Carta a los Romanos, también atribuye a la Iglesia de Roma epítetos insólitos, honorables. Mientras Ignacio amonesta y advierte a los miembros en sus Epístolas a las otras Iglesias, en su Carta a los Romanos solo expresa peticiones respetuosas: En su prólogo, Ignacio describe la iglesia de Roma como “digna de Dios, digna de honor, digna de felicitaciones, digno de alabanza, digno de éxito, dignamente puro y preeminente en amor ”.

El tratamiento que le da a la Iglesia en Roma es: “a la Iglesia que preside en la Región de los Romanos”. La Iglesia de Roma presidió las demás Iglesias, es decir, que su Obispo era el jefe de la Iglesia Católica diseminada por todo el mundo:

“Ignacio, también llamado Teóforo, a la Iglesia que recibió misericordia por la grandeza del Padre Altísimo y de Jesucristo su único Hijo, Iglesia amada e iluminada por la voluntad de Aquel que eligió a todos los seres, es decir, según la fe y la caridad de Jesucristo nuestro Dios, ella que también preside en la región de los romanos, digna de Dios, digna de honra, digna de ser llamada bienaventurada, digna de alabanza, digna de éxito, digna de pureza, y que preside con caridad en observancia de ley de Cristo y que lleva el nombre del Padre. Yo también os saludo en el nombre de Jesucristo, hijo del Padre ".
- Carta de Ignacio a los Romanos, prólogo

 

Estas declaraciones prueban que Ignacio, obispo de una de las iglesias más grandes que existieron, a principios del siglo II, al menos atribuyó a la Iglesia de Roma la precedencia universal en prestigio y honor.

Según la lista de San Ireneo del siglo II, cuando el Papa Alejandro I murió después de 8 años de pontificado (107-115, como narra Eusébio de Cesarea en Historia Eclesiástica IV, 1) fue sucedido por Sixto I (115-126), y éste por San Telésforo (126-137), y luego San Higinio.

 

by Gabriel Larrauri - www.primeroscristianos.com

 

+ INFO –

Historia del Papado – El primado de san Pedro en la Iglesia primitiva

Ver San Pedro en Wikipedia 

LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA 

Consideran más probable su nacimiento en Jerusalén que en Galilea

El nacimiento de su Madre Santísima no se trata directamente [en la Biblia], pero la tradición venerable y respetable nombra a San Joaquín y santa Ana, como los progenitores de la que sería la criatura más excepcional nunca nacida de matrimonio santo.

Se deben tener en cuenta que las genealogías de Mateo y Lucas están basadas en registros públicos conservados en Jerusalén, que inserta San Lucas en su evangelio (3,23-38) parece ser la de María, así como la de San José sería lo que refiere San Mateo (1,1-17).

 

“San Bernardo [en el siglo XII], cuando escribía de la gloria y de los grandes privilegios de la Madre de Dios, afirma, admirado, que de María nunca se dirá bastante de su santidad y grandeza. Pero con profundo realismo bíblico y teológico rechaza como impropias de su santo nacimiento que hubiese sido engendrada por lo que él llama ósculo de la paz y no por la santa cópula conyugal de sus padres. María por su nacimiento quedo sujeta a la ley natural”, detalla García Martínez.

 

“Su cuerpo fue perfecto. Su plenitud de gracia desde el mismo momento de su Concepción. No tuvo ninguna imperfección voluntaria desde su nacimiento.

La gracia santificante actuó en su alma de forma plena y total, en atención a su privilegio singular ser predestinada desde el primer momento de la historia de la Salvación hasta su culminación en la Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo a ser su Madre y Madre de la Iglesia”, añade.

 

 

natividad Virgen María
El nacimiento de la Virgen, según Bartolomé Esteban Murillo (año 1660)

 

Los poetas y pintores han tratado de reflejar en su arte el nacimiento de Santa María tomando referencias de los nacimientos de sus tiempos, respetando la supra dignidad de Nuestra Señora, quien en su Magníficat nos dejó el mejor expresión de su personalidad porque el Señor hizo grandes maravillas, engrandeció su humildad por la que ha sido llamada bienaventurada en su Santa Natalidad”, concluye.

 

¿Nació María en Jerusalén?

El historiador Pedro Sáez Martínez de Ubago también ha escrito sobre el misterio y la tradición de la Natividad de la Virgen María, en NavarraInformacion.es, y considera más probable su nacimiento en Jerusalén que en Galilea.

“Un escrito apócrifo del siglo II, conocido con el nombre de Protoevangelio de Santiago, nos ha transmitido los nombres de sus padres —Joaquín y Ana—, que la Iglesia inscribió en el calendario litúrgico.

Diversas tradiciones sitúan el lugar del nacimiento de María en Galilea o, con mayor probabilidad, en la ciudad santa de Jerusalén, donde se han encontrado las ruinas de una basílica bizantina del siglo V, edificada sobre la llamada casa de Santa Ana, muy cerca de la Piscina Probática.

Con razón la liturgia pone en labios de María unas frases del Antiguo Testamento: me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad (Sirácida 24, 15)”.

Pedro Sáez cita con detalle un texto que se atribuye a San Máximo el Confesor (c. 580 – 662), un autor bizantino prolífico y culto de tradición neoplatónica, que murió desterrado en Georgia, pocos meses después de que le arrancaran la lengua y le cortaran la mano derecha para impedirle escribir. Su obra “La Vida de la Madre de Dios” nos ha llegado a través de una traducción medieval en lengua georgiana (él la escribió en griego, pero esa versión se ha perdido).

Esta obra recoge tradiciones de textos apócrifos (el mismo Máximo lo declara) pero dándole credibilidad porque asegura que santos bizantinos previos apoyaban estas enseñanzas. Parte de los datos que ofrece proceden del Protoevangelio de Santiago.

 

+ info :

La natividad de la Virgen María según san Máximo el Confesor (s.VII)

La Natividad de la Virgen María – 8 de septiembre

 

 

ver en Wikipedia 

La Natividad de la Virgen María

El 8 de septiembre celebramos el Nacimiento de la Virgen María o Natividad de María. Se celebra nueve meses después de la dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen, que tiene lugar el 8 de diciembre.

 

Muchos siglos habían pasado desde que Dios, en los umbrales del Paraíso, prometiera a nuestros primeros padres la llegada del Mesías. Cientos de años en los que la esperanza del pueblo de Israel, depositario de la promesa divina, se centraba en una doncella, del linaje de David, que concebirá y dará a luz un Hijo, a quien pondrá por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros (Is 7, 14).

Generación tras generación, los piadosos israelitas esperaban el nacimiento de la Madre del Mesías, aquella que ha de dar a luz, como explicaba Miqueas teniendo como fondo la profecía de Isaías (cfr. Mi 5, 2).

A la vuelta del exilio en Babilonia, la expectación mesiánica se hizo más intensa en Israel. Una ola de emoción recorría aquella tierra en los años inmediatamente anteriores a la Era Cristiana. Muchas antiguas profecías parecían apuntar en esa dirección. Hombres y mujeres esperaban con ansia la llegada del Deseado de las naciones.

A uno de ellos, el anciano Simeón, el Espíritu Santo había revelado que no moriría hasta que sus ojos hubieran visto la realización de la promesa (cfr. Lc 2, 26). Ana, una viuda de edad avanzada, suplicaba con ayunos y oraciones la redención de Israel. Los dos gozaron del inmenso privilegio de ver y tomar en sus brazos a Jesús niño (cfr. Lc 2, 25-38).

Incluso en el mundo pagano —como afirman algunos relatos de la antigua Roma— no faltaban señales de que algo muy grande se estaba gestando. La misma pax romana, la paz universal proclamada por el emperador Octavio Augusto pocos años antes del nacimiento de Nuestro Señor, era un presagio de que el verdadero Príncipe de la paz estaba a punto de venir a la tierra. Los tiempos estaban maduros para recibir al Salvador.

Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Gal 4, 4-5). Dios se esmera en elegir a su Hija, Esposa y Madre. Y la Virgen santa, la muy alta Señora, la criatura más amada por Dios, concebida sin pecado original, vino a nuestra tierra.

 

natividad maria

 

 

Nació en medio de un profundo silencio. Dicen que en otoño, cuando los campos duermen. Ninguno de sus contemporáneos cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Sólo los ángeles del cielo hicieron fiesta.

De las dos genealogías de Cristo que aparecen en los evangelios, la que recoge San Lucas es muy probablemente la de María. Sabemos que era de esclarecida estirpe, descendiente de David, como había señalado el profeta hablando del Mesías —saldrá un vástago de la cepa de Jesé y de sus raíces florecerá un retoño (Is 11, 1)— y como confirma San Pablo cuando escribe a los Romanos acerca de Jesucristo, nacido del linaje de David según la carne (Rm 1, 3).

Un escrito apócrifo del siglo II, conocido con el nombre de Protoevangelio de Santiago, nos ha transmitido los nombres de sus padres —Joaquín y Ana—, que la Iglesia inscribió en el calendario litúrgico.

Diversas tradiciones sitúan el lugar del nacimiento de María en Galilea o, con mayor probabilidad, en la ciudad santa de Jerusalén, donde se han encontrado las ruinas de una basílica bizantina del siglo V, edificada sobre la llamada casa de Santa Ana, muy cerca de la piscina Probática. Con razón la liturgia pone en labios de María unas frases del Antiguo Testamento: me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad (Sir 24, 15).

Hasta que nació María, la tierra estuvo a oscuras, envuelta en las tinieblas del pecado. Con su nacimiento surgió en el mundo la aurora de la salvación, como un presagio de la proximidad del día. Así lo reconoce la Iglesia en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora: por tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de ti nació el Sol de justicia, Cristo, Dios nuestro (Oficio de Laudes).

El mundo no lo supo entonces. Dormía la tierra.

 

 

La voz del Magisterio

«La Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento y la venerable Tradición, muestran en forma cada vez más clara el oficio de la Madre del Salvador en la economía de la salvación y, por así decirlo, lo muestran ante los ojos. Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la Salvación en la cual se prepara, paso a paso, el advenimiento de Cristo al mundo».

«Estos primeros documentos, tal como son leídos en la Iglesia y son entendidos bajo la luz de una ulterior y más plena revelación, cada vez con mayor claridad, iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor; bajo esta luz, es insinuada proféticamente en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres caídos en pecado (cfr. Gn 3, 15)».

«También Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emmanuel (cfr. Is 7, 14; Mi 5, 2-3; Mt 1, 22-23). Sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de Él esperan con confianza la salvación. En fin, con Ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la primera, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne».

                  Concilio Vaticano II Const. dogm. Lumen gentium, n. 55.

 

 

«Mirad a María, hermosa como la luna, pulchra ut luna. Es una manera de expresar su excelsa belleza. ¡Qué hermosa debe de ser la Virgen! ¡Cuántas veces nos ha impresionado la belleza de una cara angelical, el encanto de la sonrisa de un niño, la fascinación de una mirada pura! Ciertamente, en el rostro de su propia Madre, Dios ha recogido todos los resplandores de su arte divino.

¡La mirada de María! ¡La sonrisa de María! ¡La dulzura de María! ¡La majestad de María, Reina del cielo y de la tierra! Como brilla la luna en el cielo oscuro, así la hermosura de María se distingue sobre todas las hermosuras, que parecen sombras junto a Ella. María es la más hermosa de todas las criaturas. No es sólo la belleza natural la que se refleja en aquel rostro.

Dios ha revestido su alma con la plenitud de sus riquezas por un milagro de su omnipotencia y ha hecho pasar a la mirada de María algo de su dignidad sobrehumana y divina. Un rayo de la belleza de Dios brilla en los ojos de su Madre».

«Pero la Iglesia no compara a María tan sólo a la luna; sirviéndose también de la Sagrada Escritura (cfr. Ct 6, 10), pasa a una imagen más intensa y exclama: ¡Tú eres, María, electa ut sol , elegida como el sol! La luz del sol tiene una gran diferencia con la de la luna: es luz que calienta y vivifica. Brilla la luna sobre los grandes glaciares del Polo, pero el glaciar permanece compacto e infecundo, como permanecen las tinieblas y perdura el hielo en las noches lunares del invierno.

La luz de la luna no tiene calor, no lleva la vida. Fuente de luz y de calor y de vida es el sol. Ahora bien, María, que tiene la belleza de la luna, brilla también como un sol e irradia un calor: vivificante. Hablando de Ella, hablándole a Ella, no olvidemos que es verdadera Madre nuestra; porque a través de Ella hemos recibido la vida divina. Ella nos dio a Jesús y con Jesús la Fuente misma de la gracia. María es medianera y distribuidora de las gracias».

«Electa ut sol. Bajo la luz y el calor del sol florecen sobre la tierra y dan su fruto las plantas; bajo el influjo y la ayuda de este sol que es María, fructifican en la almas los buenos pensamientos. Quizá ya en este momento estáis inundados del encanto que mana de la Virgen Inmaculada, Madre de la divina gracia, medianera de las gracias, por ser Reina del mundo».

«Volved a recorrer, queridos hijos e hijas, la historia de vuestra vida. ¿No veis un tejido de gracias de Dios? Entonces podéis pensar: en estas gracias ha entrado María. Las flores han despuntado y los frutos han madurado en mi vida gracias al calor de esta Señora, elegida como el sol».

 

Pío XII (siglo XX). Radiomensaje en la apertura del Año Mariano, 8-XII-1953.

 

 

natividad virgen

 

La voz de los Padres de la Iglesia

«Se llamaba Joaquín; era de la casa de David, rey y profeta; su mujer se llamaba Ana. Permaneció sin hijos hasta la vejez, porque su esposa era estéril. Y, sin embargo, precisamente a ella le estaba reservado el honor al que, según la ley de Moisés, aspiraban todas las mujeres que dan a luz, honor que no había sido concedido a ninguna mujer privada de hijos».

«Joaquín y Ana, en efecto, eran dignos de honor y de veneración, tanto en palabras como en obras; eran conocidos como pertenecientes a la estirpe de Judá y David, a la descendencia de reyes. Cuando se unieron las casas de Judá y de Leví, la rama real y la sacerdotal quedaron mezcladas. Así está escrito tanto respecto a Joaquín como respecto a José, con quien se desposó la Virgen santa. De este último se afirma directamente que era de la casa y tribu de David (cfr. Mt 1, 16; Lc 1, 5); pero lo eran los dos: uno según la descendencia natural de David, el otro en virtud de la ley según la cual eran levitas».

«También la bienaventurada Ana era una rama elegida de la misma casa. Esto significaba de antemano que el rey que nacería de su hija iba a ser sumo sacerdote, en cuanto Dios y en cuanto hombre. Sin embargo, la falta de hijos causaba un gran dolor a los venerables y estimados padres de la Virgen, a causa de la ley de Moisés y también por las burlas que recibían de algunos hombres necios. Deseaban el nacimiento de un descendiente que borrara la ignominia ante sus ojos y ante el mundo entero, y llevarles así a una gloria superior».

«Entonces la bienaventurada Ana, como aquella otra Ana madre de Samuel (cfr. 1 Sam 1, 11), fue al templo y suplicó al Creador del universo que le concediera un fruto de sus entrañas, para consagrárselo, a cambio de haberlo recibido como don. Tampoco el bienaventurado Joaquín estaba inactivo, sino que pedía a Dios que lo librase de la falta de hijos».

«El Rey benigno, el Autor generoso de todos los dones, escuchó la oración del justo y envió un anuncio a los dos cónyuges. Primero mandó un mensaje a Joaquín mientras se hallaba rezando en el templo. Le hizo oír una voz del cielo que le decía: "Tendrás una hija que será gloria, no sólo para ti, sino para el mundo entero". Este mismo anuncio le fue hecho a la bienaventurada Ana; ella no cesaba de rezar a Dios con ardientes lágrimas. También a ella le fue enviado el mensaje de parte de Dios, en el jardín donde ofrecía sacrificios con peticiones y plegarias al Señor. El ángel de Dios vino a ella y le dijo: "Dios ha escuchado tu oración; darás a luz a la anunciadora del gozo y la llamarás María, porque de Ella nacerá la salvación del mundo entero"».

«Después del mensaje tuvo lugar el embarazo; y de la estéril Ana nació María, iluminadora de todos: así, en efecto, se traduce el nombre de María: "iluminadora". Entonces los venerables padres de la feliz y santa niña quedaron colmados de una gran alegría. Joaquín organizó un banquete e invitó a todos sus vecinos, sabios e ignorantes, y todos dieron gloria a Dios, que había obrado para ellos un gran prodigio».

«De este modo, la angustia de Ana se trocó en una gloria más sublime, la gloria de convertirse en puerta de la puerta de Dios, puerta de su vida y comienzo de su gloriosa conducta».

Vida de María atribuida a San Máximo el Confesor (siglo VII).

(Los hechos expuestos se inspiran en escritos apócrifos, principalmente en el "Protoevangelio de Santiago", que se remonta al siglo II).

 

 

La voz de los santos

«Muchísimo daño, amadísimos, nos causaron un varón y una mujer; pero, gracias a Dios, igualmente por un varón y una mujer se restaura todo. Y no sin gran aumento de gracias. Porque no fue el don como había sido el delito, sino que la grandeza del beneficio. excede a la estimación del daño».

«Así, el prudentísimo y clementísimo Artífice no quebrantó lo que estaba cascado, sino que lo rehizo más útilmente por todos modos, a saber, formando un nuevo Adán del viejo y transfundiendo a Eva en María».

«Ciertamente, podía bastar Cristo, pues toda nuestra suficiencia nos viene de Él; pero no era bueno para nosotros que estuviese el hombre solo (cfr. Gn 2, 18). Mucho más conveniente era que asistiese a nuestra reparación uno y otro sexo, no habiendo faltado para nuestra corrupción ni el uno ni el otro.

Fiel y poderoso Mediador de Dios y de los hombres es el hombre Cristo Jesús, pero los hombres respetan en Él una divina majestad. Parece estar la humanidad absorbida en la divinidad, no porque se haya mudado la substancia, sino porque sus afectos están divinizados.

No se canta de Él sólo la misericordia, sino que se le canta igualmente la justicia, porque aunque aprendió, por lo que padeció, la compasión, y vino a ser misericordioso (cfr. Hb 5, 8), con todo eso tiene la potestad de juez al mismo tiempo. En fin, nuestro Dios es un fuego que consume. ¿Qué mucho tema el pecador llegarse a Él, no sea que, al modo que se derrite la cera a la presencia del fuego, así perezca él a la presencia de Dios?»

«Así pues, ya no parecerá estar de más la mujer bendita entre todas las mujeres, pues se ve claramente el papel que desempeña en la obra de nuestra reconciliación, porque necesitamos un mediador cerca de este Mediador y nadie puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María.

Mediadora demasiado cruel fue Eva, por quien la serpiente antigua infundió en el varón el pestífero veneno. Pero fiel es María, que propinó el antídoto de la salud a los varones y a las mujeres. Aquélla fue instrumento de la seducción, ésta de la propiciación; aquélla sugirió la prevaricación, ésta introdujo la redención. ¿Qué recela llegar a María la fragilidad humana? Nada hay en Ella austero, nada terrible; todo es suave, ofreciendo a todos leche y lana».

«Estudia con cuidado toda la serie de la historia evangélica, y si encuentras en María algo de dureza o de reprensión desabrida, o la señal de alguna indignación, aunque leve, tenla en adelante por sospechosa y recela el llegarte a Ella. Pero si más bien (como sucede en verdad) encuentras que todo lo que pertenece a Ella está llena de piedad y de misericordia, de mansedumbre y de gracia, agradéceselo a aquel Señor que, con su benignísima misericordia, proveyó para ti tal mediadora que nada puede haber en la Virgen que infunda temor.

Ella se hizo toda para todos; se hizo deudora. de sabios y de ignorantes, con una caridad copiosísima. A todos abre el seno de la misericordia, para que todos reciban de su plenitud: redención el cautivo, curación el enfermo, consuelo el afligido, el pecador perdón, el justo gracia, el ángel alegría; en fin, gloria a toda la Trinidad; y la misma Persona del Hijo recibe de Ella la substancia de la carne humana, a fin de que no haya quien se esconda de su calor».

San Bernardo (siglo XII). Sermón en el Domingo infraoctava de la Asunción, 1-2.

La voz de los poetas

 

Niña de Dios, por nuestro bien nacida;

tierna, pero tan fuerte, que la frente,

en soberbia maldad endurecida,

quebrantasteis de la infernal serpiente.

Brinco de Dios, de nuestra muerte vida,

pues vos fuisteis el meollo conveniente,

que redujo a pacífica concordia

de Dios y el hombre la inmortal discordia.

La justicia y la paz hoy se han juntado

en vos, Virgen santísima, y con gusto

el dulce beso de la paz se han dado,

arra y señal del verdadero Augusto.

Del claro amanecer, del sol sagrado

sois la primera aurora; sois del justo

gloria; del pecador, firme esperanza;

de la borrasca antigua, la bonanza.

Sois la paloma que ab æterno fuistes

llamada desde el cielo, sois la esposa

que al sacro Verbo limpia carne distes,

por quien de Adán la culpa fue dichosa;

sois el brazo de Dios, que detuvistes

de Abrahán la cuchilla rigurosa,

y para el sacrificio verdadero

nos distes el mansísimo Cordero.

Miguel de Cervantes (siglos XVI-XVII). Trabajos de Persiles y Segismunda, 3.

 

José Antonio Loarte

"La Virgen María: Magisterio. Santos. Poetas"

 

 

 

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La Natividad de la Virgen María

 

 

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