Prof. YIFTAH SHALEV
Arqueólogo - Autoridad Israelí de Antigüedades
El marfil era el material más caro del mundo antiguo. Conocemos piezas de marfil de la época del Primer Templo, es decir, de la Edad del Hierro, únicamente en las capitales de los grandes reinos.
Encontrar piezas de marfil como estas indica que la ciudad de Jerusalén, capital del Reino de Judea, se caracterizó por una pujanza económica que no esperábamos. Los paneles de marfil se colocaban en muebles de madera, en un edificio habitado por personas adineradas. Están decorados con rosas, árboles y figuras geométricas, pero no hay figuras humanas.
Es probable que las estatuas y las representaciones humanas estuvieran prohibidas aquí y, por lo tanto, se eligieron decoraciones más adecuadas a la fe local. Este tipo de decoración requiere una gran destreza manual y precisión, y es probable que los paneles hayan sido importados.
El marfil llegó aquí para el comercio, o incluso, como podría ser en este caso, como un regalo de la aristocracia asiria a la aristocracia de Judea.
En la Biblia, el marfil siempre se asocia con el poder y la riqueza.
Encontramos marfil en la descripción del trono del Rey Salomón (1 Reyes 10,18). Tenemos la 'casa de marfil' que el rey Acab había construido en Samaria (1 Reyes 22:39). Y todavía más: el profeta Amós reprendió a 'los despreocupados de Sión' que yacían en 'camas de marfil' (Amós 6,4).
También se encontraron entre las ruinas del edificio un sello de ónix y una huella de sello con el nombre "Nathan Malik Abd al-Malik".
Se han hecho otros hallazgos arqueológicos en las ruinas de un edificio derrumbado en el contexto de la destrucción del Primer Templo y el incendio de Jerusalén por parte de los babilonios en el 586 a. Las huellas del fuego aún son visibles. Estos artefactos nos ofrecen una idea de la vida cotidiana de las personas que vivieron aquí hace miles de años.
Mientras cuidaba las plantas de su olivar, el agricultor Salmane al-Nabahin y su hijo descubrieron la vida la primavera pasada. Hablemos de lo que probablemente sea uno de los hallazgos arqueológicos más bellos de toda la Franja de Gaza.
La noticia la publicó días atrás el Ministerio de Turismo y Antigüedades del enclave palestino en su cuenta de Facebook , donde se explica que los dos campesinos, paleando la tierra, se toparon con los primeros restos de un suelo de mosaico que, según expertos de el ministerio, se remonta a la época bizantina.
El artefacto caleidoscópico se encuentra en un terreno cercano al campo de refugiados palestinos de Bureij, en el centro de la Franja, aproximadamente a un kilómetro de la frontera con Israel. Su superficie total se estima en unos 25-30 metros cuadrados.
En lo que se ha desenterrado hasta ahora, se representan numerosos animales de colores brillantes rodeados de marcos con motivos entrelazados. En los marcos individuales se representa una amplia variedad de aves, incluidos patos, pavos reales y flamencos, con otros animales como conejos, perros, cabras o peces y delfines.
Cada figura de animal está resaltada con una línea negra para que se destaque. Algunas imágenes de video filmadas en el lugar también muestran canastas de frutas. Finalmente, hay frisos con hojas de hiedra y una vid ligeramente frondosa que recorre toda la alfombra de mosaico.
Otras secciones del mosaico, distintas a este primer panel de temática animal y floral, forman un conjunto de motivos geométricos donde se repiten cuadrados, rombos, círculos, hojas, frisos, arabescos y tramas.
En su comunicado, el Ministerio palestino de Turismo y Antigüedades de Gaza afirma que también se han desenterrado "otros artefactos de la vida social del período bizantino", como restos de cerámica y cristalería, así como algunos restos de muros.
René Elter, arqueólogo e investigador asociado de la École biblique et archeologique française de Jerusalén (Ebaf), quien desde 2001 dirige el programa científico y de restauración del monasterio de Sant'Ilarione (Umm el-Amr) en Gaza, dijo a Associated Press que el mosaico es algo "excepcional".
Tras examinar las primeras fotos y vídeos del yacimiento, el experto francés cree que “se trata de uno de los suelos de mosaico más bonitos descubiertos en Gaza, tanto por la calidad de la representación gráfica como por la complejidad de las geometrías”.
El estudioso añadió a la agencia France Presse que el mosaico se encuentra en perfecto estado de conservación, algo que no había ocurrido en anteriores hallazgos en Gaza.
El suelo, según Elter, pudo haber adornado una iglesia o una villa privada. Para esclarecerlo habrá que realizar una adecuada y profunda excavación, que permitirá determinar si formaba parte de un conjunto religioso o profano y atribuirle una fecha más precisa.
Mientras tanto, este tesoro sigue siendo frágil y podría desaparecer para siempre si no se hace nada para salvarlo. "Es fundamental organizar rápidamente una operación de seguridad", subrayó René Elter. Debido a su proximidad a la frontera con Israel, la zona donde se encuentra el mosaico es a menudo escenario de enfrentamientos entre los habitantes de Gaza y las tropas israelíes.
Además, el enclave palestino sufre una drástica falta de conciencia y sensibilidad en materia arqueológica. Los saqueos no son raros e incluso sucede que los dientes de las excavadoras arrasan con vestigios antiguos para dejar espacio a programas inmobiliarios que responden a la tremenda presión demográfica en la Franja.
Finalmente, debe recordarse que Gaza, sin duda, carece de los recursos financieros y profesionales para restaurar y proteger adecuadamente tal mosaico.
El Papa León XIII instituyó una oración a san Miguel arcángel para toda la Iglesia Católica. Estableció la recitación de esta oración después de la misa.
El padre Domenico Pechenino escribe: "No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.
Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: "Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?" Responde: "Nada, nada".
Al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno".
https://www.primeroscristianos.com/san-miguel-gabriel-rafael-29-septiembre/
Sophia, en griego, quiere decir sabiduría. Y sin embargo, de la Santa que lleva este nombre y que la Iglesia recuerda el 18 de septiembre, se sabe muy poco. El Menologio de la liturgia griega – o sea el volumen que recopila los himnos y las oraciones dedicados a cada Santo para cada día del año – conmemora a Santa Sofía junto a Santa Irene, mártires en Chipre, y alude a su decapitación.
Diversas tradiciones se entrelazan también sobre la época en que vivió Sofía: para algunas, la Santa se contaría entre los primeros cristianos, mientras para otras su vida se desarrolló en época bizantina. Lo cierto es que fue el Cardenal Cesare Baronio, en el siglo XVI, quien incluyó a Sofía y a Irene en su obra Martyrologium romanum, estableciendo su memoria litúrgica el 18 de septiembre.
Con frecuencia la historia de Sofía, mártir en Chipre, se entrelaza con la mucho más legendaria de Sofía mártir en Roma durante el impero de Trajano (I-II sec. d.C.), y a la que se conmemora el 30 de septiembre.
Griega de origen, y por lo tanto venerada también en Oriente, Sofía, esposa de Filandro, habría tenido tres hijas: Vera, Nadezda y Liubov. Curiosamente, en el curso de los siglos, las tres jóvenes han sido asociadas a las tres virtudes teologales, de fe, esperanza y caridad, quizá también gracias a la referencia sapiencial del nombre materno.
Una vez viuda, Sofía habría dedicado su vida a la ayuda y a la asistencia de los prisioneros cristianos. Pero podría haber sido precisamente esta actividad caritativa la que habría suscitado la ira del emperador. Trajano la convoca – narran las leyendas – y le pide que renuncie a la fe cristiana.
Pero Sofía se niega y, por punición, es sometida al suplicio del flagelo. Sin embargo se cuenta que otro suplicio atroz le espera: asistir a las torturas a las que someten a sus tres hijas, que padecen el látigo, la espada y el fuego. No obstante los sufrimientos, las jóvenes no abjuraron y a los verdugos sólo les queda decapitarlas.
Sofía recoge sus cuerpos lacerados y les da digna sepultura en una colina, fuera de la ciudad. Tres días después, exhausta por el dolor, la mujer se abate sobre la tumba de sus hijas y muere.
La veneración de las cuatro mujeres aumenta durante los años hasta que, en el siglo VIII, el Papa Pablo I habría ordenado la traslación de los despojos de las mártires de Vía Aurelia a la Iglesia de San Silvestre en Campo Marcio.
La arqueología mundial está de enhorabuena esta semana con un hallazgo "único" y "extremadamente raro", según Eitan Klein, subdirector de la Unidad de Prevención de Robo de Antigüedades de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Gracias a una operación especial de los servicios de inteligencia israelíes ha vuelto al Museo de Israel en Jerusalén un raro documento de papiro del período del Primer Templo.
Se trata de una nota en hebreo antiguo escrita en un papiro de hace 2.700 años, en la edad de Hierro, que una mujer de Montana, en Estados Unidos, había enmarcado y colgado en una pared en su casa. Al parecer, según la agencia AFP, la suegra de esta mujer lo compró en 1965 a un responsable de un museo palestino. Los expertos israelíes no quieren despegar el papiro del cuadro donde lo pegó la mujer por temor a destrozarlo: "Usó pegamento, lo pegó y luego lo enmarcó".
Tanya Bitler, conservadora de la Autoridad de Antigüedades de Israel, ha explicado que en el papiro se puede leer en escritura hebrea antigua "A Ismael envía". El hallazgo está datado entre los siglos VII y VI antes de Cristo; solo hay otros dos documentos de este período en la colección de los Rollos del Mar Muerto de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Tanto el recuperado ahora como los anteriores provienen del desierto de Judea, donde el clima seco permite la preservación de los papiros. Los expertos creen que el hallazgo es un fragmento de una carta que contiene instrucciones para el destinatario.
FUENTE: cadenaser.com
Es fácil caer en la nostalgia, y un católico puede ser tan propenso como cualquiera. Olvidamos que épocas pasadas tuvieron tantas miserias como la nuestra.
Hoy, cuando miramos atrás al siglo IV, lo llamamos la Edad de Oro de la Doctrina. La Iglesia envió un equipo de grandes de todos los tiempos, los teólogos citados como autoridades en los libros de texto desde entonces: San Atanasio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nyssa, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, San Crisóstomo. Siete de los ocho doctores originales de la Iglesia estaban escribiendo durante el siglo IV.
Suyos son los libros que han sobrevivido. Los leemos y pensamos que debe haber sido una dicha estar vivo en esos días.
Pero no fue así. San Atanasio fue exiliado cinco veces por sus creencias. Basil luchó constantemente contra líderes hostiles en la iglesia y el estado. La política de la iglesia llevó a San Gregorio Nacianceno a una profunda depresión. Y San Jerónimo notó que “el mundo entero” fue repentinamente dominado por la herejía arriana.
Si entrabas en una iglesia durante la Edad de Oro, era tan probable que recibieras malas doctrinas como buenas.
El emperador Constancio una vez se burló de San Atanasio por estar absolutamente solo en su defensa del Credo de Nicea. La batalla parecía ser “Atanasio contra el mundo”.
Antiguo icono búlgaro de San Atanasio el Grande de Alejandría. (Shutterstock)
Eso es una exageración, por supuesto. La verdad era que la situación era volátil y la gente estaba polarizada.
La crisis comenzó en el año 318 dC. Tres siglos de persecución finalmente habían llegado a su fin. Por primera vez en la historia, los cristianos eran libres de practicar su fe. Luego, de repente, el significado de esa fe fue cuestionado por un sacerdote en Alejandría, Egipto.
Su nombre era Arrio, y creía que Jesús no era divino en la forma en que Dios el Padre era divino. Predicó que el Hijo era una criatura, ni coeterna ni coigual con el Padre. Arrio, un genio de la comunicación, compuso su doctrina en himnos y eslóganes pegadizos. También era experto en redes y cultivó amistades con personas influyentes en el gobierno.
Sus ideas se difundieron por todos los medios y convirtieron a muchos a su causa. Muchos, pero no todos, y aquellos que declararon su fidelidad al eterno Dios trino, fueron obstinados en su lealtad. Así, las iglesias se dividieron en dos, y facciones lucharon contra facciones sobre quién tenía derechos sobre la propiedad parroquial. En muchos lugares la disputa estalló en violencia.
Esto no era una mera diferencia de opinión. Amenazaba con dividir el imperio. El emperador Constantino había trabajado largos años para la unificación de su territorio y la legalización del cristianismo. Ahora la Iglesia parecía estar en guerra consigo misma y estaba arrastrando a todo el imperio a la conflagración.
En el año 325 dC, el emperador convocó una reunión de obispos para resolver definitivamente el asunto. De hecho, el mismo Constantino asistió al Concilio de Nicea y sugirió el lenguaje que (pensaba) resolvería la disputa. Los obispos aceptaron su propuesta. Impusieron un credo antiarriano.
Y eso no solucionó nada.
Algunas personas se opusieron al Credo de Nicea porque eran arrianos. Pero otros pensaron que era impío hablar de la Trinidad en absoluto, excepto en las palabras exactas que aparecían en las Escrituras. Y aún otros pensaron que los términos sugeridos en Nicea eran engañosos, que en realidad sobrecorregieron a Arrio y terminaron en una herejía diferente.
Lejos de resolver nada, el consejo en realidad había agitado la olla. Nuevas voces surgieron de todas las ciudades. Algunos propusieron un lenguaje de compromiso que podría acomodar ambos lados del debate. Pronto hubo más partidos y facciones de las que se podían contar (o pronunciar fácilmente): Homoiousians, Homoians, Anomoeans, Apollinarians, Macedonians. Cada uno tenía su matiz de diferencia verbal y lo guardaba con apasionada intensidad.
San Atanasio a menudo parecía estar solo frente a todos ellos. Él no estaba allí para el diálogo. Si no estabas con él, estabas contra él, y él tendía a etiquetar a toda la oposición como “arriana”, incluso a los oponentes que también se oponían a Arrio.
A lo largo de su larga vida, fue firme y obstinado. A su muerte, el mundo se preguntaba cómo seguiría la discusión. ¿Quién tomaría la defensa de Nicea?
El hombre a menudo llamado “El Atanasio de Occidente” es San Hilario de “Pictavium” (“Poitiers” en la Francia moderna).
Criado en la antigua religión romana, San Hilario se convirtió al cristianismo cuando era un adulto joven. Era un hombre casado con una hija pequeña; pero parece que toda la familia decidió encomendar su vida enteramente a Dios. Los tres eran activos en la vida de la Iglesia. San Hilario demostró ser un maestro eficaz de la fe de Nicea. Cuando quedó vacante el cargo de obispo, la población local de Poitiers lo eligió por unanimidad.
Era como San Atanasio en muchos aspectos. Defendió la fe del Concilio de Nicea. Se opuso al arrianismo y se enfrentó al emperador Constancio. Y sufrió el destierro por todo esto.
Pero los métodos y las virtudes de San Hilario eran muy propios, y muy distintos de los de su colega egipcio.
Mucho más que San Atanasio, estaba dispuesto a abordar las preocupaciones legítimas de aquellos que estaban incómodos con la doctrina de Nicea.
También se esforzó por comunicarse en un lenguaje que pudiera persuadir a sus oponentes, y tuvo cuidado de evitar términos que pudieran inflamarlos o alienarlos. Cuando escribió sobre la Trinidad, por ejemplo, evitó las metáforas y las imágenes y se limitó a la evidencia de ambos Testamentos de la Sagrada Escritura. Todas las analogías fallaron cuando se aplicaron a los misterios divinos. Pero la Escritura se mantuvo como el registro universalmente aceptado de la autorrevelación de Dios.
Cuando San Hilario habló de Dios, se esforzó por lograr una sobriedad desapasionada en su lenguaje. Prefería la “solidez de las palabras celestiales” a la “predicación violenta y obstinada”.
Durante su exilio viajó mucho. Repasó su griego y leyó las obras de teólogos en Oriente. Se reunió con teólogos de varios partidos en las disputas actuales. Y él realmente trató de entenderlos.
Mientras vivía en Frigia, asistió a todos los consejos locales que pudo. Los obispos orientales reconocieron su brillantez y su buena voluntad, y le permitieron participar plenamente, a pesar de que su propia diócesis estaba muy lejos.
San Hilario fue un brillante constructor de consenso. Estaba dispuesto a trabajar con personas cuyas opiniones eran fundamentalmente diferentes a las suyas. Se esforzó por discernir un propósito común y luego hacer una causa común. Incluso colaboró con los obispos arrianos en oposición común a las herejías que eran mucho más radicales.
En todo esto mantuvo su integridad. Y, a pesar de lo amistoso que era, nunca se adaptó a su lenguaje, como hicieron algunos obispos, para cubrir por igual la ortodoxia de Nicea y la herejía arriana.
Con una enseñanza clara y una acción misericordiosa, pudo construir una coalición y sentar una base sólida para la ortodoxia de Nicea en Occidente.
La idea de una Edad de Oro es en gran parte ilusoria. El siglo IV fue un revoltijo de teología confusa. Sin embargo, la misma confusión hizo posible un profundo desarrollo de la fe, gracias a grandes maestros. 4Sí, podemos aprender de San Atanasio en su coraje y precisión. Pero aprendamos también de San Hilario en las formas en que logró la paz y el consenso sin comprometer la verdad.
«Padres de la Iglesia se llaman con toda razón a aquellos santos que con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas la engendraron y formaron en el transcurso de los primeros siglos»
El 7 de diciembre del 374 fue ordenado; ocho días antes había recibido el bautismo, porque a pesar de ser de familia cristiana, en los primeros tiempos el bautismo se recibía cuando uno ya era cristiano, tras una formación catequética.
Debido a su gran personalidad y experiencia política, el Papa Benedicto I le ordenó salir de su abadía para nombrarlo en el año 577 diaconus regionarius. Un año después fue llamado a servir como legado en Constantinopla por el Papa Pelagio II. Tras una larga etapa en Constantinopla fue elegido Papa en el año 590, cargo que ocupó durante catorce años hasta su muerte en el año 604.
Poco tiempo después de que Jesús fuera crucificado, dos de sus discípulos se dirigían hacia una villa llamada Emaús, cuando, en el camino, se les acercó un tercer hombre: Jesús resucitado. La majestuosa Abadía de Santa María de la Resurrección está situada en la localidad cristiano-árabe de Abu Gosh, a diez kilómetros al oeste de Jerusalén, en lo que para muchos expertos era el enclave bíblico de Emaús.
Con techos abovedados y anchos muros de piedra, revestidos de algunos de los frescos medievales bizantinos más antiguos del mundo, la preciada iglesia de la abadía de Santa María de la Resurrección fue construida sobre las ruinas romanas de lo que hoy se cree que era la localidad de Emaús. Esta iglesia, de estilo románico tardío y gótico temprano fue construida por los hospitalarios en el año 1140.
Los benedictinos llevan residiendo en la abadía de manera ininterrumpida desde 1976.
Sin embargo, sería el manantial que acoge el terreno de la abadía el que atraería a los romanos, quienes iban a crear en el lugar un sistema complejo de embalses interconectados. Hoy, incluso, se tiene conocimiento de una inscripción de los años cuarenta a. C., del emperador Octavio, que recuerda este período de la historia. La abundancia de agua en la zona seduciría, también, tiempo después, a los árabes, que instalaron allí un caravasar.
Curiosamente, el templo de la abadía, después de la caída de la Jerusalén cristiana, no fue destruido y sirvió de almacén de grano y, posteriormente, de establo. Fue en 1873, cuando las autoridades turcas donaron el lugar a los franceses. En 1900, los benedictinos de la abadía de Belloc añadieron un monasterio a la iglesia y, en 1976, los benedictinos de la abadía de Beck-Elluan se establecieron allí. Un año después se les unieron las monjas.
En la Abadía de Santa María de la Resurrección vive actualmente una comunidad monástica de origen, mayoritariamente, francés. Los dos monasterios, el masculino y el femenino, son completamente independientes en materia económica, y, únicamente los servicios divinos se realizan de forma conjunta, convirtiéndose así, este impresionante templo cruzado, en el corazón de la abadía para ambas comunidades.
Hoy, este monasterio benedictino es conocido por su propia producción de cerámica, así como por el hecho de que los monjes cultivan flores y otras plantas para la venta. Además, este faro espiritual es, también, un espacio cultural muy popular en todo el país. La abadía cuenta con una hospedería, donde los visitantes de todo el mundo pueden quedarse a descansar unos días.
La localidad de Abu Gosh, donde se encuentra la abadía, es la capital del humus en Israel y un lugar muy frecuentado por turistas y peregrinos. Allí se cree que estuvo el Arca de la Alianza durante 20 años, antes de que el rey David lo llevara a Jerusalén. El antiguo Emaús suele acoger dos veces al año un festival internacional de música vocal y cuenta con otros famosos centros cristianos, como la iglesia de Nuestra Señora del Arca de la Alianza.
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El obispo de la tierra natal de Juan Pablo I, Renato Marangoni, fue el encargado de abrir el rito de la beatificación:
Beatísimo Padre. Yo, obispo de Belluno-Feltre, pido humildemente a Vuestra Santidad, inscribir entre los beatos al venerable siervo de Dios Juan Pablo I, Papa.
Después, el postulador de la causa, el cardenal Beniamino Stella, leyó una biografía del humilde Papa proveniente de una familia de clase baja del norte de Italia. Y por último, llegó el momento en el que el Papa leyó la fórmula de la beatificación:
Con nuestra Autoridad Apostólica, concedemos que el venerable siervo de Dios Juan Pablo I, Papa, sea de ahora en adelante llamado Beato y que se celebre cada año en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, el 26 de agosto. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Y fue entonces cuando, de nuevo, el rostro de un Papa del siglo XX se expuso en un inmenso tapiz en la fachada de la basílica de San Pedro.
En su homilía, el Papa puso como ejemplo la alegría de Juan Pablo I. Dijo que eso es lo que Dios le pide a los cristianos y a la Iglesia:
Con su sonrisa, el Papa Luciani logró transmitir la bondad del Señor. Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, el rostro sereno, el rostro sonriente. Una Iglesia que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está enfadada. Una Iglesia que no está enfadada.
Fue el gran legado que dejó Juan Pablo I, el llamado “Papa de la sonrisa”, ahora beato. Le bastaron 33 días de pontificado para transmitir un sencillo y desarmante mensaje de cariño que a día de hoy aún resuena.
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https://www.primeroscristianos.com/beatificacion-juan-pablo-i/
FUENTE: romereports.com
Los Salmos, del latín "psalmus", que significa "cántico acompañado de arpa", son un conjunto de textos breves de alabanza a Dios y en forma de poesía que son parte de los llamados Libros Sapienciales del Antiguo Testamento.
Aunque el origen de la literatura salmódica se remonta a culturas como la sumeria, asiria, o egipcia, los Salmos de la Biblia que hoy conocemos nacen, probablemente, de una serie de cantos litúrgicos empleados en Jerusalén en el período del Segundo Templo.
Con el paso de los siglos estas composiciones se fueron enriqueciendo con oraciones personales, lamentaciones colectivas, Salmos de acción de gracias, escatológicos, loas a la realeza o, incluso, salmos didácticos.
Desde hace siglos estos rezos poéticos o poesías rezadas forman parte de la oración diaria de millones de cristianos: religiosos, sacerdotes, diáconos y laicos... Y, sobre todo, estuvieron presentes en la oración personal del propio Cristo. Así lo recoge la Biblia, cuando Jesús utiliza, precisamente, un Salmo para expresar el sentido de su misión al venir al mundo: "Aquí estoy, he venido como está escrito en la ley: para hacer tu voluntad" (Sal 39, 8-9). Y a la hora nona, estando crucificado, Jesús rezó las primeras palabras del salmo 22: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
El autor más destacado en la composición de este tipo de piezas es el rey David, al que se le suele representar acompañado con un arpa característica del rezo de los Salmos. La tradición que une a David con la música es tan fuerte que incluso el profeta Amós, 300 años después, habla de él como un "inventor de instrumentos musicales" (Amós 6:5). Se cree que el monarca, ascendente del propio San José, compuso 73 de los 150 Salmos que tiene la Biblia.
Entre el resto de autores de los Salmos se encuentran levitas anónimos (miembros de la tribu de Leví, encargados de los servicios en el Templo de Jerusalén) a los que se les atribuye 50 composiciones, pero, también, se cree que el propio Moisés llegó a componer el Salmo número 90.
Los Salmos están recogidos en el Libro de los Salmos, perteneciente a los Libros Sapienciales, y dividido a su vez en cinco colecciones:
Libro Primero, Salmos del 1-41.
Libro Segundo, Salmos del 42-72.
Libro Tercero, Salmos del 73-89.
Libro Cuarto, Salmos del 90-106.
Libro Quinto, Salmos del 107-150.
La numeración de los Salmos es diferente en el texto hebreo que en la Biblia griega, por ello primero se transcribe el número en hebreo y entre paréntesis se coloca el número griego.
La mayoría de los Salmos contienen un título en el que se ofrecen datos sobre los instrumentos musicales empleados, o incluso del uso de melodías. Hay también en los títulos algunas indicaciones sobre el momento en que se debían usar estas composiciones, ya fuera en peregrinaciones, para la celebración de la dedicación del Templo o para el sábado, entre otros.
Finalmente, algunos Salmos incluyen en los títulos una explicación del momento en el que se habrían compuesto: la huida de David ante Saúl, el arrepentimiento tras la muerte de Urías, la guerra con Absalón…
Resulta muy complejo separar los Salmos por categorías, ya que es muy grande la variedad de géneros o posibles clasificaciones. Una de las formas más comunes para distinguir entre unos y otros es si la composición tiene un origen personal o comunitario. Sin embargo, hay casos en los que el Salmo corresponde a la plegaria de un rey o de un sacerdote, por lo que se trataría de una oración colectiva. Otro tipo de clasificación sería las diferentes formas que utilizan de dirigirse a Dios, ya sea con la fórmula de Yahveh o con la de Elohim.
Sin embargo, existen algunas características comunes que bien podrían agrupar a los Salmos:
Los himnos: cantos de alabanza, de glorificación desinteresada, que no contienen peticiones o ruegos. Comienzan por una invitación a la alabanza y en el desarrollo se ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado. Algunos tratan de la Creación y otros, por ejemplo, de la historia del pueblo de Israel. La redacción es casi siempre impersonal, lo que facilita su uso litúrgico.
Las súplicas: prima el ruego personal sobre el colectivo. En general todos son una respuesta religiosa a las desgracias y la persecución de los enemigos. Normalmente desembocan en un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede salir de tal situación y que le resulta imprescindible la acción de Dios. Algunos ejemplos son "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", Miserere y De profundis.
Salmos de acción de gracias: en este apartado los hay tanto de oración colectiva como de plegaria personal. La introducción es muy semejante a la de los himnos, a la que sigue una narración de los motivos para dar gracias y se añade una oración de súplica. Concluyen con la acción de gracias propiamente dicha y actos de confianza en el poder de Dios.
Salmos reales: algunos hablan sobre el rey de Israel y otros muestran la realeza divina. Inicialmente fueron usados para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la monarquía son reutilizados en sentido mesiánico. Algunos de los más representativos son el Salmo 2, el 45, el 47 o el 93.
Cánticos de Sion: se trata de Salmos que cantan las glorias de Sion. Recuerdan los diversos momentos de la presencia de Dios con su pueblo, desde el diálogo con Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al Templo de Jerusalén.
Salmos didácticos y Salmos de sabiduría: se trata de composiciones destinadas a la enseñanza y se caracterizan por elementos formales que ayudan a hacerlos más didácticos y memorizables: como seguir un orden alfabético en la primera letra de algunos versos. Suelen tratar de la Ley Judía.
Algunos estudiosos defienden que podría haber otras categorías añadidas a estas últimas, como las de Salmos mesiánicos, de profecía, de maldición, o Salmos mixtos, es decir, que tienen formas o contenidos propios de los diversos géneros mencionados anteriormente.
Los cristianos rezan diariamente también los salmos, especialmente a través del salterio. La palabra salterio tiene, principalmente, dos acepciones que están muy relacionadas entre sí. La primera hace referencia al instrumento de cuerda pulsada, con el que, muy probablemente, se acompañaran los Salmos, y la segunda se refiere al libro donde se recogen estas mismas composiciones líricas de carácter sagrado.
Cabe destacar que en el siglo IX era el único libro litúrgico que podía pertenecer a un laico. Una peculiaridad que solo se vio alterada con la llegada en el siglo XIV de los Libros de Horas. Los salterios se utilizaron en diferentes momentos de la historia de la Iglesia para hacer recitaciones diarias, aparte de la misa, y los monjes y sacerdotes solían aprendérselo de memoria.
Los Salmos son, posiblemente, unas de las piezas literarias que más tiempo han acompañado a la cultura Occidental. Ejemplo de esa presencia e importancia es cómo la literatura y la música los han hechos suyos en muchos momentos y de muy diferentes formas.
El Salmo Miserere, por ejemplo, alcanzará una gran relevancia cultural gracias a versiones de compositores como Giovanni Pierluigi da Palestrina o Gregorio Allegri. También es de destacar que muchos de los coros en La Creación, el oratorio de Joseph Haydn, y varios de los de El Mesías, de Haendel, están basados en Salmos.
Ya en una época mucho más reciente, en el siglo XX, Ígor Stravinski escribió una Sinfonía de los Salmos (1930) para coro y orquesta, y Leonard Bernstein compuso en 1965 los Chichester Psalms.
El rezo de los Salmos ha sido algo muy importante para cristianos y judíos de todas las generaciones. Desde la época de los primeros cristianos, la lectura en pequeñas comunidades de estas composiciones ayudó a la consolidación de la fe a medida que se expandía la cristiandad.
Para la Iglesia los Salmos tienen tanta importancia que forman parte fundamental del Oficio Divino o Liturgia de las Horas. Un conjunto de oraciones, del que forman parte los Laudes (alabanza al amanecer) o las Vísperas (al anochecer), que la Iglesia ha querido que sea rezado en diferentes horas del día para consagrar por entera la vida a Dios.
Católicos de todo el mundo, ya sean religiosos o seglares, siguen rompiendo en la actualidad los quehaceres diarios para alabar a Dios con el rezo de los Salmos.
Fuente: religionenlibertad.com