Te Deum - Una antiquísima oración cristiana

El “Te Deum” (“A Ti, Oh Dios“) es un antiquísimo himno cristiano de alabanza y acción de gracias a Dios. Actualmente el Papa lo reza solemnemente cada 31 de diciembre, para dar gracias a Dios por el año que termina. También se canta en las grandes solemnidades.

 

Suele ser entonado en momentos de celebración. El himno continúa siendo regularmente utilizado por la Iglesia católica, en el Oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros y proclamaciones reales.

Los cardenales lo entonan tras la elección de un papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo papa, lo cantan en las catedrales.

Compuesto originalmente en latín, el nombre se debe a que así empieza su primer verso. Se suele denominar también "Himno Ambrosiano" pues, según una leyenda, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno y Agustín iba respondiendo a sus versos. Empero, estudios recientes han verificado que el Te Deum en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana.

Por tanto, su origen se remonta probablemente a la primera mitad del siglo IV. En su forma actual se encuentra por primera vez en el "Antiphonarium Benchorense" de Bangor (Irlanda del Norte), que se debe fechar alrededor del año 690. Desde el siglo IX, se han conocido también diversas traducciones.

 

Muchos compositores (Haydn, Mozart, Berlioz) le han puesto música.

En latín:

Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.
Te æternum Patrem omnis terra veneratur.
Tibi omnes Angeli; tibi cæli et universæ Potestates;
Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestatis gloriæ tuæ

Te gloriosus Apostolorum chorus,
Te Prophetarum laudabilis numerus,
Te Martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensæ maiestatis:

Venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.

Tu Rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.

Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.

Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni:
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.

(Posteriormente se añadió esta parte, con fragmentos de Salmos:)

Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
Et laudamus Nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
Miserere nostri Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.

 

 

En español

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

 

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LA SAGRADA FAMILIA, ICONO DE LA IGLESIA DOMÉSTICA

Recordamos hoy unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI sobre esta fiesta de la Sagrada Familia: "La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar"

"La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar, a penetrar en el significado profundo de la manifestación del Hijo de Dios, a través del ejemplo de María, José y Jesús".

"La contemplación de Cristo alcanza su modelo insuperable en María" que "vive con los ojos puestos en Cristo y atesora cada palabra suya (...) El evangelista Lucas nos hace conocer el corazón de María, su fe, su esperanza y obediencia, su interioridad y su oración, así como su libre adhesión a Cristo. Y todo ello procede del Espíritu Santo que descenderá sobre ella como sobre los apóstoles según la promesa de Cristo.

Esta imagen de María la presenta como el modelo de los creyentes que conserva y confronta las palabras y las acciones de Jesús, una confrontación que es siempre un progresar en el conocimiento de Cristo ".

La capacidad de María para vivir de la mirada de Dios es "contagiosa". Y el primero que lo experimenta es José. "Efectivamente con María -explicó el Santo Padre- y  sobre todo después, con Jesús, comienza una forma nueva de relacionarse con Dios, de acogerlo en su vida, de entrar en su proyecto de salvación, cumpliendo su voluntad".

sagrada familia

Benedicto XVI recordó que aunque el Evangelio no haya conservado ninguna palabra de José, su presencia es "silenciosa pero fiel, constante, activa" y que José "cumplió plenamente su papel paterno en todos los aspectos". Entre ellos el Papa habló de cómo José habría educado a Jesús a la oración llevándolo consigo a la sinagoga los sábados y dirigiendo la oración doméstica por las mañanas y al atardecer. "Así, en el ritmo de las jornadas transcurridas en Nazaret, entre la casa y el taller de José, Jesús aprendió a alternar oración y trabajo y a ofrecer también a  Dios la fatiga para ganar el pan que necesitaba la familia".

Después, Benedicto XVI citando la peregrinación de María, José y Jesús al templo de Jerusalén, narrada en el evangelio de San Lucas  afirmó que "la familia judía, como la cristiana, reza en la intimidad doméstica, pero también reza junto con la comunidad, reconociéndose parte del Pueblo de Dios en camino".

Las primeras palabras de Jesús: "¿Por que me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" pronunciadas  cuando María y José lo encuentran enseñando a los doctores en el Templo, son la llave de acceso a la oración cristiana, "A partir de aquel momento en  la vida de la Sagrada Familia se intensificó aun más la oración porque, a través de Jesús (...) no cesará de difundirse y reflejarse en María y José el sentido profundo de la relación con Dios Padre. La familia de Nazaret es el primer modelo de la Iglesia en que, en torno a la presencia de Jesús y gracias a su mediación, todos viven en relación filial con Dios que transforma también las relaciones interpersonales".

"La Sagrada Familia -concluyó- es un icono de la Iglesia doméstica, llamada a rezar unida. La familia es la primera escuela de oración. En ella los niños, desde pequeños, aprenden a percibir el sentido de Dios, gracias a las enseñanzas y al ejemplo de los padres (...)  Una educación auténticamente cristiana no puede prescindir de la experiencia de la oración. Si no se aprende a rezar en la familia, será difícil después colmar este vacío. Por eso invito a todos a redescubrir la belleza de rezar juntos como familia siguiendo la escuela de la Sagrada Familia de Nazaret".

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SAGRADA FAMILIA

 

 

 

El papa Francisco abre la puerta santa en silla de ruedas, inaugurando el Jubileo del 2025

Así ha quedado inaugurado el Jubileo del 2025, con el papa Francisco abriendo la puerta santa en silla de ruedas.

 

Con las campanas sonando de fondo en la basílica, Francisco se convertía en el primer peregrino de este Año Santo. Un momento de gran expectación, ya que se esperaba que el papa abriese la puerta de pie, como hizo en 2015.

El pontífice de 88 años estuvo resfriado días antes, pero eso no le impidió estar presente en esta misa del gallo, a pesar de las bajas temperaturas en Roma.

De hecho, pronunció una homilía de unos 10 minutos en esta celebración, que da la bienvenida a la navidad.

FRANCISCO
Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!

Francisco no se ha olvidado en esta misa tan importante de los conflictos que asolan el planeta.

 

 

FRANCISCO
Esta es la señal para redescubrir la esperanza perdida, para renovarla en nosotros, para sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo sin demora. Y hay tantas desolaciones en este tiempo. Pensamos en las guerras, en los niños asesinados, en las bombas sobre escuelas y hospitales.

La misa se ha dado por concluida con Francisco llevando a Jesús al pesebre. Allí un grupo de niños vestidos con trajes tradicionales estuvo adorando al Niño. Le llevaron flores y así dio comienzo uno de los días más importantes para los católicos: la Navidad

 

Abre el Papa Francisco la Puerta Santa y da inicio al Jubileo | Diario ...

 

 

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La huida a Egipto de la Sagrada Familia

Sin poner objeciones José obedece y parte a Egipto, pues sus planes personales e intereses propios están totalmente al servicio de Dios.

"Después que ellos partieron, un ángel del Señor
apareció en sueños a José, diciéndole: Levántate,
toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte
allí hasta que yo te avise; pues Herodes ha de buscar
al niño para matarle. Levantándose José, tomó al niño
y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto".

(Mt 2, 13-14)

I

Es de noche. Dos caravanas se deslizan entre las sombras de las afueras de Belén. En direcciones distintas. En huida. Una es la de los Magos que, avisados, regresan a su país por otro camino. La otra, la de la humilde familia nazarena. Se van también, huyendo.

Dios acaba de llegar al mundo, y el mundo organiza su persecución. ¡Así están de ciegos los hombres!

José, mientras dormía, ha sido despertado por un ángel. Fue, quizás, aquella misma noche en la que José se quedó dormido mientras repasaba las maravillas de aquel día: los Magos, su espléndido cortejo real, el brillo oriental de sus vestidos, los sabios del mundo a los pies del recién nacido.

José duerme en el gozo del descubrimiento del Niño, y de la adoración que le han tributado los pueblos de la tierra. Y un ángel toca su hombro:

-Levántate, toma el niño y a su madre, y huye…

José no discute con el ángel: cree y se levanta. No intenta tampoco enmendar el plan que le dicta el cielo. Es un viaje en el que jamás había pensado: ¿Egipto? ¿No sería mejor unirse a los Magos y buscar refugio en su país? ¿Egipto? Es una durísima tarea, pues no conoce el camino, ni el idioma, ni las costumbres de los egipcios. ¿Egipto, en donde no conocemos a nadie? ¿No serán muchos los riesgos para el niño por ser un país extraño? Y hay que ganarse la vida, abrirse camino, sin tener amigos.

El silencioso José tampoco en esta ocasión abre su boca, aunque aquella orden revoluciona su vida y sus consuelos.

 

 

 

 

II

Cuando comienza a salir el sol, ya llevan varias horas de marcha. En un camino desierto se dibuja una estampa conmovedora: un niño inocente abrigado en el brazo caliente y maternal de una Niña Virgen, ella sobre una borriquilla, y José por delante llevando el ramal de la cabalgadura. Solos en el desierto: de prisa.

Es ésa la respuesta a la orden del cielo. Obediencia al momento. Ejecuta con diligencia lo que se ha recibido de parte del Señor. Asusta pensar que un retraso «prudente» en la obediencia de José hubiera dado lugar a que el niño cayera en manos de Herodes. Amigo, apóstol, valora la importancia gigante de la obediencia pronta. «La fe de José no vacila, su obediencia es siempre estricta y rápida» 2 .

José no tiene planes personales, intereses propios. Está totalmente al servicio de Dios. A él sólo le corresponde poner en juego sus facultades humanas para llevar a cabo con perfección la orden del Señor. Calla y obra en este sentido. ¡Qué contraste con el inútil ruido de los hombres!

Todos opinan y dan sus pareceres, los propios, los de cada uno. Y nadie hace nada: ni lo ajeno, porque no es propio; ni lopropio, porque no ayudan los demás. La fuerza se va por la boca. Es preciso ser ejecutores, ejecutores silenciosos. Para ello es necesario ser santo, y eso nos santifica.

Es preciso convencerse una y otra vez de que no se cae un solo cabello sin el permiso de Dios. El mundo está lleno de teóricos, buscadores ruidosos de pretextos.

 

 

 

III

Y por un camino desierto de este mundo, cuando sale el sol, aparece José cumpliendo el plan de Dios. Van pasando las horas y el cansancio abruma a los peregrinos. Sobre José pesa la responsabilidad: cansancio en el cuerpo, responsabilidad tremenda que angustia el alma.

José marcha derecho, erguido su cuerpo a pesar del dolor, cumpliendo lo previsto desde siempre. Ningún consuelo en los sentidos, ningún descanso para el cuerpo, ningún alivio para la carga del alma.

Y siempre los asaltos de los temores: de los perseguidores, de los peligros del desierto, de la inseguridad de la vida que ha de comenzar en Egipto. El Niño y María dependen de él.

José obedece, pero sabe el motivo del viaje. Es muy posible que María se deje llevar sin saberlo. José, para no alarmarla, calla, sin duda, la causa de tan inesperada expedición: ella va y no sabe por qué. El niño está dormido en los brazos de María.

Cuanto más noble es el personaje, más perfecta es la sencillez de la obediencia. Más completo el abandono. ¡Si fuéramos tú y yo, amigo, al menos como la borriquilla, dóciles al ramal de quien nos lleva!

“Caminando con Jesús”, J.A. González Lobato, Ediciones RIALP, S.A.

 

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> La huida a Egipto de la Sagrada Familia

 

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Los  Santos Inocentes

La verdadera historia de los inocentes asesinados en Belén

El que hubiera sido un asesinato aislado o de poca trascendencia podría explicar la razón de que el historiador Flavio Josefo, que siempre presentó a Herodes como un tirano cruel, pasara por alto semejante barbarie.

La Biblia sitúa a Herodes El Grande detrás de la salvaje orden de ejecutar a los niños nacidos en Belén con el propósito de matar a Jesús, «un recién nacido a quien los magos de oriente designaron como el rey de los judíos». Si bien es difícil demostrar la historicidad de este hecho, la figura de Herodes se alimenta de relatos de similar violencia, incluido el asesinato de varios de sus propios hijos.

Eso a pesar de que las fuentes romanas, aliadas del rey idumeo, le presentan de forma favorable y le hacen responsable del esplendor económico que se vivió durante su reinado.

 

inocentes

 

 

La historicidad de la matanza

La Matanza de los Inocentes narrada en el Evangelio de Mateo (2:16-18) tiene su antecedente más directo en el episodio protagonizado por el gran enemigo del pueblo elegido: los egipcios, quienes ordenaron supuestamente asesinar a los bebés hebreos y forzaron a la familia de Moisés a esconderle en el río.

La Matanza de los Inocentes no aparece mencionada en los otros evangelios ni en textos del periodo, lo cual ha llevado a plantear si el episodio tuvo realmente lugar o pudo ser una malinterpretación de otro suceso.

«Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos», narra San Mateo sobre el edicto dictado por el gobernante hebreo que buscaba a acabar con la amenaza política de un niño designado como «el rey de los judíos». Sin embargo, la Matanza de los Inocentes no aparece mencionada en los otros evangelios ni en textos del periodo, lo cual ha llevado a plantear si el episodio tuvo realmente lugar o pudo ser una malinterpretación de otro suceso.

 

El historiador bíblico Daramola Olu Peters, en sus análisis del texto, defiende que se trata de una mala traducción de la palabra «matanza» y podría ser solo el asesinato de algún hijo de los aspirantes a ocupar el trono. Otros estudiosos vinculan la presunta matanza con el asesinato de los tres hijos de Herodes o alguna de las purgas que llevó a cabo el monarca durante su ascenso al poder.

Las exageradas cifras de muertos de los comentaristas antiguos no ayudan precisamente a ubicar el acontecimiento. Según los estudios demográficos, el poblado de Belén donde nació Jesús tenía en el año 4 a.C de 300 a 1.000 habitantes, de ellos solo habría entre 7 y 20 menores de dos años. Es por ello que, aunque hubiera tenido lugar la matanza, pudo tener poco eco.

El catedrático de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Piñero lo considera una reelaboración de la leyenda del malvado Faraón que quiso acabar con Moisés niño.

«Una vez que pasados los años se conocía la grandeza de tal o cual personaje, se confeccionaba a base de tradiciones más o menos fiables, o incluso de leyendas, una historia de su nacimiento en la que se ponían de relieve las circunstancias prodigiosas, maravillosas, divinas, del tal nacimiento.

Así ocurrió con el rey persa Ciro (narración compuesta por Heródoto), con Alejandro Magno (por Plutarco), o con el filósofo, predicador ambulante y taumaturgo Apolonio de Tiana (por Filóstrato)», explica este experto en el libro «Guía para entender el Nuevo Testamento» (Editorial Trotta).

 

El que hubiera sido un asesinato aislado o de poca trascendencia podría explicar la razón de que el historiador Flavio Josefo, que no dejaba pasar la ocasión de presentar a Herodes como un tirano cruel, pasara por alto semejante barbarie. No obstante, Favio Josefo fue el principal instigador de la leyenda negra sobre Herodes.

El relato que hace sobre la muerte del idumeo no escatima en detalles escabrosos y se deleita en su sufrimiento. A los 70 años Herodes murió, «castigándole Dios por los crímenes que había cometido», y fue sepultado en el Templo Herodiano, descubierto en el 2007 por un grupo de arqueólogos.

 

Los crímenes de un rey extranjero

Los hebreos consideraban a Herodes I un rey extranjero, a pesar de que su linaje era idumeo (una región histórica semítica al sur de Judea). La profunda división hebrea entre sectas religiosas le alejaba de las simpatías de los habitantes de Judea, durante un tiempo en el que las tres principales (farisea, saducea y esenia) no estaban de acuerdo prácticamente en nada. Si lo estaban en identificar a aquel rey de educación helenística y madre árabe nabatea como un elemento intruso y peligroso.

Herodes se valió del apoyo de los romanos, y de un contexto de inestabilidad política, para alcanzar el poder. Desde el año 63 a.C., la República de Roma había hecho de la antigua Judea un reino vasallo (que abarcaba Samaria, al norte, y Edom, al sur) y en el año 47 a. C. Herodes fue nombrado procurador de este reino por Julio César.

En este cargo, el idumeo planeó la eliminación de la estirpe judía de los asmoneos (descendientes de los macabeos), que había reinado hasta ese momento en Judea.

 

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Buena parte de la fama de cruel de este rey hebreo está relacionada con los métodos que aplicó para desplazar del poder a los asmoneos. En el año 40 a. C, consiguió de Marco Antonio –triunviro de Roma y poseedor de la parte oriental del Imperio romano– el título de rey de Judea y logró que fueran degollados Antígono II y su familia, los asmoneos, así como cuarenta y cinco partidarios del antiguo régimen. Eliminaba de esta forma a todos los posibles aspirantes a arrebatarle la corona.

Los puñales y el veneno nunca abandonaron del todo la corte. Su segunda esposa Mariamna, de la estirpe de los asmoneos, también fue ejecutada pororden de Herodes, que nunca dudó en derramar sangre de su propia familia si veía en peligro la corona.

Tras matar a Mariamna, eliminó a dos de sus hijos (Aristóbulo y Alejandro), atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo, Antípater, a quien ejecutó tiempo después por intentar envenenarle.

 

Un fiel aliado de Roma

Con el respaldo económico de Roma, Herodes puso en marcha una política para el desarrollo del comercio y de la agricultura y un ambicioso plan de construcciones. Bajo su reinado, que sentó las bases para la expansión económica que vivió la zona en las siguientes décadas, se reconstruyó el Templo de Jerusalén, se levantó la fortaleza Antonia, un palacio real, un anfiteatro, un teatro y un hipódromo; y se fundó la ciudad de Cesarea, un emplazamiento portuaria de carácter occidental construida en honor al dueño del Imperio, Cayo Julio César Octavio Augusto.

Ninguna iniciativa parece que le sirviera para mejorar su imagen pública de hombre violento, lascivo –se dice que llegó a tener 15 hijos– y nada respetuoso con las tradiciones hebreas.

Este oscuro retrato, de hecho, pocas veces correspondía con la figura histórica que narran los romanos. Según los cronistas de Roma, Herodes fue un monarca lo bastante sensible con su pueblo como para deshacerse de parte de las riquezas palaciegas y comprar trigo común durante la hambruna del año 25 a. C.

Con la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium (31 a.C.), Herodes se ganó rápido la confianza de Augusto y mantuvo excelentes relaciones con él. Así, el reinado de Herodes es también recordado por los grandes esfuerzos para la romanización del pueblo judío. El palacio real acogió a poetas, filósofos, historiadores, maestros de retórica, bajo la influencia romana, que impulsaron un periodo de auge cultural en la región.

Con su fallecimiento, Judea pasó a ser una provincia gobernada directamente por Siria. Esta situación desencadenó, a su vez, una revuelta reprimida con gran brutalidad por los soldados romanos, pero que se alargaría intermitentemente hasta el sitio de Jerusalén del año 70 d. C.

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LOS SANTOS INOCENTES

 

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Una mirada al legado “tibio” de la Laodicea del Apocalipsis 3: 15–16

“Conozco tus obras; no tienes frío ni calor. Ojalá tuvieras frío o calor. Por eso, como eres tibio, y no frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca ”(Apocalipsis 3: 15–16).

 

¿Por qué el autor del Libro de Apocalipsis llama a la iglesia de Laodicea “tibia”?

La iglesia de Laodicea es la última de las siete iglesias mencionadas en Apocalipsis. Este duro pronunciamiento sugiere que los cristianos de Laodicea, ubicada en la Turquía moderna, vacilaron en sus compromisos con la fe cristiana. Vale la pena investigar el contexto histórico y arqueológico de esta situación.

 

laodicea

 

 

 

Mark R. Fairchild, de la Universidad de Huntington, explora la tibia reputación de la iglesia de Laodicea, mientras examina las excavaciones arqueológicas recientes en Laodicea, Turquía, en su artículo "El legado 'tibio' de Laodicea: conflictos de prosperidad en una ciudad cristiana antigua" publicado en marzo / Número de abril de 2017 de Biblical Archaeology Review .

No se nos dice quién fundó la iglesia de Laodicea en la Biblia, sin embargo, a partir de la evidencia textual en el Nuevo Testamento, podemos inferir que Epafras, uno de los discípulos del apóstol Pablo , probablemente la comenzó. Sabemos que Epafras fundó la iglesia en Colosas (Colosenses 1: 6-7), uno de los vecinos cercanos de Laodicea. Por lo tanto, parece plausible que él también sea responsable de plantar la iglesia en Laodicea.

Laodicea fue una ciudad rica durante el período romano. Laodicea no solo estaba ubicada en las principales rutas comerciales que la conectaban con ciudades importantes como Éfeso , Esmirna y Sardes, sino que también era un centro de producción textil y bancaria. Quizás no sea sorprendente que la iglesia de Laodicea sea considerada rica en la Biblia (ver Apocalipsis 3:17).

 

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El Libro del Apocalipsis fue escrito durante el reinado del emperador romano Domiciano (r. 81-96 EC). Domiciano fue conocido por ser el primer emperador romano que se declaró dios en vida. Esto ofendió a cristianos, judíos y al Senado romano por igual. Otros emperadores fueron deificados solo después de su muerte.

 

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Grabados en este fragmento de columna rota hay cuatro símbolos religiosos: una menorá, lulav (rama de palma), shofar (cuerno de carnero) y cruz. Los primeros tres símbolos son judíos, pero la cruz es claramente cristiana. La columna originalmente pertenecía a un ninfeo (una fuente pública) en Laodicea.
Los símbolos judíos probablemente se agregarán a la columna a finales del período romano o bizantino temprano, y la cruz se agregó a principios del período bizantino. El hecho de que la cruz cristiana se extienda desde la menorá judía sugiere que la iglesia de Laodicea surgió de la sinagoga.

 

Domiciano persiguió a quienes no quisieran participar en el culto imperial (el culto a los emperadores y familias dinásticas). Aunque los judíos estaban estaban exentos de participar, los cristianos no. Fairchild explica:

“Como parte de la Pax Romana, los judíos incondicionalmente monoteístas de las ciudades del mundo mediterráneo estaban exentos de los requisitos del culto al emperador. Mientras el cristianismo fuera considerado una secta dentro del judaísmo, los cristianos de estas ciudades también estaban exentos del culto al emperador ".

 

Al principio, la Iglesia cristiana estaba compuesta casi en su totalidad por judíos. Sin embargo, a medida que más gentiles (no judíos) se convirtieron al cristianismo, el porcentaje de judíos en la Iglesia cristiana disminuyó y, por lo tanto, se eliminó el estatus especial de los cristianos como monoteístas judíos, que les permitía abstenerse de adorar al emperador.

Los cristianos de Laodicea se vieron afectados por los decretos de Domiciano. Su respuesta a esta persecución, que incluso involucró su capacidad para comprar y vender, es lo que hace que el autor de Apocalipsis los llame "tibios". Fairchild elabora:

Las dificultades que esto planteó a los cristianos de Asia se expresaron en detalle a lo largo del Libro de Apocalipsis. Aquellos que se negaron a adorar la imagen de la bestia (el emperador) fueron asesinados. Los cristianos ya no podían comprar ni vender a menos que hubieran tomado la marca de la bestia (Apocalipsis 13).

La presión sobre los cristianos ricos para mantener su riqueza fue intensa. Dado que gran parte de la riqueza de la cuidad depende del comercio, los comerciantes cristianos se encuentran en un dilema. ¿Cooperarían con el culto imperial y mantendrían sus asociaciones comerciales, o abandonarían a Domiciano y reafirmarían su fe en Cristo? Muchos de los cristianos de Laodicea comprometieron su fe de tal manera que el escritor del Apocalipsis pudo decir: “Te escupiré de mi boca” (Apocalipsis 3:16).

 

Otras iglesias en todo el Imperio Romano respondieron de manera diferente. Por ejemplo, en el Libro de Apocalipsis se aplaude a los cristianos de Esmirna por mantener su fe en medio de una dificultad extrema al negarse a participar en el culto imperial, aunque esto significó aflicción y pobreza para ellos (véase Apocalipsis 2: 9).

 

Sin embargo, el legado “tibio” de la iglesia de Laodicea no fue su legado final .

Con todo, la Iglesia sobrevivió al reinado de Domiciano. La ciudad se convirtió en obispado (sede de un obispo cristiano), e incluso se celebró allí un concilio cristiano en el siglo IV d. C. Los arqueólogos han descubierto alrededor de 20 capillas e iglesias cristianas antiguas en el sitio. La iglesia más grande de Laodicea, llamada Iglesia de Laodicea, ocupaba una manzana entera y data de principios del siglo IV.

 

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La Iglesia de Laodicea. Fechada a principios del siglo IV dC, esta iglesia de  se extendía por una manzana entera y estaba decorada con suelos de mármol.

 

Laodicea siguió siendo una ciudad importante hasta el siglo VII dC, cuando fue golpeada por un devastador terremoto y posteriormente fue abandonada.

 

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LAODICEA

 

 

El nacimiento de Jesús según Benedicto XVI

Su libro sobre la infancia de Jesús, ayudó a recuperar el origen y significado de las figuras del «arte popular por excelencia»

Hace unos años el Papa emérito Benedicto XVI armó un revuelo mundial al recordar en su libro «La infancia de Jesús» que los evangelios no mencionan el buey ni la mula en la gruta de Belén. Al margen de la polémica, su repaso histórico sobre cómo había ocurrido verdaderamente el nacimiento de Jesús sirvió para recuperar el origen y significado de las figuras que año tras año ponemos en el Belén.

 

Como recuerdan los belenistas, algunas de estas figuras han estado desde el principio (como la mula y el buey), pese a que nunca han sido mencionadas en los relatos de Lucas y Mateo, como recordaba Benedicto XVI en aquella publicación –la última obra de una trilogía dedicada a la vida de Jesús de Nazaret–.

«El pesebre es el cumplimiento del Antiguo Testamento», explica Íñigo Bastida, presidente dela Federación Española de Belenistas. Por eso muchos de los detalles y figuras que no aparecen en los evangelios se han ido incorporando durante el paso de los años por las interpretaciones que la tradición cristiana ha ido haciendo del Antiguo Testamento y algunos evangelios apócrifos, indica Bastida, quien además recuerda que el belenismo cuenta con una tradición «de ocho siglos de historia» y es «el arte popular por excelencia».

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El pesebre

Benedicto XVI señala que, según relata el Evangelio de Lucas, Jesús nació en un pesebre porque no había sitio para él en la posada. «Esto debe hacernos pensar -reflexiona el Papa emérito- y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, precisamente este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien a fin de cuentas todo depende».

 

El ángel del Señor

El Papa emérito recuerda en su libro que fue un ángel el que anunció a los pastores que había nacido Jesús. Según el relato de Lucas «en torno al ángel apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres en quien él se complace”».

Benedicto XVI señala que el evangelista dice que los ángeles «hablan», sin embargo, él puntualiza que «para los cristianos estuvo claro desde el principio que el habla de los ángeles es un cantar, en el que se hace presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian».

 

La mula y el buey

Benedicto XVI recuerda en su libro que «el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen» pero en el relato de los evangelios de Lucas y Mateo sobre el nacimiento de Jesús «no habla en este caso de animales». «La Iglesia -explica- ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3 y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno». En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías dice: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo».

La tradición belenista recuerda además que fue San Francisco de Asís quien recuperó la mula y el buey en aquel primer Belén que montó en la Nochebuena de 1223 como símbolo del amor del nuevo pueblo de Israel (la Iglesia) que sí reconoce al Señor. Según los belenistas, «la presencia de la mula y el buey nos ayuda a entender que las expectativas de los profetas en el Antiguo Testamento se cumplen en Belén».

 

Los pastores

Sobre los pastores, el Papa emérito señala en su libro que el relato de Lucas recuerda que «los primeros testigos del gran acontecimiento son pastores que velan». «Jesús nació fuera de la ciudad, en un ambiente en que por todas partes en sus alrededores había pastos a los que los pastores llevaban sus rebaños -explica-. Era normal por tanto que ellos, al estar más cerca del acontecimiento, fueran los primeros llamados al pesebre». Para Benedicto XVI los pastores «representaban a las almas sencillas, los pobres, los predilectos del amor de Dios».

 

La estrella de Belén

Benedicto XVI explica que entre los años 7 y 6 antes de Cristo, que hoy se considera el momento verosímil del nacimiento de Jesús, se produjo unaconjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte en el signo zodiacal de Piscis. Según el astrónomo Johannes Kepler, a ese fenómeno, reflejado también en «tablas cronológicas chinas» se añadió la aparición de una supernova creando un acontecimiento astronómico muy singular.

El Papa emérito también señala que la paradoja de que Jesús haya nacido seis años antes de la «era cristiana» se debe a un error de cálculo del monje Dionisio el Pequeño, quien hizo en el siglo VI la conversión del calendario basado en la coronación del emperador Diocleciano a uno nuevo centrado en el nacimiento de Jesucristo.

 

Los Reyes Magos

En el caso de los Reyes Magos, Benedicto XVI recuerda una vez más que, como en el caso de la mula y el buey, la tradición ha ido enriqueciendo la figura de los Reyes Magos. En un principio, y según relata el Evangelio de Mateo, las personas que iban a adorar a Jesús eran Magos de Oriente.

Sin embargo, en el Salmo 72 y en el Libro del profeta Isaías en el Antiguo Testamento se menciona «aunos reyes que venían de Oriente y le traían regalos». «El pesebre es el cumplimiento del Antiguo Testamento y por eso se ha quedado como los Reyes Magos de Oriente», explica el profesor de Nuevo Testamento de la Universidad San Dámaso, Andrés García Serrano.

 

ADORACION REYES MAGOS  nacimiento

 

 

El Papa además señala que «los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos». Eran «sabios»; representaban «el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es la búsqueda del verdadero Dios». Para Benedicto XVI estos hombres son «precursores de los buscadores de la verdad propios de todos los tiempos».

También precisa que aunque «no pertenecían exactamente a la clase sacerdotal persa, tenían sin embargo un conocimiento religioso y filosófico que se había desarrollado y aún persistía en aquellos ambientes».

 

Los regalos

El Papa emérito explica que «ante el niño regio, los Magos adoptan la proskýnesis, es decir, se postran ante él». De ahí se explican los dones que ofrecen los Magos. «No son dones prácticos, que en aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia», dice Benedicto XVI en su libro.

Los dones son «un reconocimiento de la dignidad regia de aquel a quien se ofrecen». El oro (hacía referencia a la realeza de Jesús), el incienso (al Hijo de Dios) y la mirra (al misterio de su Pasión).

 

 

 

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La gruta de Belén

José tuvo tiempo y modo para arreglar todo bien, incluso el pesebre

 

El Evangelio de Lucas señala que María, después de dar a luz a su hijo, “lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento” (Lc 2,7). El “pesebre”indica que en el sitio donde nació Jesús se guardaba el ganado. Lucas señala también que el niño en el pesebre será la señal para los pastores de que allí ha nacido el Salvador (Lc 2,12.16).

 

La palabra griega que emplea para “aposento” es katályma. Designa la habitación espaciosa de las casas, que podía servir de salón o cuarto de huéspedes. En el Nuevo Testamento se utiliza otras dos veces (Lc 22,11 y Mc 14,14) para indicar la sala donde Jesús celebró la última cena con sus discípulos.

Posiblemente, el evangelista quiera señalar con sus palabras que el lugar no permitía preservar la intimidad del acontecimiento. Justino (Diálogo con Trifón 78) afirma que nació en una cueva y Orígenes (Contra Celso 1,51) y los evangelios apócrifos refieren lo mismo (Protoevangelio de Santiago 20; Evangelio árabe de la infancia 2; Pseudo-Mateo 13).

De todas estas menciones, la más antigua y autorizada documentación de la Gruta - Pesebre de Belén es la del apologista, filósofo y mártir S. Justino de Nablús, que escribía poco después del año 150.

Su testimonio tiene un valor extraordinario, aún cuando no hubiera estado personalmente en Belén en aquel tiempo de ocupación pagana, porque, era palestino de nacimiento, cercano a la época de Cristo, portavoz de la tradición local, profundo conocedor de la lengua griega, comprometido en la lucha contra la clase docta judía (Celso). La mención se encuentra en el Diálogo con Trifón, 78:

"Habiendo nacido entonces el Niño en Belén, porque José no tenía en aquella aldea (kóme) donde alojarse, se alojó en una cierta gruta (spélaio) cercana a la aldea, y entonces, estando ellos allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un Pesebre, donde fue encontrado por los Magos provenientes de Arabia".

 

 

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La forma y la descripción son muy concisas, de estilo clásico, pero es testimonio seguro de la "tradición palestina", quizá también local, donde los judeo-cristianos permanecieron también después de la paganización del año 135.

José y María, dándose cuenta de la situación local y después de haber renunciado por elección y por la fuerza de las circunstancias a la habitación superior (= Katályma) de la casa, se retiraron a una de las "grutas-almacenes" de la habitación, precisamente a aquella que, teniendo el acceso externo independiente y dando al este, estaba destinada y adaptada para el animalito de casa.

En las dilaciones del censo y en espera del alegre suceso, José tuvo tiempo y modo para arreglar todo bien, incluso el pesebre; que no era una simple cueva, sino un sistema de grutas, que, queriendo, podían comunicar con la habitación superior.

 

 

Gruta de la Natividad de Belén

Gruta de la Natividad de Belén

 

 

Por tanto hay trabajo para José: limpieza y arreglos, algún madero para formar un ángulo reservado, primero para María y luego para él, un lugar seco y fresco para conservar las provisiones alimenticias; el agua de la cisterna estaba allí cerca; en suma, un arreglo decente, en una típica gruta palestina, pero junto a una casa, donde quedarse sin problemas aquel par de meses de la "separación ritual" requeridos para la perfecta observancia de la Ley judía.

San José hizo todo este trabajo con habilidad de artesano, propia de él y con la mente fija en el doble Misterio que él, cabeza de familia investido expresamente por el Cielo para tan grave misión, no sólo debía guardar, sino también defender de toda curiosidad humana, con la discreción del justo y el tacto del descendiente real.

 

 

 

+ info:

¿cómo era Belén en tiempos de Jesús?

 

 

 

Diálogos para comprender

Su fiesta se celebra el 26 de diciembre

Esteban fue un hombre extraordinario, lleno de fe y del Espíritu Santo, amado y estimado por todos los miembros de la comunidad cristiana. Su predicación tuvo gran aceptación y las conversiones se multiplicaban. La gente acudía a oírlo, dejaba la sinagoga y se añadía al grupo de los que creían en Jesús. Esteban, cuyo nombre significa “coronado”, es conocido como el “protomártir”, al ser el primer hombre que derramó su sangre por su fe en Jesucristo.

 

Llegó a ser uno de los hombres en los que más se pudieron apoyar los apóstoles  para difundir su mensaje. Según podemos ver en los Hechos de los Apóstoles, la aparición de Esteban y de los otros diáconos en la vida pública de Jerusalén llegó cuando viudas y pobres que no eran israelitas se quejaron porque las ayudas eran destinadas a los propios israelitas antes que a los extranjeros.

En ese momento, los apóstoles argumentaron que ellos no podían hacer frente a esa clase de conflictos porque estarían dejando de lado su misión de difundir el mensaje divino.

 

Esteban

 

 

 

Por ello, dieron la oportunidad de elegir a siete hombres justos que se encargaran de repartir las ayudas entre los pobres. Los mismos ciudadanos eligieron a los siete hombres justos, entre los que se encontraba Esteban. Estos hombres fueron presentados a los apóstoles y ordenados diáconos.

La labor de Esteban empezó a hacerse patente cuando los judíos venidos de otros países entablaban conversaciones con él, no pudiendo resistir la sabiduría que salía de sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo. Los de la sinagoga de los Libertos le llevaron delante del Sanedrín, presentando testigos falsos y acusándole de afirmar que Jesucristo iba a destruir el templo y poner fin a las leyes de Moisés.

Esteban pronunció un discurso ante el los miembros del Sanedrín en el que fue repasando la historia del pueblo de Israel, echándoles en cara a los judíos su eterna oposición a los profetas y enviados de Dios, llegando incluso a matar al más importantes de todos ellos, el Redentor Jesucristo. Oyendo esto, los miembros del Sanedrín se enfurecieron. Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo exclamando:

“Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios”. En ese momento, los que le escuchaban se taparon los oídos y se lanzaron contra él.

 

Lo sacan entre gritos y empujones fuera de las murallas; los verdugos, tras quitarse sus mantos y dárselos a un joven llamado Saulo, se disponen a lanzar piedras contra el cuerpo del primer mártir cristiano.

 

 

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Esteban se hinca de rodillas y con los ojos hacia el Monte de los Olivos, donde un año o dos antes subió Jesús a los cielos, ruega a Él por los que le van a dar muerte, exclamando cuando siente los primeros golpes:

“Domine Iesu, suscipe spiritum meum, Señor Jesús, recibe mi espíritu”.

 

Cayó su cuerpo bañado en sangre. El perdón de los enemigos, la caridad cristiana que abraza a todos los hombres, el mandato del amor había arraigado bien en el corazón de la Iglesia. El primer mártir cristiano moría perdonando a sus verdugos, tal y como lo había hecho Jesucristo en lo alto de la cruz.

Esta mansedumbre y caridad cristiana es la nota distintiva de la plenitud de San Esteban. Estaba lleno de gracia, sabiduría y de poder sobrenatural, pero sobre todo estaba lleno de amor, tenía un corazón formado en la escuela de Cristo.

El odio contra Esteban y Jesús, recogido en el corazón más grande que allí había presente, el único en que cabía, se iba a convertir en amor. Saulo, el fariseo, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de Esteban será la conversión de Saulo, que ahora guarda los vestidos de los verdugos, y que se va a convertir en el Apóstol, en el medio elegido por Dios para dar a conocer la doctrina de su Hijo.

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MARTIRIO SAN ESTEBAN

 

¿Por qué se eligió esta fecha para la conmemoración del nacimiento de Cristo, y no otra?

Investigaciones realizadas a partir del Evangelio de Lucas demuestran con gran probabilidad que Jesús realmente pudo haber nacido el 25 de diciembre.

 

¿Pero Jesús nació verdaderamente el 25 de diciembre?

Una respuesta afirmativa es aquella a la que se puede llegar a través de los estudios del profesor Shemarjahu Talmon, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. El docente partió del pasaje del Evangelio de San Lucas (1, 5-13) en el que se cuenta que en la época en la que Herodes era rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías, marido de Isabel.

Lucas dice que “mientras Zacarías oficiaba ante el Señor, en el turno de su clase, según la usanza del servicio sacerdotal, le tocóa suertes entrar en el templo para hacer la ofrenda del incienso” y en ese momento se le apareció un ángel que le predijo el nacimiento de un hijo, que habría de llamar Juan (el Bautista).

 

Se sabe que, en el antiguo Israel, los que pertenecían a la casta sacerdotal se dividían en 24 clases, que se organizaban en un orden inmutable y que debían prestar servicio litúrgico en el templo durante una semana, de sábado a sábado, dos veces al año. La clase de Zacarías, la de Abías, era la octava en el orden oficial.

Con la ayuda del calendario de la comunidad esenia de Qumrân, el profesor Talmon reconstruyó los turnos, el segundo de los cuales caía en septiembre. Las antiguas Iglesias de Oriente celebran, de hecho, la concepción de Juan entre el 23 y el 25 de septiembre.

El evangelista Lucas dice que la anunciación del ángel Gabriel a María sucedió seis meses después de la concepción de Juan (Lc, 1, 26). Las liturgias orientales y occidentales concuerdan en la identificación de esta fecha con el 31 del mes de Adar, que corresponde a nuestro 25 de marzo, fecha en la que la Iglesia celebra el anuncio del ángel y la concepción de Jesús. La fecha del nacimiento, por tanto, debería ser colocada 9 meses después, es decir el 25 de diciembre.

Los estudios del profesor Talmon, sin embargo, no han callado las voces que apoyan la falta de fundamento de esta fecha, considerada contraria al relato evangélico de Lucas, ya que este habla de pastores que pasan la noche al raso, evocando un contexto más primaveral que invernal.

 

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Con respecto a esto, se evocan las normas de pureza típicas del judaísmo, recordando antiguos tratados en los que los rebaños se diferenciaban en tres tipos: los compuestos sólo de ovejas de lana blanca, consideradas puras y que después de pastar volvían a entrar en el redil en el centro de las poblaciones; las compuestas por ovejas de lana en parte blanca y en parte negra, que por la tarde entraban en rediles dispuestos a las afueras de las poblaciones; y las ovejas de lana negra, consideradas impuras, que no podían entrar ni en las ciudades ni en los rediles, debiendo permanecer a la intemperie con sus pastores en cualquier periodo del año.

El Evangelio, recuerda, además, que los pastores hacían turnos de guardia, lo que indicaría una noche larga y fría, apropiado al contexto invernal.

Es la noche la que acoge la Misa más tradicional de Navidad, la de medianoche, que recuerda cómo el papa de Roma solía celebrar tres Eucaristías en esa festividad, la primera de las cuales comenzaba alrededor de la medianoche y se celebraba en la Basílica de Santa María la Mayor, donde según la tradición, se encuentran las reliquias del pesebre en el que fue depositado el Niño Jesús.

El Pontífice celebraba, además, la misa para la comunidad griega de Roma en la iglesia de Santa Anastasia, quizás en recuerdo de la anastasis, la resurrección; era la celebración que hoy en el Misal figura como la Misa de la Aurora. La tercera misa era, finalmente, la que nosotros llamamos “diurna” que el Papa celebraba en San Pedro, que se encontraba fuera de las murallas romanas, para quien vivía a las afueras, esencialmente la población rural.

 

+ info:  Nació Jesús el 25 de diciembre?

 + info:  El color de las ovejas de Belén

 

 

 

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